Feminismo, machismo, violencia de género, feminicidio, maltrato, violación, sororidad, empoderamiento… son algunos de los términos que hoy en día copan nuestro léxico diario y el de los medios de comunicación, el cine y la literatura. Como ya he dicho en alguna que otra reseña, vivimos un auge del feminismo y cada vez son más las personas que investigan y debaten sobre él y que se autodenominan sin miedo ni vergüenza como feministas. Esto es un gran logro para un término que hasta hace no mucho tenía unas connotaciones tan negativas que ser feminista era igual a ser una revolucionaria que odiaba a los hombres, las mal llamadas “femininazis”.
Una de las periodistas más populares que habla sobre feminismo y además, radical, como ella misma lo califica, es Barbijaputa. Ya tiene algún libro en el mercado, pero Nadie duerme es su primera distopía. Para estrenarse en este género narra la subida al poder de un partido ultraderechista —TOTUM— en un estado inventado —Eare—, que tiene como causa principal acabar y perseguir al feminismo y a las feministas y poco a poco ha ido acabando con todos los derechos logrados por las mujeres, haciéndolas volver a la casilla de salida. En este entorno, varias mujeres se unen y forman un grupo clandestino con nombres de aves en clave (Búho, Alondra, Mirlo o Águila) para combatir al Gobierno.
El mundo creado por la popular periodista no es algo del todo nuevo, el ejemplo más claro y conocido es el El cuento de la criada de Margaret Atwood, pero tiene sus matices. Lo que más destaca en el libro es lo realista que resulta y el terror que ello conlleva. Lo cuenta de una manera tan natural que ves completamente factible que eso mismo pase mañana en muchos países si determinadas ideologías alcanzan en un futuro próximo el poder. Es más, es la realidad de muchas mujeres en otros países dictatoriales y machistas. Lo novedoso es la historia, un grupo de mujeres que se unen para asesinar a violadores, maltratadores, feminicidas y cómplices de todos ellos; y lo especial, es hacernos reflexionar sobre si el camino final para frenar la violencia es más violencia. Para ello, la autora se ha documentado sobre el funcionamiento y las técnicas de las células terroristas y se nota. Es lo más logrado del libro junto con su realismo y la angustia y el miedo que este transmite.
Por todo esto, es un libro duro, de difícil digestión, debido a algunas escenas de maltrato y violencia que narra, aunque no se recree ni abuse de ellas. De hecho, no es peor que lo que vemos día a día en los Informativos, pero si te metes en la historia, es descorazonador, sobre todo, si piensas que algo así ha pasado, pasa y puede volver a pasar.
La historia funciona, el mundo narrado también, pero los personajes no. He echado en falta más de profundidad en ellos, especialmente en la protagonista —Búho— de la que solo vemos la rabia y el odio derivados de su traumática infancia con un padre maltratador, pero no llega. Falta más duda en lo que hace, falta cargo de conciencia y faltan, de algún modo, hombres en su vida. Supongo que todas las que hemos llegado a este libro estamos de acuerdo en que el machismo en una enorme lacra contra la que hay que luchar y en que hay muchos hombres maltratadores, violadores y asesinos que odian a las mujeres, pero supongo también, que en las vidas de todas nosotras no solo han aparecido este tipo de hombres, sino que todas tenemos padres, abuelos, hermanos, amigos… que nos han apoyado y querido, lo que hace que seamos feministas, pero no odiemos a los hombres, como algunos se empeñan en decir. Por eso, se echa de menos algún miembro del género masculino en la vida de Búho que la haga dudar y reflexionar sobre si la violencia es realmente el camino. En el caso de querer enfocarlo por el lado de que no ha dado con ningún buen tipo y por eso hace lo que hace, debería de verse mejor reflejado con más relaciones fallidas a lo largo de su historia. No sé, no todo es blanco o negro y me hubiese gustado ver eso en el libro. Me hubiese gustado ver a una protagonista más humana, compleja y real. Con más alma. Y esto es aplicable al resto de personajes, que pasan totalmente desapercibidos.
A pesar de esto, una vez te metes en el libro, se lee rápido y bien, vas pasando páginas casi sin darte cuenta y te hace meditar sobre ese futuro que podría convertirse en presente generando ciertas cuestiones: ¿la violencia se combate con más violencia?, ¿el fin justifica los medios?, ¿es lícito tomarse la justicia por nuestra mano cuando esta falla y está en manos de personas no neutrales?, ¿si se mata a un asesino, está justificado?
En definitiva, entiendo que la autora ha querido poner el foco en el argumento, en el mundo al que da vida y en las reflexiones que todo esto genera, pero me hubiese gustado que los personajes estuviesen más desarrollados para poder empatizar con ellos y sentir más pena y tensión por lo que les pasa. Los libros con unos personajes bien perfilados y con un arco evolutivo evidente dotan de más fuerza al relato y al mensaje que con ellos se quiere transmitir. Con todo, recomiendo Nadie duerme a aquellos que quieran ver qué escenario podría plantearse si la ultraderecha llegara al poder y campara a sus anchas en él y a aquellos que se preguntan hasta dónde se puede y se debe llegar en la defensa de nuestros derechos.