Newton: la gravedad en acción, de Jordi Bayarri
Hubo un tiempo, cuando yo era un poco más joven, en el que una de las asignaturas que más me costaba memorizar era las matemáticas. Fuera cual fuera el contenido del mensaje que me proporcionaban, mi cabeza convertía esas palabras del profesor en un simple blablabla que no tenía ningún sentido e iba por las clases con la cabeza gacha y sin saber muy bien a qué atenerme, ya que si no entendía nada, mucho menos iba a aprobarlas. Después, en una suerte de juego macabro, resulta que en el itinerario del instituto me pusiera Física y Química, y ahí fue cuando me llevé las manos a la cabeza y tuve que plantearme si no estaba equivocándome de rama a la hora de seguir con mis estudios. Bien, ilustro con esta imagen de lo que voy a hablar aquí porque, de alguna manera, si yo hubiera tenido referencias como Newton: la gravedad en acción es muy probable que me hubiera ido de forma diferente. ¿Por qué?, preguntaréis vosotros, y haréis muy bien en cuestionarme. Pues por una simple razón: acercar a los jóvenes el mundo de la ciencia, en un cómic que les pueda enseñar a las mayores figuras de ese mundo, sin la necesidad imperante de resaltar con tecnicismos cada una de las página, ya me parece loable. Mucho más todavía me lo parece el poder entender cómo fue la vida de un hombre como Isaac Newton que trajo tanto a este mundo y con el que, desgraciadamente, nos hemos quedado todos con la anécdota de la manzana. Así que yo abrí este libro pensando en qué me iba a encontrar, porque al principio recordé aquellos momentos, aquellos tiempos en los que mi cuerpo temblaba al oír hablar de cualquiera de estas materias. Todo lo que descubrí, viene a continuación, así que no os lo podéis perder.
En primer lugar, hay que alabar el gusto de Jordi Bayarri por la iniciativa de crowfunding que ha conseguido, en un período de tiempo relativamente corto, sacar tres títulos de esta magnífica colección sobre los científicos con más nombre del panorama mundial. Son ideas como estas las que proporcionan al lector una pequeña fe en lo que puede conseguirse en la literatura, sea del género que sea, en nuestro país. Pero si a todo esto – el movimiento inicial y su financiación -, le sumamos la capacidad del autor de crear una obra como Newton: la gravedad en acción que, aunque pueda estar pensada para niños, en realidad lo puede estar a la altura de los adultos, de la combinación de ya solamente esas dos cosas, puede salir algo tremendamente bueno. Uno va observando las viñetas que aparecen en el cómic, y resulta que se va enterando de la vida de un Isaac Newton que guardaba dentro algo mucho más importante que solamente su anécdota de la manzana que cae del árbol. Pocos sabíamos – a excepción de los apasionados por las matemáticas, lo sé – que fue presidente de la Royal Society de Londres, o que uno de sus primeros estudios de Óptica, fue el punto de partida para todo lo que vino después. Que fue un adelantado a su tiempo, y que no paró nunca hasta conseguir lo que pretendía, rozando incluso la obsesión y el aislamiento social. Así es, eso es todo lo que guarda en su interior este cómic, esta novela gráfica, que nos envuelve al lector en una breve biografía de un hombre que cambió la forma de ver el mundo y por el que, desgraciadamente, los jóvenes de hoy en día, no acaban de interesarse por la crítica que siempre hago a la forma de educar que tenemos en estos momentos.
Hay quien me dijo una vez que eso de los cómics no servía de nada, todo dibujitos, pero nada más. Hoy, si yo volviera a tener delante a esa persona, podría contestarle que eso es que no ha conocido a Jordi Bayarri, que si se hubiera molestado en echar un vistazo a Newton: la gravedad en acción pensaría de forma diametralmente distinta. Pero no le volví a ver, aunque yo pude entender que cuando se trata de encontrar una lectura que te atrape, te divierta, te enseñe, hay momentos decisivos, hay instantes que lo cambian todo, y eso es lo que se nos propone aquí, no sólo en este nuevo volumen sino en todos los anteriores, hablándonos de Darwin o Galileo que dibujan para nosotros una especie de mundo paralelo donde podemos perdernos y descubrir todos aquellos acontecimientos que, de otra forma, nos pasarían desapercibidos entre tanto libro de texto grueso y lleno de letras, sin sentido, y sin un significado específico.