Sofía Rhei es una autora prolífica, y yo, por el momento, solo me he leído tres de sus libros. Pero esa pequeña muestra me ha bastado para darme cuenta de su versatilidad literaria. La descubrí con El bosque profundo, un libro de microrrelatos muy peculiar, me divertí con su novela romántica La importancia del 15 de febrero, y ahora me he sorprendido con Newropia, la que quizá sea la obra más ambiciosa que ha escrito hasta el momento. Con solo leer unos capítulos, ya se intuye el trabajazo que hay detrás.
Newropia se narra desde dos puntos de vista. Por un lado, el de Elliot, un adolescente con las hormonas desatadas que vive en un pueblo llamado Xanadú, en 1986. O eso cree él. Porque no, no es 1986, sino 2050. El regalo de su dieciséis cumpleaños es descubrir que Xanadú es solo uno de los microestados en los que se ha dividido el continente en los últimos años, una recreación de los años ochenta, la que se considera la mejor época para crecer feliz.
El otro punto de vista es el de Verbena, una bruja de Foresta, donde no existe el concepto de lo masculino ni la monogamia, y las mujeres viven en armonía con la naturaleza. Un lugar que poco tiene que ver con el mundo que existe más allá de sus bosques.
Tanto a Elliot como a Verbena se les encomienda una misión de vital importancia: impedir que se construya un gran parque de atracciones, uno de esos sitios horribles dedicados al consumismo desenfrenado, que hará que el equilibrio entre el Sistema Simpático (capitalista y tecnológico) y el Sistema Parasimpático (ecológico y prosocial), que actualmente dominan la política, se desestabilice a favor de los primeros, que solo piensan en amasar dinero, a costa de la sostenibilidad ecológica, ya en seria precariedad.
De esta forma, Sofía Rhei nos presenta Newropia, una nueva concepción de Europa, donde grupos de unas miles de personas crean su estado a medida, según lo que más les gusta y estableciendo sus propias normas. Una realidad de la que los habitantes son conscientes a los dieciocho años y tienen derecho a viajar para conocer el resto de las comunidades y escoger su mundo ideal. Aunque, por supuesto, eso cuesta mucho dinero.
Con lo que he explicado, creo que ya se intuye el inmenso worldbuilding de esta novela. En los agradecimientos, Sofía Rhei reconoce que nunca había tenido que tomar tantas decisiones por página y que ha dejado fuera casi más material que el que ha incluido. A través de este mundo de microestados, hace una audaz reflexión sobre los roles de género, la identidad sexual, el capitalismo, el turismo, la publicidad, la ecología, la felicidad y la libertad, lo cual no menoscaba el sentido del humor y el entretenimiento, que son una constante en la novela.
No me quiero olvidar de resaltar dos detalles que hacen aún más especial Newropia: el entrañable personaje de Segismundo, que siempre habla en verso, y ese final premonitorio, a pesar de que Sofía Rhei acabó esta historia en 2019.
Una novela que nos muestra la utopía como un anhelo imposible, pues el mundo perfecto para unos siempre será el infierno para otros.