Reseña del libro “Nicholas Nickleby”, de Charles Dickens
La editorial Montesinos nos trae este clásico de la literatura, esta obra maestra de Charles Dickens, traducida por Pedro Horrach Salas y David González, que nos evitan tener que volver a leer al autor inglés con trabajos realizados hace muchos años y cuyo lenguaje y estilo puede quedar obsoletos.
A mí, personalmente, este Dickens reivindicativo me pone muy triste, porque con su crítica social expone de manera brutal una realidad, la que se vivía en su época y que aunque puedan parecer exageradas no hay que olvidar que está denunciando su sociedad y eso es valiente, merece la pena el bajón.
Si David Cooperfield consiguió sumirme en una tristeza profunda durante su lectura, con Nicholas Nickleby me he mantenido durante todas las páginas entre la rabia y la impotencia. El tío Ralph Nickleby ha conseguido ponerme de los nervios y hacer que sienta un odio irrefrenable hacia él. ¿Cómo es posible que Dickens creara este personaje?, ¿tendría un modelo real en el que inspirarse? Miedo me da pensar que así fue.
La vida nos depara diferentes destinos incluso naciendo bajo la misma familia, Dickens lo pone de manifiesto desde Ralph y su hermano Nicholas y desde los hijos de éste Kate y Nicholas (el que da título al libro). Si bien en los primeros hablamos de diferencia de suerte con el dinero y las inversiones (mientras Ralph convierte en oro todo lo que toca, Nicholas pierde todo su dinero en una sola inversión), con sus hijos hablamos de suerte en otro sentido, Nicholas vivirá un horror en el orfanato donde irá como ayudante y Kate tendrá que sufrir a su tío y sus ideas diarias para sacar dinero a su costa.
Nicholas Nickleby fue publicada originalmente por entregas entre 1838 y 1839, pero tuvo tanto éxito que en cuanto se terminaron de publicar todas, empezaron a salir al mercado en tomos únicos. Esta obra es un ejemplo más de como Dickens era capaz de hacer que parezca fácil el oficio de escribir. Su prosa, su estilo, sus herramientas, todo ello surge de forma tan natural que sus historias parecen simples, pero gozan de una complejidad apabullante.
Hoy día, leer este tipo de historias (huérfanos que sufren muchas penalidades buscando cierta felicidad al final) pueden parecer aburridas, pero si las escriben autores como Dickens, el riesgo radica en no leerlas.
Pero no todo es malestar y tristeza. En Nicholas Nickleby también hay sitio para la esperanza y podremos conocer almas puras y buenas dispuestas a ayudar al prójimo sin pedir nada a cambio. Dickens nos da una de cal y otra de arena. Hace con nosotros lo que quiere, nos hace llorar, nos hace reír y a veces las dos cosas a la vez y en el mismo capítulo.
Al final de sus obras, nunca estoy segura de si lo he pasado bien leyéndolas porque me han gustado o porque me han hecho sentir muchas cosas a la vez.
Eso sí, cuando Charles Dickens se dispone a plantearnos un final feliz, lo hace con todas las consecuencias. No esperes medias tintas. En esta ocasión me ha gustado como cierra la historia, cosa que no me ocurrió con Grandes Esperanzas donde hubiera preferido que el destino de Pip pasase por otro camino.
Nicholas Nickleby editado por Montesinos es una buena opción para acercarnos a esta historia de un Dickens en estado puro.