Creo que es la primera vez que escojo un libro por su ilustradora antes que por su autora. Descubrí a Isabelle Arsenault en la edición que publicó hace unos meses Libros del Zorro Rojo de Carta al mundo y otros poemas, de la gran poeta estadounidense Emily Dickinson. En esta ocasión es de la mano de Editorial Impedimenta, dentro de su sello infantil La pequeña Impedimenta y en el que recoge la obra Nana de tela, de Amy Novesky.
En Nana de tela nos encontramos con Louise, una niña que ya desde un principio nos ofrece la sensación de solitud e hipersensibilidad. Viendo todo en forma de hilos, al estilo del trabajo de su madre – restauradora de tapices –, la pequeña Louise deambula por su entorno hilando el mundo. Todo para ella está configurado por hilos: las estrellas que ve junto a sus hermanos en el jardín, el río que pasa por delante de su casa, las relaciones familiares. Louise crece ayudando a su madre con los tapices y anhelando la presencia de su padre, siempre ausente por trabajo. Sigue creciendo y se marcha a la universidad, en París, dejando atrás la familia. En ese crecimiento externo e interno, Louise vivirá la pérdida, sufrirá heridas, vaivenes emocionales, cambios en su tejido vital que le harán dejar las matemáticas por aquello que pedía a gritos la llegada de su profundo sentimiento: el arte.
Gracias al arte, Louise superará la pérdida de su madre, siempre reflejada en sus obras, al igual que los hilos de lana. Verá a su madre como una araña, «prudente, paciente, conciliadora, perspicaz, indispensable…» y reparadora. Su madre reparaba lo que le llegaba roto y lo convertía en objeto artístico, al igual que hará ahora Louise. «Tejer era su manera de sanar». Siempre con sus recuerdos de infancia presentes, el mundo artístico de Louise irá creciendo hasta conformar su mundo, su atmósfera, su entorno vital. Para volver a la inocencia, la alegría, el amor y la felicidad de cuando uno todavía es niño.
Nana de tela se basa en la historia real de Louise Josephine Bourgeois – «la magia de mi infancia no se perdió nunca. Nunca se perdió su misterio. Ni se perdió su dramatismo» -, una de las mejores artistas de nuestro tiempo y que nos dejó en el año 2010 a la edad de noventa y ocho años. Así, Amy Novesky e Isabelle Arsenault han conseguido hacer con la vida de la artista lo que ella intentó hacer con su obra: hilar para crear historias, hilar para conmover, hilar para sanar e hilar para vivir. Nana de tela ayuda a vivir, sirve para vivir, como toda la buena literatura.
Un libro maravilloso, donde el texto y la ilustración se aúnan a la perfección.