Aviso: este no es un libro de autoayuda o un manual de cómo dejar de fumar. Lo digo por si a alguien se le ocurre leerlo o regalarlo con la intención de que pueda ayudar en esa difícil tarea. Puede ser inspirador, eso sí, pero si estás metido en el humo, no sé si esto te podría animar a dejarlo, o al revés.
El protagonista, que es el escritor, ha intentado dejar de fumar otras veces, y decidió hacer un estudio profundo, obsesivo, sobre las causas de su adicción al tabaco. Desde antes de nacer, ya estaba rodeado de humo y nicotina, por lo que su destino era fumar, sí o sí. Siempre lo consideraron un niño enfermo, cuando lo que estaba era intoxicado. Nos cuenta como fue creciendo pegado al cigarro y cómo evolucionó su relación con el tabaco a lo largo de su vida. En Nicotina se explican los efectos del tabaco y el tabaquismo, que son demoledores. Pero lo que más le duele o le pesa al escritor es la dependencia a la sustancia. Cómo puede algo externo manejar los hilos de nuestra vida hasta hacernos parecer marionetas. También nos explica el placer que le han proporcionado muchos de esos cigarrillos que se fumó, un placer efímero pero muy intenso. En la actualidad lleva casi un año sin fumar, pero tiene que convencerse todos los días de que está haciendo lo correcto, de que él puede con ello. Anda buscando los halos de humo que dejan otros para consolarse. Le ayuda en la superación de la adicción, el deporte, que practica con asiduidad y que le recuerda que en sus etapas de fumador no podía disfrutar porque no le daban los bronquios para las dos cosas.
Es una reflexión sobre el tabaco y su adicción. Está contado con bastante sentido del humor, es entretenido y tiene ese punto de obsesivo de alguien con el mono: rápido, repetitivo, de darle vueltas a cosas que ya están habladas, analizando, destripando, volviendo a componer. Es fácil de leer, aunque sea un ensayo y tiene alguna fotografía que aligera todavía más la lectura.
Yo he fumado en algunas etapas de mi vida, hace mucho tiempo que no lo hago. Nunca me he considerado muy dependiente del tabaco, pero esa es una idea que tienen todos los fumadores. No lo echo de menos, pero reconozco que tengo asociado con el tabaco buenos momentos de mi juventud. Pero, como al escritor, lo que más me gusta de no fumar, es el que yo he podido con el tabaco, la idea de superación, de que yo manejo la situación, de ser libre para decidir si fumo o no. El tabaquismo te hace esclavo y dependiente y eso es espantoso. Yo me crié pegado a un fumador compulsivo, que afortunadamente pudo superar su adicción. Pero viví durante los primeros años de mi vida oliendo a tabaco. La salita en la que veíamos la tele, tiene como unos doce metros cuadrados y allí estábamos toda la familia apiñada en el sofá metidos en una nube espesa de humo. Se fumaba una cajetilla de Habanos, que eran como los Ducados pero más fuertes, en una sesión de tarde-noche. Y mi hermano y yo allí pegados a la nicotina. Hoy lo pienso y me parece un crimen. Lo que no sé es como no tenemos más secuelas de las que tenemos. Efectivamente, los dos hemos sido fumadores y los dos lo hemos dejado.
Casi todos tenemos dependencia a alguna cosa. Algunas son más llamativas, como la de las drogas, pero hay mucha dependencia a pastillas con receta, que es igual de malo. La del alcohol, que está socialmente aceptada hasta que la cosa se desmadra. Algunos trastornos alimenticios también tienen que ver con adicción. Hay gente que está enganchada al deporte y lo practica obsesivamente, aunque se lesione. Las redes sociales, el estar conectado constantemente, es otra adicción. Otros se enganchan a personas o al sexo y así podría estar durante un buen rato, enumerando adicciones. Algunas son más peligrosas que otras para nuestra salud o nuestra integridad, pero todas tienen ese enganche que a mí, personalmente, es lo que más me molesta: el no poder elegir libremente por culpa de la dependencia.
El libro nos deja un epílogo muy esperanzador, en el que nos habla de lo maleable que es el cerebro y de que cualquier hábito, por arraigado que esté, es modificable. Así que a liberarse, que sí hay remedio y está dentro de uno mismo