Muertes perfectamente evitables. ¿No se os ponen los pelos de punta con un título así? Entran escalofríos, ¿verdad? Deirdre Sullivan nos está adelantando claramente con ese título —y, por supuesto, con la espectacular portada donde se entremezclan un cuervo, huesos, hojas de otoño y una calavera— que dentro de esta historia vamos a encontrarnos con hechizos y brujería, pero sobre todo con muerte. Una historia que deseé después de leer su contraportada.
En ella nos encontramos con las dos hermanas gemelas protagonistas de esta historia: Catlin y Maddy. La primera siempre ha sido la hermana fuerte, segura, la que destaca. La segunda ha sido y es la sombra de la otra, la que pasa desapercibida. Pero ahora que se han mudado al extraño pueblo de Ballyfrann, un sitio de desapariciones y temores, las cosas cambian.
Catlin se enamora y Maddy descubre algo importante: los poderes que emanan de su propio ser. Unos poderes que podrán ayudarla o enterrarla entre las plantas y la tierra húmeda tan presentes en este libro. ¿Sabrá Maddy dominarlos? ¿Serán antídoto o veneno? ¿Será capaz Maddy de utilizarlos correctamente para salvar a su hermana? ¿O serán tan peligrosos y mortíferos como para permitir que Catlin se hunda en lo más profundo de Ballyfrann?
Sí, Ballyfrann. Un pueblo que es más personaje que lugar en esta historia. Y eso me atrapó, el tener un personaje de esa magnitud, tan distante, tan temible y misterioso. Un pueblo que parece que se traga a jóvenes muchachas. Una leyenda.
Y precisamente de leyendas está entretejida Irlanda, lugar donde se desarrolla esta historia y de donde procede la escritora. Además, yo desde pequeña he sentido una atracción enorme por este país, por sus tradiciones y sus relatos, porque Irlanda es un cuento en sí misma y esta historia así lo demuestra.
No obstante, lo que no esperaba al comenzar a leer este libro era que la esencia y la fuerza de la tierra y las plantas fuesen el hilo conductor, que estuvieran tan arraigadas y presentes en nuestra narradora. Tanto que la historia y la misma Maddy no se pueden entender sin ellas. De hecho, algo digno de recalcar y que me llamó la atención fue la originalidad de la autora en los títulos de cada capítulo, ya que cada uno de ellos lleva el nombre de una planta.
Pero centrémonos en Maddy, nuestra narradora. La hermana distinta, la que no llama la atención. Una joven especial y con la que he conectado desde el principio, pues la autora nos la acerca tanto que logra que nos fundamos con ella, con las frases cortas que salen de su mente, con todo lo que captan sus sentidos danzando delante de nuestros ojos como si de imágenes rápidas se tratasen. Como si lo estuviéramos viviendo nosotros.
Y es que Deirdre Sullivan hace que Maddy, a pesar de ser parte de un mismo todo, se desligue de Catlin para demostrarnos que es única. Una chica práctica, realista, minuciosa, observadora, maniática, escéptica, algo escatológica e intensamente reflexiva. No es como su gemela, es el rostro oculto más sabio y poderoso.
La verdad es que la prosa de esta irlandesa me ha gustado a nivel general. El caso es que antes de leer la novela pensaba que sería una historia de brujas y hechizos sin más, de adolescentes y magia. Pero no, es mucho más, pues está ligada a la tierra y a lo que crece en ella.
Es una pluma que me arrastró de forma sutil entre los pensamientos de Maddy, que al principio me llegaron a desesperar haciendo que me perdiera en ellos, pero después terminé encontrándome cómoda y comprendí que realmente son necesarios para mantenernos atentos y expectantes, para que seamos capaces de asimilar toda la información y encajar las piezas.
En definitiva, os puedo decir que a mí Muertes perfectamente evitables me ha sorprendido y me ha dejado pensativa. Ha sido una lectura mágica, macabra, y en algunas ocasiones con toques de humor por parte de las hermanas. Una lectura que me ha provocado para que intentara averiguar los misterios y desapariciones de Ballyfrann e indagara en la vida de las gemelas, en sus cambios, en su destino. Una lectura de tinieblas donde la muerte siempre está presente, porque aunque miremos para otro lado, el destino de la vida siempre será la muerte.