Acabo de leer una novela bellísima que me ha calado de tal modo y me ha ofrecido tantas reflexiones que hasta resulta abrumadora. Cualquier matiz, ya sea en su estilo narrativo, en el argumento, en la luz que ofrece sobre diversos temas de rabiosa actualidad, en la capacidad que tiene de hacerme pensar, de gozar, de temer, en fin, de maravillarme con la literatura, todo, absolutamente todo me ha encantado de esta novela. Y esta es Mujer al borde del tiempo, de Marge Piercy, obra publicada por primera vez en 1976 y cuya traducción al español llega en este 2020 donde tan necesaria y actual resulta. Amantes de las distopías/utopías y los viajes en el tiempo, gozos_s de las novelas especulativas feministas y de los terrores de los psiquiátricos, he aquí un libro gigante que os va a invitar a ver un mundo de nuevas posibilidades, amén de ofreceros unas tardes de entretenidísima lectura.
La editorial consonni está fomentando un tipo de lecturas para repensar el mundo, diseccionarlo y observar cuantas y tan variadas posibilidades nos ofrece. Etiquetarlo sería limitarlo mucho, por eso, lo mejor es acercarse a cualquiera de los títulos de su catálogo y adentrarse en ellos y ampliar el campo de visión que aportan. La novela de Marge Piercy entra en ese grupo de literatura que especula sobre una opción aplicable a nuestro presente. Como he indicado, la novela fue escrita en la década de 1970, en plena segunda ola del movimiento feminista donde se buscaba reforzar derechos conseguidos y luchar por aquellos que quedan por conseguir. Más de cuarenta años después, esas ideas de equidad en la sociedad, de evitar el género binario en el lenguaje, de procurar un mundo más justo y sostenible con el planeta son nuestra responsabilidad más inmediata tanto como comunidad como individuos. Pareciera como si esta Mujer al borde del tiempo se hubiera escrito hoy mismo. No necesitaba su autora, vinculada a otras escritoras de su tiempo como Joanna Russ, Úrsula K. Le Guin o Margaret Atwood, cambiar el futuro, sino hacernos pensar nuestro presente para mejorarlo.
La novela narra el calvario que tiene que soportar Connie, una mujer chicana que ha sido internada en un psiquiátrico en contra de su voluntad ante un acto atroz cometido por un hombre. Sus alegatos son obviados por lo médicos que solo escuchan la palabra de los hombres que rodean la vida de Connie. En su internamiento, descubre la habilidad de contactar con una persona del futuro que le ofrece viajar a su tiempo para mostrarle un mundo mejor. Allí existe la equidad racial y de género, no se jerarquizan los sentimientos de amor o familiares ni se etiquetan el tipo de relaciones entre los distintos miembros, se utiliza un lenguaje no binario y se respetan los recursos naturales del planeta. A veces, también viajará a un mundo completamente adverso, donde las mujeres están mejoradas genéticamente para satisfacer los deseos sexuales del hombre. El mundo utópico y esperanzador que se le muestra a Connie dialoga con su presente, no hay una ruptura, sino una cotinuidad y mejora que debemos encontrar en nuestro tiempo, ya que es de ahí donde ell_s han aprendido para llegar a tal punto. Basta solo con que consigamos aprender a utilizar nuestros recursos y luchemos por ese futuro y evitar llegar al otro futuro posible, el distópico. Connie se convierte así en nuestra representante, una pequeña vocecita tantas veces silenciada ante l_s poderos_s que deciden por nosotr_s.
El presente de Connie, aquel que se desarrolla en el psiquiátrico, muestra el horror de esas instituciones y lo que representa. El silencio, el internamiento y aislamiento y las torturas o maltratos a los que son sometidos, sobre todo mujeres que se sublevan al poder patriarcal y hombres homosexuales, ofrecen en esta novela un testimonio que recuerda al tipo de literatura que ha dejado, no sabría decir si para bien o para mal, esos terroríficos lugares. Así, esta novela de Marge Piercy va a remitir a otros títulos como El papel pintado amarillo (Ediciones Contraseña, 2012) de Charlotte Perkins, que narra el internamiento forzado por su propio marido de una mujer a la que se le niega su modo de pensar el mundo, la escritura; también se me viene a la mente la ficticia, pero autobiográfica La campana de cristal (Edhasa, 2012) de Sylvia Plath o los testimonios de la poeta austríaca Christine Lavant en Notas desde un manicomio (Errata Naturae, 2018) de quien rescato solo una potentísima y sentida reflexión: “¿Por qué, si hay ángeles, no hay ninguno que tenga la obligación de impedir aquí en la tierra cosas que sólo deberían suceder en lo más profundo de los infiernos?”.
Mujer al borde del tiempo, de cuya preciosa portada se encarga la ilustradora Carla Berrocal y la laboriosa traducción corre a cargo de Helen Torres, se ha convertido así en una de mis lecturas favoritas de lo que llevamos de año y no es azaroso que mi compañera en este blog también quedara maravillada con su obra para la que realizó esta otra reseña que puedes leer aquí. Por su belleza narrativa y toda la carga emocional y reflexiva a la que alude, esta novela consigue despertar una mezcla de sentimientos que solo las grandes obras literarias consiguen. Recomendación de un librero que tenía muchas ganas de ofrecer un título de este calibre a todo aquel que se deje seducir por una sublime lectura.
Distopías tan necesarias para ser conscientes del presente. Saludos.
Y más de la mano de obras tan bien desarrolladas. La ciencia ficción sirve precisamente para darle la vuelta al mundo tantas veces sea posible y así repensar nuestra realidad. No sé si conocías ya esa editorial, consonni. Si no es así, no la pierdas de vista, tiene títulos muy buenos tanto de ficción como ensayos sociopolíticos. Aquí reseñaré algunos de sus libros. Ya me irás contando qué te parecen.