Reseña del libro “Muertos de segunda”, de Christopher Buehlman
Hoy traigo un libro jugoso como un buen zumito de sangre con hielo y coagulitos flotando. Un libro que tiene el honor de haber sido elegido “mejor novela de terror de 2015” por la American blablablá blablablá Association. Pero, ¿qué es el terror? Lo primero que me viene a la cabeza al oír esa palabra es algo así como un miedo que te cagas, un miedo muy gordo, muy gordo. Y así es. De hecho, la RAE define el terror como miedo muy intenso.
Vale. Aclarado este concepto he de decir que es muy difícil provocar miedo. En todos los campos. En libros, cómics, series, películas,… Supongo que lo sabéis todos. Es mucho más difícil causar miedo que risa. Por eso, porque el libro va de vampiros (no hace falta ser muy listo viendo la portada y el título) y porque la sinopsis prometía vampiros de los buenos, de los feroces y salvajes, de los muertos de hambre que arramblan con todas las yugulares y femorales que se les pongan a tiro, no de los gusiluz crepusculares de mierda, por eso, decía, tenía tantísimas ganas de pillar este libro. Y por eso mismo esperaba terror, pero no. No lo he encontrado. No hay terror en este libro. Tal vez alguien encuentre algo de miedo. Pero da igual porque tengo que reconocer que es uno de los libros de vampiros más entretenidos, fieles a la esencia del vampiro y divertidos que me he echado al coleto en mucho tiempo.
Vampiros que, en el Nueva York de 1978, viven ocultos en los túneles de metro. Ahí tienen sus “nidos” y “cajas” y una serie de reglas. Vampiros gobernados por la alcaldesa Margaret, que se sirven de su poder de fascinación (lo que viene a ser la hipnosis, y que a mí, cada vez que salía la palabrita inmediatamente la asociaba con la canción de Sidonie) para alimentarse sin “pelar” (matar) a sus víctimas. Y uno de estos vampiros va a ser Joey, nuestro narrador, nuestra voz en off. Un no muerto al que le privan los clubes y discotecas como la famosa Studio 54, las mujeres y ver la telecomedia Enredo en casa de unos humanos fascinados por él mismo. Un joven de cuarenta años atrapado en el cuerpo de un chaval de catorce años.
La vida, o la muerte, de todos ellos fluye sin grandes problemas hasta que Joey lo ve. Niños. ¿Tres? ¿Cuatro? Con unos ojos terribles. Vampiros como él. O tal vez no. Vampiros sí, desde luego, pero tal vez otra clase de vampiros. Y además muy hambrientos. Terriblemente hambrientos. Y también rápidos. De cualquier manera, llaman la atención y puede poner en peligro a la colonia de Joey si no van con cuidado. Y por otro lado, ¿quién sería tan miserable de convertir a unos niños en semejante aberración?
“La sal en la sangre es lo mejor, por supuesto, y la sangre es un festín: con su regusto a hierro y a cobre, y tan buena en el estómago como lo ha sido siempre un bistec, El sudor no puede saciarme, no por sí solo, pero insinúa lo que viene a continuación. El sudor es a la sangre lo que decir cochinadas es a follar. Es una oferta. Es una provocación.”
Muertos de segunda te lleva del subsuelo a la city con una velocidad de persecución, se lee rápido, se lee con hambre atrasada. Joey te acoge y te cuenta todo como lo haría con un colega de toda la vida (de hecho el libro parece un diario caótico con saltos en el tiempo atrás, adelante,…) y te lo cuenta todo, con un lenguaje coloquial y sin callarse nada, como pasa con los mejores colegas, esos a los que cuentas cosas que tus padres ni sospechan y lo hace sabiendo bien qué detalles te gustaría saber y de cuales pasas porque te aburren mortalmente. Y por eso, porque lo leía con la voz de uno de mis colegas a la vez que quería saber más no quería que acabara.
Y esa es otra, porque hablando de acabar… ¡Menudo final! ¡Menudo final que se casca el autor! Me ha gustado mucho, y no me había coscado de nada hasta casi el final, cuando ya era inevitable, pero es que claro, uno no esperaba semejante girote…
Lo dicho. Si esperáis terror tal vez os decepcione, pero dadle una oportunidad, ¡copón!, que vosotros seguro que tenéis el umbral del terror mucho más bajo que yo. Y si esperáis un buen libro, con buenos personajes vampíricos, con una trama inteligente, absorbente y con muchos detalles que la sazonan, este es el libro.
Por último y lo más importante: No confiéis en los niños. Nunca. En la puta vida. En ninguno.