Qué puedo decirle de este formidable libro. Que es… ¿puro napalm literario? ¿Un puto tren de mercancías aplastándole el pecho a su paso? Pues sí. Eso es justamente lo que es. De eso mismo estamos hablando. Porque este es un libro que arrasa con todo y en el que las bombas tienen voz y forma humana. Las bombas son ellos, los parias de la guerra más infame del siglo XX. Gente con nombre y apellidos que rebosa de dolor, de ira, e incluso de miedo. Porque NAM, (este NAM en forma de libro del que le hablo), es emoción desatada. Sus trampas cazabobos aquí son de papel, pero son terribles, joder, te destrozan. Esas historias y las reflexiones de sus protagonistas, sus frases abrasivas, le estallan a uno en la cara sin avisar.
De verdad, NAM le arrancará a usted el corazón de cuajo, qué otra cosa puedo decirle. Le hará falta un poco de estómago y mucha conciencia para NAM, esto es así, porque te maltrata de lo lindo. A ritmo de Green Onions, de bromas de chavales, cerveza calentorra y porros de marihuana, también es verdad. Pero, al final, terminará usted tan fugazi como he terminado yo.
No obstante, todo esto que acabo de decir significa, básicamente, que NAM es genial, brutal, directa, intensa y profunda. Una horrible maravilla. Una magnífica obra de no ficción sobre el antes, el durante y el después de la guerra de Vietnam, escrita por el autor estadounidense Mark Baker. Un compendio (inédito hasta la fecha en España) de los testimonios que el autor, siendo todavía un joven periodista, recogió a principios de los ochenta, con mucha escucha activa, en sus entrevistas con decenas de ex combatientes de aquella contienda que decidieron abrir su corazón y contarle “su verdad”, (la única que hubo), a un perfecto desconocido. Enhorabuena, por lo tanto, a la editorial Contra por traernos esta joya. He leído varios libros de su catálogo y son todos arriesgados y excepcionales.
Como le decía, el libro le ofrecerá una visión fidedigna y sin sesgo (mal)intencionado de lo que fue esa locura y esta es, sin duda, una de las cosas más interesantes del mismo. Porque uno llega a este tipo de textos con un cierto bagaje cultural, pero también, y por eso mismo, suele salir escaldado al contrastar esa imagen preconcebida con la más puta y sincera realidad. Y es que Vietnam fue muchas cosas, pero todas ellas están contenidas de alguna forma en este formidable libro. Y eso, es mucho decir.
La obra se organiza en diferentes capítulos que van desde el reclutamiento de los chicos y chicas protagonistas, pasando por la llegada a la zona de combate asignada, siguiendo con el momento de la fiesta y los fuegos artificiales, y terminando en las experiencias tras la deseada (no tanto) y decepcionante (bastante) vuelta a casa. Estamos hablando de más de trescientas páginas vertiginosas y llenas de voces que parecen estar muertas pero que están aquí, vivitas y coleando como todos nosotros. Voces que resuenan jóvenes todavía, rebeldes, aunque están envejecidas y derrotadas por dentro. Son voces que nos tiran a la cara el horror y la sinrazón de la guerra, pero, sobre todo, (y ahí reside otra parte de la magia de ese libro), que nos ponen frente a frente con nuestro propio egoísmo, con nuestra falta de empatía cotidiana, o con nuestra irracional forma de comportarnos en situaciones complejas. NAM es un espejo incómodo para el lector pues refleja también nuestra propia maldad y nuestro perpetuo sentimiento de culpa.
Esos ex marines nos dicen, bajo los faldones de la mesa camilla, que hacer el mal para salvar el culo, matar personas, puede llegar a ser algo sorprendentemente racional; algo muy fácil cuando no hay otra salida. Que el bien y el mal son dos caras de la misma moneda y que la moral y la ética son solo palabras huecas, convencionalismos sin valor ninguno que pueden arruinarte la vida. Y que el miedo a morir y la solidaridad ante el peligro inminente iguala a los hombres y mujeres que esta sociedad competitiva y capitalista se encargó de diferenciar un día. Pero también nos dicen otras cosas menos hirientes, aunque quizá lo sean incluso más. Porque las cosas siempre podrían ser de otra forma y la vida de un hombre, sea de donde sea, venga de donde venga, y haya hecho lo que haya hecho, es siempre la vida de un hombre y, por lo tanto, no debería haber nada más importante que eso. Y es que este es un libro que, en definitiva, nos habla de amor, de amistad, de solidaridad y de respeto. De humanidad. De la empatía hacia el que es diferente como el único camino para todo lo demás.
Como puede ver usted, es cerrar este libro tan radical y no tener término medio. Uno lo termina y enseguida comienza a plantearse qué será lo mejor, si cortarse las venas o dejárselas largas. Ser o no ser. Follar o irse a dormir. Después de leerlo, el mundo parece un poco peor, aunque eso no sea lo más importante.
Porque la clave está, creo yo, en cómo afronte cada uno esa terrible revelación. Los habrá que prefieran apretar el gatillo y ya está; matar antes de que les maten. Otros, quizá los más confiados o los que andan despistados o perdidos, serán alcanzados sin remedio. Muertos. Caput. (Excluidos). Pero yo, que soy de naturaleza inconformista igual que usted, me pregunto si después de NAM, pueden estar mucho más cerca otras opciones más constructivas.
Lea usted NAM, La guerra de Vietnam en palabras de los hombres y mujeres que lucharon en ella, de Mark Baker y luego, juntos, si usted quiere, impidamos que todo esto vuelva a ser posible.