Muchacho de oro, muchacha esmeralda, de Yiyun Li
Desde entonces, he aprendido que la vida es así, acabar todos los días como un polluelo negándose a que le devuelvan a la cáscara del huevo. Así son los personajes de Muchacho de oro, muchacha esmeralda, seres que no acaban de comprender muy bien qué hacen en este mundo, personas a las que la felicidad les es ajena en el peor de los casos porque han conocido el dolor de perderla y se obstinan en huir de ella para evitarse sentirlo nuevamente y en el mejor, o al menos en el más habitual, porque la desconocen en absoluto. Yiyun Li nos trae una colección de polluelos que se sienten perdidos fuera de su cascarón pero que lo contemplan, roto y vacío, y no lo acaban de reconocer como propio y, con una sensibilidad fuera de lo común, nos convierte en espectadores de unas vidas profundamente dominadas por la melancolía.
El destino de una persona está determinado por lo que no se le permite tener, y no por lo que posee
Tal vez sea necesaria la distancia que supone que la autora esté afincada en Estados Unidos y escriba en inglés para entrar en ese impenetrable mundo que es la China actual. Los personajes de Muchacho de oro, muchacha esmeralda con su tristeza oriental vista con ojos que la comprenden pero que también conocen la vida en occidente, logra introducirnos con naturalidad en un mundo en lucha continua entre tradición y modernidad, entre espiritualidad y materialismo, pero que en estas páginas aparecen extraordinariamente cercanos.
Si sospechas que un espíritu se sienta junto a tu almohada, el espíritu siempre estará ahí; si imaginas que es un dios, un dios velará por ti desde las alturas
La edad parece ser muy importante para la autora, el respeto a los ancianos está presente en la obra, pero especialmente llama la atención la profusión de parejas de edad desigual, concretamente en las que el marido es 20 años mayor que la esposa. También hay en los relatos que conforman Muchacho de oro, muchacha esmeralda varios personajes que vuelven a China desde Estados Unidos y deciden quedarse en un lugar que reconocen más como su hogar que aquel en el que se han ganado la vida, pero para el que no están adaptados y en el que se condenan a una surte de exilio en su propia patria tan amargo o más como el que vivían en su hogar de adopción. El drama del exiliado no es que no viva en su hogar, sino que deja de tener uno.
Los protagonistas de los reatos de Muchacho de oro, muchacha esmeralda luchan contra su propia soledad, casi diría que luchan contra la vida, y la batalla es presentada por Yiyun Li de forma tan delicada que resulta hermosa, aunque se trate en realidad de un drama terrible, pero desde el punto de vista del lector es un disfrute extraordinario.
Los tres eran personas tristes y solitarias y no conseguirían atenuar la tristeza del otro, pero podrían, con mucha dedicación, construir un mundo que albergara su soledad
Andrés Barrero
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