Vale, no he leído nunca un libro de John Fante. Quiero reconocerlo antes de nada para que el lector de esta reseña no busque en ella datos sobre él que no conocía. Y entonces, ¿por qué me leo un libro que se presenta como «Homenaje a John Fante»? No lo sé, ¿Por qué no?
Bueno, quizás en cierta medida sí que algo sé sobre el motivo de que haya escogido este libro y que ahora lo esté reseñando. En primer lugar, cuando me encontré con la portada, vi que la edición iba a cargo de Francesco Spinoglio, a quien años atrás leí por recomendación de un amigo suyo en Sueños de bolsillo (Eutelequia, 2011). Este amigo suyo era camarero en un bar de copas de Barcelona, yo solía ir muchas tardes allí y siempre hojeaba los libros que estaban sobre una estantería del local. Un día vi unos cuantos ejemplares nuevos, le pregunté por ellos y me convenció para comprar uno: era Sueños de bolsillo. Bien, esa es la primera razón. Si leer a Spinoglio me gustó, imaginé que leer a Fante me produciría la misma sensación, aunque fuera una lectura de él indirecta. Segunda razón: vi que uno de los autores de los textos que componen el libro era Carlos Castán. Como lector o fan de Tropo Editores, sé qué puede ofrecer Castán y es todo un pecado negarse a una lectura de él – el relato Las visitas lo demuestra -.
No tengo más razones para defenderme ante mi propia acusación de por qué me he leído un libro que homenajea a un autor al cual no he leído. Pero tampoco creo que las necesite. Gracias a los veinte autores que componen el libro he comprendido qué es John Fante, porque tras leerlo te queda la seguridad de que Fante no fue un simple escritor, sino – y lo sigue siendo – una marca impresa en muchos escritores que les obliga a seguir su estela, una estela que incluso marcó a alguien como Charles Bukowski. En el libro podemos encontrar un texto de Dan Fante – hijo de John Fante – igual que podemos encontrar otro de una alumna de Spinoglio de tan solo 23 años – Carla Farrán –. Cada uno con su propio estilo e incluso género (relato, ensayo, poesía,…).
Como en la vida de los Fante, nada aquí se rige por el nombre, por la norma generalizada. Música de ventanas rotas está compuesto por aquellos textos que los editores – Francesco Spinoglio y José Ángel Barrueco – han creído oportunos, tanto si el nombre que lo firma llamará la atención del lector o no. La mayoría de los autores que forman el libro confiesan que conocieron a John Fante gracias a Bukowski. Yo, de forma parecida, ahora puedo decir que he conocido a John Fante gracias a ellos.