¿No tenéis la sensación a veces, de que muchas o algunas de las cosas que nos ocurren están determinadas por un puñado de probabilidades?, ¿qué todo o casi todo se define por un condicional? Por ejemplo, si aquella vez mi cuñado no me hubiera enviado el post de Libros y Literatura en el que buscaban reseñistas, probablemente no hubiera decidido intentarlo y nuestros caminos jamás se habrían cruzado, y ahora vosotros no estaríais aquí leyendo mis chaladuras. Y si Ginger aquel día no lo hubiera dejado con su novio Dean, seguramente nunca hubiera cogido aquel vuelo a Paris y no hubiera conocido a Rhys. ¿Lo veis?, ahí están otra vez, las probabilidades y también los “y si”.
Lo de aquel día, lo de Rhys y Ginger, fue uno de esos encuentros raros, un encuentro cuco, como le explicó Arthur a Iris en The Holiday, que supondría un punto de inflexión en la vida de ambos. Ella de Londres, él de todas partes, pero de ninguna al mismo tiempo, pero los dos en Paris en ese momento. Ambos sabían que lo de ese día era efímero y que seguramente jamás volverían a encontrarse. Pero si Ginger no hubiera escrito su email en el brazo de Rhys con ese bolígrafo de tinta imborrable, quizá nada hubiera empezado nunca, y eso sería tristísimo porque su historia merece mucho la pena.
Nosotros en la luna, ha sido para mí la novela más trascendentemente intrascendente que he leído este año, es decir, sé muy bien que esta novela no pasará a los anales de la historia y no se estudiará en las clases de literatura de la universidad o de los institutos, pero a mí me ha encantado, he conectado con ella como desde hacía tiempo no lo hacía con otros libros y eso ha sido en gran medida gracias a sus personajes.
Alice Kellen nos cuenta la historia de Ginger y Rhys, que tras su encuentro en Paris comienzan a conocerse a través de los correos electrónicos que se intercambian a lo largo de los años, y he de deciros que esta forma de interacción entre los personajes ha sido todo un acierto, porque nos permite conocerlos de forma íntima, profunda. Los dos deben plasmar sus sentimientos y pensamientos en una hoja en blanco para transmitírselos al otro, y ello nos permite conocer a los protagonistas de un modo mucho más reflexivo, algo que sin duda se pierde en una interacción directa que requiere de un discurso mucho más fluido e inmediato.
Nosotros en la luna, narra la historia de Ginger y Rhys, pero también nos cuenta la historia de crecimiento personal de cada uno de ellos, con la que resulta muy sencillo identificarse, pues los sitúa en lugares en los que todos nos hemos encontrado alguna vez. ¿Es mejor ser tú mismo o ser una versión de ti que complazca a todos?, ¿es preferible huir, aunque sea más fácil e indoloro que enfrentarse a lo que nos ocurre?, ¿qué es mejor, perseguir un sueño y saltar sin red de seguridad, o seguir un camino que parece hecho para ti desde el día que naciste, aunque no te guste? Estas y otras muchas cuestiones se plantean a lo largo de la novela.
Nosotros en la luna, tiene una conexión con otro libro, el principito, se hace alusión a el en muchos momentos y las partes en las que se encuentra dividida la novela comienzan con una cita del mismo, estableciendo un nexo muy especial y bonito con este libro, pues por lo que he leído se trata de la obra preferida de la autora.
No sé si a vosotros os ha pasado alguna vez, pero cuando os preguntan por qué leer o por qué los libros, uno no sabe muy bien que responder a eso sin caer en tópicos, sin ser redundante o resultar incluso pedante. Yo creo que el por qué los libros se halla en novelas como esta, con las que conectas como lector, porque son capaces de emocionarte, sorprenderte, de transmitirte una sensación de refugio y de compañía y al mismo tiempo sacudirte y hacerte reaccionar en tu realidad de algún modo. Para mí eso es lo que ha sido Nosotros en la luna, y por eso os invito a colgaros de la luna boca abajo, con una sonrisa inmensa y sin miedo.