Northlanders 1: El regreso de Sven, de Brian Wood
Hace relativamente poco leí el sexto número de Northlanders, una serie incluída en el sello Vértigo de DC y, por tanto, dirigida a un público adulto. Como me gustaron bastante las cuatro historias contenidas en ese sexto número, titulado “La hija de Thor”, decidí hacerme con los números que pudiera (y no ha sido fácil ya que Planeta perdió los derechos y en lugar de saldar destruyó el fondo editorial. Así que me doy con un canto en los dientes habiendo conseguido los números 1 y 2).
Ante el clamor popular, las manos en la cabeza y los gritos “¿Y empiezas por el último para seguir después con el primero?” Sólo puedo decir: Sí, ya sé que lo más lógico sería seguir con el tercero pero, parafraseando a Garbage: “I’m only happy when it’s complicated”. Lo cierto es que da igual. La numeración es lo de menos ya que cada tomo es independiente, con personajes que no tienen nada que ver de un número a otro y los arcos argumentales son autoconclusivos y no continuados, por lo que el orden de lectura es indiferente. El único punto en común es la época vikinga.
En éste primer número, “El regreso de Sven”, ambientado en 980 d.C., se narra precisamente eso,el regreso de Sven de Constantinopla, en donde ha logrado hacer fortuna y formar parte de la guardia varega,(los varegos eran vikingos que formaban parte de la guardia personal de los emperadores bizantinos), a Orkney (las islas Orcadas, al norte de Escocia) para reclamar su herencia tras enterarse de que su padre ha sido asesinado por Gorm, su tío, quien se ha erigido en jefe del asentamiento de Grimness y pretende matarle a él también. No soy experto en Shakespeare, pero esto suena a Hamlet, ¿no?
Sven se autodesterró de joven de su patria, harto de unas costumbres y creencias que no entendía ni compartía y encontró en Miklagard (Constantinopla), por entonces considerada la ciudad centro del mundo, un ídem nuevo. Este choque entre su viejo, supersticioso y politeísta mundo natal y el nuevo, moderno y más abierto en el que crecerá y llegará a formarse, es uno de los ejes del cómic.
Sven no quería volver. Nunca pensó hacerlo, pero no puede consentir a Gorm la villanía de matar a su padre y quedarse con lo que por derecho es suyo. Al volver es percibido como un extraño, un extranjero, a pesar de que todo el mundo sabe quién es.
“El regreso de Sven” es, ante todo, una historia de venganza en la que se nos enseña, sin profundizar ni cansar en ningún momento, las costumbres vikingas, la decadencia de los pueblos, los valores, las tradiciones (morir con una espada en la mano para acceder al Valhalla,…), el cambio de conquistador a conquistado y sobre todo, desecha el tópico de bárbaro sanguinario. Que sí, que también hicieron barbaridades, pero esa fue sólo una parte, una cara o faceta de sus vidas. Más bárbaro fue, por ejemplo, el ejército de Genghis Khan.
Es un cómic que aunque no es muy gordo, sí es considerable. Lo suficiente como para que al tenerlo entre las manos tras haberlo leído, te sientas satisfecho porque tiene la extensión justa. Ni se hace largo ni corto y además queda una sensación, acertada, de haberte enriquecido, de haber disfrutado con ello y de haber aprendido algo de historia (y no cabe duda de que el autor se ha preocupado mucho de documentarse exhaustivamente para guionizar los libros, tal y cómo él mismo afirma: “Me llevó un año y medio de serio trabajo. Compraba cualquier libro que hiciera referencia al tema. La colección de obras sobre esta materia que he acumulado en este tiempo sería la envidia de cualquier biblioteca universitaria. Fue completamente extenuante, pero hice lo mismo con DMZ. Se trataba de inundar mi mente con tanta información conseguida como fuera posible, y me funcionó realmente bien. […] He viajado a las islas Orcadas y por el norte de Escocia, donde transcurre el primer arco argumental. También por Islandia, que es un lugar muy, muy rico en historia vikinga”.
El regreso de Sven es muy muy disfrutable, visualmente perfecto, el dibujo fantástico y el entintado otro tanto de lo mismo. Se lee con enorme interés y en ocasiones parece incluso que estemos viendo una película.
Épica, tragedia, oscuridad, nieve, violencia, sangre, tradición, profetas, amor, Braveheart, estrategia y táctica de guerrilla, comunidad, drama, sacrificio, historia, buenos diálogos, solidez argumental y entretenimiento es todo lo que se encuentra el lector de éste gran cómic. Y seguro que me dejo algo.
No ha defraudado mis expectativas y ni que decir tiene que seguiré leyendo la serie.