Os voy a contar algo que me apetece muchísimo compartir con vosotros: estoy escribiendo una obra de teatro. Al principio era un simple proyecto que no sabía muy bien dónde iba a ir a parar, pero ahora mismo puedo decir que ya tiene director, actor y fecha de estreno en el teatro. Yo no es que sea una erudita de este género; habré leído unas veinte obras en toda mi vida y habré ido unas diez veces a ver alguna en directo. Y jamás me ha dado por ponerme a escribir una obra. Así que me he propuesto ponerle remedio a eso y meterme más en el mundo de la dramaturgia para poder aprender lo máximo posible en este tiempo.
Y he empezado por leer a Patrick Modiano y su Nuestros comienzos en la vida, una obrita editada por Anagrama y que supone, según su propia sinopsis, el proyecto más ambicioso del autor en este género.
El ganador del Nobel nos trae una obra de teatro dentro de otra obra de teatro. Esto es algo que siempre me ha gustado cuando lo encuentro en una novela. Me encanta que los protagonistas de una novela sean a la vez los protagonistas de otra que se está escribiendo dentro de ella. No sé si la palabra metateatro es la indicada para este género (si no es así, por favor, corregidme), pero es lo que se me ha venido a la mente para definir esta obra de Modiano.
El caso es que los protagonistas tienen que interpretar la famosa pieza Las gaviotas, de Chéjov. Ahí encontraremos a Dominique y Jean, dos jóvenes atosigados por la madre de este y su novio. Es en esta contraposición de personajes donde encontramos la esencia de esta obra: los jóvenes llenos de vida, de ilusión, de ganas por interpretar y crecer. Y en cambio la madre de Jean y su novio demuestran apatía por la vida, desconfianza por el futuro, agonía por el presente y envidia por lo que los jóvenes tienen, aunque traten de ocultarlo.
Jean y Dominique tendrán que intentar conseguir su sueño a pesar de que esas dos figuras están por encima de ellos como si fueran sombras opresoras que harán lo posible por hundir las esperanzas de los jóvenes.
Da la casualidad que la semana pasada conocí al director que va a dirigir la obra en la que estoy trabajando. Pasé toda la semana quedando con él, aprovechando al máximo todos sus conocimientos sobre teatro. Me recomendó un montón de películas y libros que debía utilizar como referencia si quería escribir algo decente. Y entre ellos se encontraba una obra de Chéjov (hubiera sido muchísima casualidad que fuera La gaviota, lo sé. Pero no fue así). Y me hizo leer el principio de la misma, que comenzaba con una chica hablando de la muerte de su padre. Yo, sin casi pensarlo, puse voz triste, porque evidentemente estaba hablando de una muerte de alguien cercano. Pero entonces él me pidió que leyera entre líneas. Me di cuenta de que no había caído en el contexto de ese diálogo: la chica estaba en una fiesta de cumpleaños, y estaba feliz. Se estaba acordando de su padre, pero con añoranza, no con tristeza. Y el tono entonces cambió por completo.
Entonces me dijo algo así como que el teatro era eso, leer entre líneas. Una obra se lee en un rato, pero con eso no vale. Hay que meditar todo lo que se dice, tener en cuenta cada una de las palabras y, sobre todo, acordarse constantemente de que está hecha para ser vista y oída, no leída. Así que hay que pensar en muchas cosas que tenemos “que ver” para poder entender todo como es debido.
Y ahí, después de leer ese pequeño fragmento de Chéjov, mi admiración por el teatro creció en un doscientos por cien. Y me di cuenta de que había leído recientemente Nuestros comienzos en la vida y que, probablemente, no hubiera entendido ni una cuarta parte de lo que Patrick Modiano me quiso decir…
Aun así he captado un mensaje muy importante de este libro (vuelvo a repetir, si es el equivocado, que puede ser, agradecería que alguien me corrigiera) y es que no importa lo que queramos alcanzar en nuestra vida: siempre va a haber baches, muros, impedimentos. A veces serán cosas externas, otras veces seremos nosotros mismos, pero al final lo único que importa es que sigamos adelante pase lo que pase.
Como digo, no sé si es el mensaje, porque creo que tendría que volver a leer esta obra un par de veces más para pillar todos los detalles, pero, sinceramente, me alegra quedarme con ese punto de vista ahora mismo, porque es lo que necesito en este instante: ganas de seguir pase lo que pase.