Hay veces que uno se entera de las cosas que han ocurrido en el mundo de la forma más imprevisible. Sin ir más lejos, hasta que escuché el temazo de U2 Sunday, Bloody Sunday (y la busqué traducida, ya que mi inglés, por aquel entonces, no daba ni para optar a Presidente del Gobierno), no fui consciente de que durante casi treinta años se había vivido un conflicto de gran magnitud en Irlanda del Norte, al que la represión sólo sirvió para alimentar y del que se pudo salir gracias a las cesiones de los bandos enfrentados y de la convicción de que la violencia no había sido más que un obstáculo para el entendimiento.
Normal life toca de lleno la época de The Troubles —como también fue conocido el conflicto— en torno a la figura de Manolo, un militar retirado, que, aunque oficialmente ocupa su tiempo como trabajador social en un centro juvenil, fuera de su jornada laboral colabora activamente con la Ulster Volunteer Force, un grupo paramilitar que defiende la unión de Irlanda dentro de Gran Bretaña. Además de ello, el español hace de informante para los servicios de inteligencia británicos, un juego a dos bandas tremendamente peligroso en unos años en los que los atentados y la represión policial son el pan de cada día.
Manolo se nos presenta como un tipo duro, al que los conflictos morales apenas le afectan; como él mismo deja claro en una conversación, se considera un soldado y se limita a ejecutar y a dar órdenes. Su única flaqueza son sus hijos, ya que su relación con su mujer está ya muy debilitada. De hecho, ante la posibilidad de ser descubierto como soplón por sus compañeros de la UVF —algo que planea sobre su cabeza durante toda la historia— el único de sus miedos es el futuro de sus vástagos, así como que ellos no sean testigos de una detención que, presupone, no sería pacífica ni discreta.
Este trabajo es el resultado de la colaboración conjunta de Steve Polls (dibujo), Sergi Pareja (guion) y Fran Vázquez (color). Pese a que no soy un lector asiduo de cómics, durante el tiempo que he pasado con éste he podido apreciar la calidad de las ilustraciones. El dibujo es atractivo y explícito, por lo que en ocasiones apenas requiere de diálogos para hacernos ver lo que ocurre. Predominan los colores oscuros y fríos, que ayudan a reflejar el ambiente en el que nos introducen los autores: un Dunbury violento, industrial, en el que nadie sabe de quién puede fiarse y todos se preguntan cuánto falta para que se produzca el siguiente ataque.
No voy a negar que en algunos momentos de la lectura me ha costado entender el porqué de algunos de los giros de la trama. No en vano, a pesar de los esfuerzos de los autores por facilitar la comprensión del conflicto, se trata un acontecimiento en el que intervinieron fuerzas diversas y, si bien ninguna controversia suele poder reducirse al mero maniqueísmo, en este caso resulta aún más complicado valorar el papel de cada interviniente.
Por último, destacaría el alto ritmo de la trama, ya que en las poco más de cien páginas que ocupa esta obra se recogen situaciones muy diversas: redadas policiales, venta ilegal de armas para sufragar el terrorismo, manifestaciones violentas sofocadas con más violencia, partidos de fútbol en los que la principal motivación es la pelea posterior entre las hinchadas… Sin duda Normal Life me ha resultado un cómic interesante y atrevido, que recoge el siempre peliagudo tema del terrorismo bajo una perspectiva original y nada partidista.