No tenía ni pajolera idea de quién era Jordi Puntí hasta hace unos días. No importa. Afortunadamente, me gusta entrar en las librerías y leer las contras de los libros que me llaman la atención, y este lo hizo. Esa portada ilustrada con la obra titulada “Acordaos de rezar antes de hacer maldades” ya era un aviso de que el contenido iba a ser atípico, como mínimo. “Esperado regreso de Puntí al cuento” era la frase de la faja que secundó el impulso sin remedio hacia él. Leyendo un poco averiguo que hacía quince años que el tal Puntí no publicaba un volumen de cuentos y que es “uno de sus más dotados cultivadores en activo”. Prometedor, pienso esperanzado. Sigo leyendo y las breves sinopsis de los nueve cuentos de los que se compone el libro me convencen. Ya está. A la saca. Por si tenía poca lectura atrasada, uno más.
Sin embargo, Esto no es América ha sido una revelación. Una lectura más que agradable, que debe hacerse de manera reposada, que es, por otra parte, como deberían leerse la mayoría de libros, aunque no siempre podamos. Pero consejos vendo… yo los he leído con una voracidad desmedida porque no podía frenarme. Imposible. Con eso lo digo todo.
Casi todos, por no decir todos, los relatos tienen en común la soledad del narrador. Da igual que en algunos este se encuentre casado feliz o infelizmente, superando una crisis o sin problemas en el horizonte de su paraíso particular. Lo que leemos son los pensamientos, esperanzas, recuerdos y añoranzas (muchas de estas) de un protagonista que suele estar moviéndose hacia algún sitio y que en su odisea suele cruzarse también con otros solitarios.
“Tarde o temprano todos descubrimos qué papel nos ha tocado interpretar en el teatro de la vida.”
Dice la contra que “si hay un hilo conductor que une estos cuentos es la música”. En mi opinión, aunque la música esté presente, no me ha parecido con la suficiente fuerza como para hablar de hilo conductor. No es el común denominador. En cambio, el movimiento y la soledad, sí. Eso diría yo que definen estos cuentos. Eso y la figura del perdedor en distintos frentes: emocional, profesional, vital…
Pero, a pesar de este protagonismo del perdedor, los cuentos son optimistas y en algunos hay ligeros toques de humor. A ver, no son la alegría de la huerta, pero no son historias sobre gente hundida en la miseria, no van por ahí los tiros. Incluso en uno de los cuentos, el protagonista parece que acaba encontrando una pareja. Y en La madre de mi mejor amigo, un estupendo relato erótico, el protagonista tampoco acaba mal precisamente. Algunos tienen hasta un humor negro que te dejan un poco con el culo torcido, como en el caso del cuento Riñón.
Una cosa que me ha sorprendido ha sido la capacidad de Puntí de empezar una historia por un punto, desviarse hacia otro, de ahí poder hacer otro desvío y finalmente volver al punto inicial para seguir narrando. Así ya tenemos toda la información para poder entender al protagonista de turno de forma hábil y ciertamente entretenida.
En cuanto al estilo, no puedo estar más de acuerdo en que Puntí domina los resortes del cuento. Leerle es un auténtico placer. Escribe que parece fácil hacerlo, pues sus cuentos se dejan leer con una facilidad pasmosa que te arrastra sin darte cuenta y te permite observar las escenas cotidianas de la vida desde un punto de vista que creías tuyo propio.
En definitiva, Esto no es América es un libro que no veo como ningún amante de los cuentos puede dejar pasar. Puntí es todo un cuentista nato, y yo no voy a tener más remedio que acumular sus libros anteriores en la pila de pendientes, ahora que ya sí, lo conozco algo más.
Una lectura sublime y no, ni es América ni falta que hace.