Bueno, bueno, Blas Ruiz. Pues ya te he pillado. Por fin te he leído. Ya era hora. No recuerdo cuando comencé a seguirte en Twitter, pero no fue hace mucho. Ni poco. ¿Un año? No lo sé, y tampoco importa. Me llamó la atención lo bien que hablaban los lectores de tus libros (que son legión y que si, como Thanos, chascaras los dedos y se lo ordenaras, matarían por ti, y eso es algo muy bonito), las promociones que hacías de ellos en formato electrónico (casi los regalas), lo de ser número uno de ventas en Amazon, y lo activo que eras en la red del pajarito. ¡Incluso más activo que Gellida, diría yo!
Así que me propuse leer lo próximo que pariera tu criminal mente, que ha resultado este No mentirás, antes conocido como Mors, y comprobar en mis carnes si la fama es merecida o no.
No nos asustemos, no estamos ante un libro bíblico ni parecido. Estamos ante un thriller carnicero a tope. Casquería fina cosa mala y un asesino que le ha cogido gusto a la cosa de pinchar a la gente y dejar pistas adrede para jugar al “a ver si me cogéis, polis panolis”. Bien. El argumento no es nuevo, pero no importa si se hace bien y entretiene. A todos nos molan estas novelas en las que nosotros mismos nos creemos muy listos y capaces de atrapar al villano.
Todo comienza cuando nuestro prota, Carlos Lorenzo, un abogado de los muy muy caros, y con más manías que Nadal antes de servir, –(“Los becarios estaban avisados de que a las siete cuarenta y cinco de la mañana, el café tenía que estar a noventa grados centígrados justos, hecho conuna presión de ocho bares –que uno de los sensores de la moderna cafetera se encargaba de medir–, lleno a un setenta y cinco por ciento del vaso y con la mezcla de cafés que él mismo compraba por internet procedente de Colombia…”)– recibe la noticia de que su padre, a quien no ve desde hace unos veinte años, se ha suicidado y tiene que desplazarse de Madrid a Mors, un pequeño pueblo en Alicante, para todo el tema del papeleo, funeral y, si es posible, arrojar un poco de luz sobre lo que pudo haber llevado a su padre a suicidarse, cosa de la que no tiene ni zorra idea, por cierto.
Una vez en Mors encontrará un mensaje oculto de su padre, y de ahí a desatarse el infierno un paso, porque todo parece indicar, (cuando digo todo me refiero al reguero de cadáveres que irán sucediéndose como la noche al día), que un asesino en serie anda suelto en un pueblo en el que nunca pasa nada, pero cuando pasa lo hace sin reparar en sangre para celebrarlo.
Por otra parte, Nicolás y Alfonso afrontarán su primer día tanto como inspectores como en su nuevo destino, estrenándose con ese caso, que para Alfonso, traumatizado por un suceso de su pasado reciente, será aún más agobiante y le llevará a cuestionarse su valía profesional y a tener momentos en los que se cree una puta mierda y otros en los que se verá como una mezcla de Hércules Poirot y Superman.
Pues esa es más o menos la sinopsis. ¿Ahora qué hago? ¿Me has convencido o no? ¿Te sigo siguiendo en Twitter o te hago unfollow, Blas Ruiz?
A ver. Para empezar, colocar una cita de Batman Begins nada más empezar, ya es todo un puntazo friki que te cagas. ¡Así, sí se cita!
Para seguir, otro punto a favor es que desde el comienzo la historia empieza fuerte y el ritmo no baja en ningún momento. Vemos intercaladas las tramas de Carlos y de los polis y ninguna aburre, todas tienen el máximo interés. En otros libros de estructura similar me ha ocurrido que me gustaba tanto una de las partes que cuando se cambiaba el punto de vista narrativo poco menos que se me venía el mundo encima… Aquí no. Ambas visiones mantienen el equilibrio y se leen con mucho placer y sin cambios bruscos de ritmo, y esa es otra; puede parecer un tópico, y algo ya muy manido, pero no, soy sincero: estaba tan enganchado a este tochazo de quinientas y pico páginas que robaba tiempo al sueño y cuando tenía que ocuparme de tareas ineludibles, en el fondo no hacía otra cosa que pensar en el libro, intentar desentrañar el misterio que me tenía con el culo prieto e identificar al asesino.
“Qué diferentes somos de como creemos ser”
El estilo es fresco, directo, con giros, expresiones e incluso tacos que te acercan al carácter de los personajes y entenderlos. Es muy fácil de leer, va al puto grano, sin descripciones barrocas ni florituras innecesarias que compliquen la lectura, y el desarrollo argumental es sólido y creíble.
Por otra parte, se nota la documentación, se ve que el autor conoce los procedimientos policiales forenses (de hecho habla de ello en su libro ¡Que nadie toque nada!) y todo ello bien mezclado ayuda a que podamos creernos el devenir de los acontecimientos, los razonamientos y deducciones de la pareja de policías y que no haya nada que chirríe o nos parezca fuera de sitio como para hacernos decir “pero wtf?”
Lo único un poco así, cómo te diría, forzado, es ese giro final. No sé, demasiado girado. Había llegado a pensar en ello, pero lo deseché por demasiado increíble. Pero oye, tampoco está mal pensado y lo explicas bien.
En definitiva, No mentirás es un libro que se convertirá en superventas y con toda justicia, pues da lo que promete, es un gran entretenimiento, está bien escrito, tiene un ritmo frenético que no decae, engancha que da gusto y además tiene la virtud de meterte el gusanillo de querer leer más del autor, cosa que no voy a tener más remedio que hacer.
Muy recomendado.