Es probable que a lo largo de estos días (cuando escribo esto llevamos una semana confinados en casa y con la certeza de por lo menos tres más por delante) hayamos memorizado, de tanto visitarlas, el número de ventanas que tenga nuestra casa. Pero seguramente haya otras, me hago un poco el poeta, que todavía no hayamos acabado de visitar. Y no lo hayamos hecho porque aún nos queda alguna por abrir. Hablo de los libros, claro. No nos dejan salir y ahora toca buscar formas para suplir esa ausencia de calles, de abrazos, de verde. Por eso los libros. Y todavía mejor si el libro en cuestión habla de lo que ya tan lejos nos queda, el verde ese al que hacía referencia antes: la naturaleza. Porque Naturaleza se titula el libro del que hablo hoy, que me ha acompañado en mi primer fin de semana de confinamiento y que me ha dado la oportunidad de ver algo de verde en estos días grises. Lo firma uno de los grandes maestros de ese verde: Ralph Waldo Emerson, y lo ha ideado y hecho una de las editoriales que mejor, o por lo menos más bonito, sabe hacerlo: Nórdica Libros.
He dicho que lo firma Emerson porque suyo es el ensayo que ocupa estas páginas, pero hay más agentes en este libro o, para ser más exactos, en esta edición. Porque esas guardas verdes y esa calidad del papel y esa encuadernación tan genial no serían sin Nórdica, igual que no serían las bonitas ilustraciones a color tanto de fuera como de dentro sin Eugenia Ábalos, igual que no sería el texto en español (aunque también se ofrecen los poemas en versión original. Otro punto a favor de Nórdica) sin Andrés Catalán.
En este Naturaleza, de tapa dura y cerca de 200 páginas, encontramos los principios filosóficos de Ralph Waldo Emerson, el escritor, filósofo y poeta estadounidense que se convertiría en el “padre” de otro gran filósofo “verde” como Thoreau, y en base de la ya mítica Walden. Como digo, encontramos en él los principios filosóficos de Emerson, bien estructurados en ocho puntos (Naturaleza, Bienes, Belleza, Lenguaje, Disciplina, Idealismo, Espíritu y Perspectivas), que se van intercalando con las geniales ilustraciones a todo color de Eugenia Ábalos. Sumándole una introducción del propio autor y una serie de poemas en versión original y en castellano tenemos la totalidad del contenido de este gran libro que tanto sirve para leer (¿qué, si no?) como para fardar.
A lo largo de sus páginas leemos (pero casi podríamos decir que escuchamos) a Emerson ofreciendo sus pensamientos, sorprendentemente actuales, y hablarnos de su visión de la naturaleza, la espiritualidad, el hombre, la mente, el ojo, los animales o el mundo. Todo cabe en su ensayo igual que todo cabe en la naturaleza. Siempre con la infancia como punto de encuentro total con lo natural, Emerson nos habla del alejamiento que sufre la sociedad con respecto a su origen, del olvido que tenemos hacia lo que nos hizo surgir, nacer, ser. Nos habla de cómo la naturaleza no espera que seamos nosotros los que, activamente, vayamos a ella, sino que su funcionamiento, su vida, transcurre paralelamente a nuestra actividad, a nuestra atención. Pero, sabedor y defensor de que sin nosotros ella, ni nada, sería, nos anima a contemplarla, desde la pasividad, a respetarla, a amarla, a concienciarnos de que todo lo que somos (o por lo menos, todo lo bueno que tenemos dentro) se lo debemos a ella.
A lo largo de las páginas de este Naturaleza leemos sobre Dios, sobre el arte y el artista, sobre el ojo y la mente y la perspectiva humana, sobre «la correspondencia entre las cosas visibles y los pensamientos humanos». También sobre el lenguaje y su corrupción, sobre el hombre y su corrupción, pero también sobre la imposible corrupción de la naturaleza. Porque en nuestra base, en el fondo de todos nosotros, reside aquello que él tanto admira del ser infantil, la bondad absoluta del alma de los niños. Y es de ahí de donde nace lo natural, o, no sé, quizá es de lo natural de donde nace el alma. O, como defiende el propio Emerson, quizá sean una misma cosa, quizá debamos considerar «la naturaleza como apéndice del alma».
Un libro con el que hacer un viaje, bien quietos, cómodos y en casa, a la naturaleza. Un libro con el que pensar. Un libro que admirar. Un libro con el que pasar el rato ilustrándonos por el contenido a la vez que disfrutando por el cascarón. Lo físico mezclado con lo ideal, tal y como defiende Emerson. Eso es Naturaleza. Y seguramente mucho más. Pero eso ya te lo dejo a ti. Que lo disfrutes. Estoy seguro de que lo harás.