Reseña del libro “No dejar que se apague el fuego”, de Miriam Toews
Vuelve Miriam Toews a utilizar el mismo material narrativo con el que conformó “Pequeñas desgracias sin importancia” (magnífica, muy recomendable, por si no la han leído). Familia desestructurada descrita con voz de mujer en primerísimo plano, sororidad, responsabilidad afectiva, vínculo y conflicto intergeneracional. Sabemos a estas alturas que gran parte de lo que da forma a sus novelas es autobiográfico, y procede de sus raíces en el seno de una estricta comunidad menonita en Canadá que ya conocemos de sobra, pero después de la lectura la sensación general es que eso no hace que nos cansemos de sus historias.
Quizá sea el humor el elemento que hace que lo consiga. En No dejar que se apague el fuego lo encontramos de nuevo. Humor por todas partes, en ocasiones bastante negro, humor para conjurar las desgracias y los demonios, como algo chocante. Nos hemos acostumbrado a que ciertas historias y ciertos temas (el suicidio, por ejemplo) cursen con tono grave y Toews se propone demostrarnos de nuevo que no tiene por qué ser así, hay un momento para el llanto amargo pero en general la vida puede tomarse como una sucesión de tiras cómicas. Es lo que aparenta esta novela, en la que la narradora, Swiv, relata las vicisitudes de la singular familia que forma con su madre, embarazada y enfadada con el mundo y su delirante abuela Elvira.
Las tres protagonistas de No dejar que se apague el fuego se parecen sin duda a las que ya encontrábamos en “Pequeñas desgracias”. Son cáusticas y resilientes, realistas pero sensibles, con una imaginación desbordante. Los hombres, por su parte, están ausentes o se encuentran en un borroso segundo plano. El padre de Swiv es la segunda persona a la que ella dirige su relato, en forma de larga carta tras su desaparición, misteriosa e inexplicada, pero no tiene peso en la novela. Esa ausencia no es la única intriga que vaga por el libro. Tampoco conocemos bien la edad de Swiv hasta que ella misma lo revela muy avanzado el texto, y, aunque sí nos cuenta que ha sido expulsada de la escuela, no tenemos muy claro el porqué. Eso sí, la expulsión resulta la excusa perfecta para que pase todo su tiempo en casa y sea su abuela la que la eduque con unas clases, por así decirlo, fuera de la norma, que aportan algunos de los mejores momentos del texto.