Reseña del libro “Naturaleza muerta”, de Sarah Winman
Tras leer la contraportada de Naturaleza muerta, donde dice: “En 1944 y, mientras las tropas aliadas avanzan y las bombas caen a su alrededor, dos extraños se encuentran en la bodega devastada de una villa toscana y comparten juntos una velada extraordinaria”, tuve la extraña sensación de que tenía que conocer esa historia, porque esas dos personas eran un joven soldado británico y una historiadora de arte de sesenta años que está allí rescatando obras y puede que sea una espía. Resuelta la duda de que no se trataba de una novela de enamoramientos en tiempos de guerra, me decidí a leerla y, tras hacerlo, llegué a la conclusión de que cuando una historia está bien escrita es muy difícil dejarla ir.
Naturaleza muerta de Sarah Winman, publicada por la editorial Letras de plata, se ha convertido en uno de esos libros que estarán en mi imaginario ahí a partir de ahora, junto a otros títulos que me han conquistado de igual forma por todo lo que me han hecho sentir. Hacía tiempo que una lectura no me emocionaba y con esta ha habido varios momentos en que he tenido que parar para coger aire y apaciguar mi espíritu.
La Segunda Guerra Mundial tiene a Ulises Temper en Italia luchando codo con codo con el capitán Darnley, se cuidan uno al otro desde que la contienda los unió. Ulises hace las veces de chófer personal de su superior y el día que tiene que recogerlo en un castillo que acaban de liberar de la ocupación alemana, recoge por el camino a la señorita Evelyn Skinner, una sexagenaria que anda por ahí rescatando arte de las manos invasoras. Los tres compartirán esa velada inolvidable que comentábamos al comienzo, entre los cuadros y vinos escondidos en una habitación secreta que el ejército enemigo no ha descubierto en la bodega del castillo; hablarán de arte, de Italia, de sueños por cumplir y Ulises recibirá un consejo de Evelyn que cambiará su vida: debe visitar Florencia antes de dejar el país. Será en ese corto período de tiempo que nuestro protagonista pase en la ciudad, siguiendo el consejo de su inesperada musa, cuando descubra que un gesto amable puede cambiar el curso de una vida.
Cuando Ulises vuelve a su Londres natal se reencontrará con sus viejos amigos:
- “Cress” el anciano que lo quiere y aprecia y que ha estado cuidando a Peg (la esposa de Ulises) en su ausencia. “Ahora que has vuelto, creo que esta noche podré dormir” le dice cuando lo ve regresar de la guerra sano y salvo y eso, permite conocer el tipo de relación que tienen. Es un personaje tan entrañable y alegre que Naturaleza muerta no hubiera sido lo mismo sin él. Tiene un don clarividente que nos sorprenderá en más de una ocasión.
- También se reencontrará con la dulce niña Ginny y su gruñón padre Col (que nada más ver a Ulises lo acoge en su casa y lo pone a trabajar con él en su taberna)
- el extrañamente inteligente loro Claude que nos sacará más de una sonrisa y muchas lágrimas con sus ocurrencias, sus citas de Shakespeare y sus consejos amorosos
- su esposa Peggy, de belleza inalterable, a la que conoce desde la adolescencia y con la que se casó antes de ir a la guerra más por protegerse mutuamente y por las circunstancias que por amor verdadero. La relación más sincera y bonita que he leído nunca.
- Pete y su piano, con sus ojos entrecerrados, su cigarrillo, su amistad sincera y su honestidad.
Todos estos personajes son especiales y conforman una familia de esas que se crean con los años y momentos compartidos.
Cuando Ulises viaja a Italia nuevamente (por circunstancias que debes averiguar tú mismo leyendo Naturaleza muerta) conocerá a Massimo, a Des, a una condesa y vivirá junto a su Alyss los mejores momentos de una vida no esperada. … personajes que van configurando una vida de superación, de amistad, de recuerdos, de sorpresas (y no te cuento nada de Alys porque prefiero que la descubras tal y como la autora lo plantea).
Naturaleza muerta es una novela con un hermoso mensaje: no hay distancia lo suficientemente grande que no me permita estar a tu lado cuando me necesites.
La amistad es lo que mueve a todos los personajes, el querer ayudarse, vivir la vida juntos, saborearla, llorar cogidos de la mano sin decir nada, ver una película de Fellini recién estrenada, contemplar atardeceres desde un banco en la plaza del pueblo, recibir a los turistas ingleses, crear globos terráqueos con mensajes escondidos entre sus dibujos, beber una botella de vino mientras disfrutan del silencio y de la mutua compañía.
Naturaleza muerta es un regalo literario para quien gusta de historias con alma y corazón propios. Inolvidable, cautivadora y capaz de ablandar los corazones de quienes se atrevan a pasar sus páginas.