Reseña del cómic “Not all robots”, de Mark Russell y Mike Deodato Jr.
La sinopsis era muy prometedora. Que en 2065 los robots hayan remplazado a todos los currantes de todos y cada uno de los puestos de trabajo (salvo el de los peluqueros, obviamente), que a cada familia se le asigne un robot, que va a ser el que lleve el dinero a casa, y que la familia Walter viva con miedo en su propia casa por culpa de su robot (del que sospechan que fabrica armas con las que matarlos) era una trama que merecía ser desarrollada y apetecía mucho leer. Lo dicho, prometía mucho.
¿Y cumple este Not all robots las expectativas? Ya lo creo. Y de sobra.
La narración va estar salpicada con momentos del programa Tertulia Bot, un programa televisivo sin cloacas desinformativas como las que lideran pseudoperiodistas vendidos como Ferreras, Inda y compañía, en donde se pulsa la actualidad con debates sobre la obsolescencia humana y todo lo relacionado con los robots, la convivencia con los humanos y los beneficios (y también los inconvenientes) que ha generado la llegada de los primeros a la sociedad:
“Se suponía que la revolución robótica iba a librarnos de los trabajos más tediosos, pero nos redujo meramente a ser una especie de mascotas. A cada día que pasa, vamos perdiendo cada vez más el control de nuestras vidas”.
Además, las ciudades se encuentran aisladas y circunscritas a unas burbujas, como vimos en La cúpula de King pero en un escenario más de Mad Max, en las que el clima es controlado… por robots.
Y relacionado con una de estas burbujas, con la de Orlando, en concreto, va a estallar una verdadera revolución que va a intentar sofocarse con la siguiente hornada de robots mejorados y androides; unos robots con un aspecto totalmente indistinguible del de los humanos, más empáticos y con una menor tasa de fallos. Claro que, estos nuevos androides van a provocar la jubilación forzosa de todos los robots que hasta ahora se ocupaban de los trabajos de los que antes se ocupaban los humanos y así la tensión va a seguir escalando puestos…
Not all robots es una crítica, una burla, una sátira, en definitiva, (por algo ha ganado el Eisner a mejor publicación humorística), de ciencia ficción llena de puntos de vistas certeros sobre la sociedad actual, sobre la manera en que se afrontan los cambios y sobre el posible futuro, no muy lejano, que nos espera de seguir como hasta ahora. Que nos vamos a cargar el planeta es algo más que seguro (aunque en realidad lo que vamos a cargarnos es a nuestra propia especie, el planeta ha sobrevivido a cosas peores que la humanidad y lo seguirá haciendo, pero ya me entendéis). Que nos estamos agilipollando con las nuevas tecnologías está más que probado. Que la ciudadanía está pasando de toda la mierda que hace una loca en Madrid y también por Salobreña, y que se traga todos los bulos gracias a Atresmierda, Telecirco, La Secta y otras más, ya ni cotiza. Y así nos va. Merecemos lo que nos está pasando. Tenemos lo que nos merecemos.
Un cómic que retrata con acierto nuestro mundo, que te saca varias sonrisas y que parece que no acaba aquí. Yo pensaba al comenzar a leerlo que era un único número pero en la última viñeta aparece un “Fin del primer tomo”, así que habrá que estar atentos a Panini.
El dibujo de Deodato es, como siempre, portentoso, preciso, realista, y el juego que le saca al color completa el tono que quiere imprimirse a la historia con mucho tino.
Por último, la portada. Todo un acierto. Creo que el lienzo de Grant Wood puede ser el más versionado de la historia de la pintura, pero aquí le va como un guante: robots haciendo trabajos humanos y al mismo tiempo amenazantes con la horca reluciente… La eterna duda: ¿a nuestro servicio o al suyo propio, provocando nuestro fin?
Un tebeo la mar de entretenido, con un humor a veces algo bestia pero lógico desde el punto de vista de las máquinas, y desde luego muy recomendable.
¡Que Odín guarde a los peluqueros!