Novedades infantiles 22
Que cada vez yo vivo más para los libros es una verdad que no puedo discutir aunque me lo pidieran. Que, además, últimamente estoy descubriendo los placeres de cuenta – cuentos nocturno mucho más que antes, es algo que vosotros no sabéis, pero que yo me encargo de decir a los cuatro vientos porque es uno de esos momentos que a mí me arreglan un día entero. Y que, para añadir en esta introducción, los libros infantiles me descubren cómo han cambiado las cosas y lo que yo me perdí cuando era pequeño, puede parecer una obviedad pero tampoco lo es tanto, porque yo soy un adulto, pero de vez en cuando juego a ser niño de nuevo, no vaya a ser que se me olvide y se pierda la magia. Por eso, como cada domingo, aquí tenéis una ración más de lectura para niños para que la inocencia no se pierda nunca, pero sobre todo que no abandonemos las ganas de seguir soñando.
Hay una figura que parece que se pierde en la literatura infantil. La de los abuelos. Por eso, cuando descubrí Este libro es de mi abuelo y su compañero en femenino, Este libro es de mi abuela me pregunté por qué cuando yo era pequeño había libros para regalar a las madres, para decirles lo mucho que se les quería, también para los padres, pero no encontré nunca uno para los abuelos. Supongo que sólo me quedaba esperar, pero yo de pequeño siempre fui muy impaciente. Así que ahora, como si fuera una forma de resarcirme, y para que mi sobrino y yo construyamos juntos el recuerdo que tenemos de la misma persona, aquí están estos dos libros que nos animan a escribir, a dibujar, a pegar, todas las cosas que nos recuerdan a los abuelos, a las abuelas, esas personas que permanecían ahí y nos cuidaban cuando nuestros padres tenían que trabajar, que nos daban la comida cuando la nevera parecía un desierto, y que siempre, siempre, nos llenaban de besos cuando entrábamos por la puerta. Los abuelos son personas importantes, lo son, pero parecía que no había un libro que los honrara como se debía. Eso se ha acabado, afortunadamente, porque pocas veces se encuentra una experiencia tan placentera como abrir un libro y encontrarte todo un universo que poder crear con tus manos y con el amor, sí, el amor de nuevo, que sentimos hacia esos mayores que nos dan todo, sin pedir nada a cambio.
¿Recordáis, además, cómo nos contaban cuentos? A mí me lo hacían siempre que lo deseaba y jamás me lo negaron. Y además, me hubiera gustado que me contaran la historia de Noviembre y Febrerito, la historia de un gigante y su hermano mellizo, que mide lo que las personas normales, y que deciden irse un buen día de su aldea a descubrir la ciudad y toda la magia que en ella se esconde. Y me hubiera gustado porque es un libro tan real como la vida, que mezcla la imagen que tenemos de nuestras calles, de nuestras aceras, de lo que se desarrolla en ellas, con esa pizca de personajes fantásticos que los niños que soñábamos despiertos, como lo hacía yo por entonces, que hacen que creamos que lo que se nos cuenta puede ser posible, que un buen día pasearemos por la calle y nos encontraremos a un gigante al girar la esquina, y que todas las noches, cuando nuestros ojos ya están cerrados, habrá un gigante que se encargue de hacernos soñar con su vida, con su familia, con los sueños de convertirse en alguien diferente, y después, veremos este libro, observaremos sus ilustraciones, y nos daremos cuenta de lo imprescindible de su historia cuando nuestro cuerpo todavía tiene que crecer, pero la fantasía puebla nuestra cabeza.
Y así íbamos viajando de historia en historia y nos topábamos de repente con una historia que te hacía temblar de la emoción. En No necesito amigos nos encontraremos con Rata, que se vuelve huraña e ingrata y a Perro, que siempre discuten, porque ellos no necesitan amigos, se bastan ellos solos. Se teje así una historia de amistad, de necesitarse el uno al otro, que deja los sentidos sin otra cosa a la que mirar, esperando que llegue el último punto para volver a leer, para volver a sentir como los personajes del cuento nos abrazan, son parte de nosotros, y se convierten en los inseparables que debieron ser, pero que por orgullo no se preocuparon en demostrar. ¡Qué buen cuento, qué bien! Una de esas oportunidades que llegan de improviso, que abres y no puedes cerrar y que se convierte en inseparable, uniendo nuestros ojos con la lectura como si no se necesitara nada más en el mundo que, como les sucede a Rata y Perro, un amigo que siempre se mantenga fiel.