Anoche terminé la lectura completa de Noche que te vas, dame la mano. No lo he leído en dos días, ni en tres, me ha costado un poco más. Es extraño, unas veces vengo rápido al teclado al terminar un libro porque tengo ya claro lo qué les quiero contar, lo que he sentido al leer el libro y donde me han transportado todas esas sensaciones. Otras veces dejo la lectura en reposo antes de venir aquí a contarles el porqué de mi recomendación.
En esta ocasión se dan las dos circunstancias, debería haber reflexionado sobre lo que les quiero contar de este libro de Mario de los Santos… Pero no puedo. Así de irresponsable soy, y aquí estoy, dispuesta a hablarles de este libro así, a bocajarro, sin haber hecho ni un mínimo de digestión sobre él. Y seguramente dentro de un mes quiera modificar esta reseña, darle mayor profundidad, o hablarles más de la trama, o de esos capítulos que parecían no ser de aquí ni de allá pero que me hacían parar la lectura y pensar…, que ya saben que hay libros que pareciendo sencillos te tienen la mente atrapada durante un tiempo.
En primer lugar les recordaré que ya les he hablado en otras ocasiones de Mario de los Santos, pero ahora les digo que aunque ya les haya hablado de él, tampoco eso dice mucho, porque en cada libro suyo encuentro un registro diferente. Supongo que el hecho de haber sido en su día editor le hace ser un explorador de la literatura. Podríamos decir que nos presenta calidad sin matarnos de desidia y aburrimiento.
El inicio de la lectura me pareció extraño, tanto que pensé que me había equivocado al seleccionarlo para este momento de mi vida, y recordé aquello de Ortega de yo soy yo y mis circunstancias. Quizá mis circunstancias no estaban para las primeras 20 páginas… Pero ¡Qué va!, seguí y me dejé llevar, y ni se imaginan como me alegra haber persistido en la lectura y poder estar ahora aquí para hablarles de estas cuatro historias que hacen una sola.
Supongo que alguien dirá que es una novela negra, bueno, pues sea. Pero si me preguntan a mí de que trata este libro les tendré que decir que de la vida, que de eso suele ir la literatura. El libro va de la inestabilidad mental, del deseo, de lo que mueve el poder, de la influencia de la iglesia, de sexo, del miedo al dolor, de enfrentarse a la muerte, en fin, como les decía antes, el libro versa sobre la vida.
Es cierto que el autor nos cuenta una extraña historia de la muerte de unas monjas en un convento, pero no es menos cierto que llega un momento en que ni nos acordamos de porqué estábamos allí, porque Mario de los Santos ya nos ha llevado a otras historias, historias tan turbadoramente humanas que necesitas ir digiriendo más lentamente. Leer sin prisa, ¿recuerdan como decía Tierno Galván que había que leer? Pues sí, como comen las gallinas, levantando la cabeza de vez en cuando para reflexionar sobre lo leído. De ahí que el libro me haya durado casi una semana, he tenido que alternarlo con la escritura de poemas propios mientras escuchaba la música de los Suaves, ya que ésta es la banda sonora del libro. También he releído a Alejandra Pizarnik, y no me ha importado absolutamente nada que alguno de mis versos se haya contaminado de todas estas noches que se van…
Es curioso que durante muchas páginas me haya atrapado con sus divagaciones: “Nadie querría ser una hiena. Ni el monje tibetano más bondadoso aspiraría a reencarnarse en un animal así. Ni nos gusta su sonrisa ni nos gusta su dieta. Una hiena a pesar de tener un cierto parecido con un perro callejero que hubiera sufrido un accidente, no es capaz de desplegar nuestra piedad ni nuestro cariño…”.
Una vez que hemos avanzado por el libro vamos conociendo a muchos personajes que entrecruzan hechos con reflexiones, unos personajes extraños y poco creíbles al inicio, y cuando digo inicio me refiero siempre a las primeras cuarenta páginas de las 300 por las que después nos paseará el autor de una forma perversamente real.
Nunca pensé que leería con interés la vida y reflexiones de un tipo acusado de abusar sexualmente de su hija, de una monja que realiza espectáculos porno, un policía enamorado de una compañera de clase a la que hacía bullying en el colegio, o de una mujer a la que acaban de diagnosticar un cáncer…, en definitiva, personajes psicológicamente complejos que nos abruman con sus pensamientos y nos desbordan con sus hechos, pero sigo sin poder dejar de maravillarme ante cosas como esta:
“Dice la gente que sabe que el hábito de leer aumenta el conocimiento y la imaginación, pero, además, creo que también transforma y define el modo de querer. Creo que uno ama como leer. Leyendo se aprende a mirar, a sentir, a darse, a tallar el nombre en el alma del otro …”.
Dicen que la novela va de una ciudad que prepara una Exposición Universal en la que hay quien ya tiene la vista puesta en diferentes edificios históricos para hacer su particular agosto, y de unas monjas que se resisten a dejar su convento y de lo que hacen por permanecer en él, … Eso dicen.
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