Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro
Después de leer una obra como esta, uno puede realizarse múltiples preguntas, ¿puede una novela transportarte a un lugar que nunca has conocido?, ¿puede lograr que te sumerjas en una música que nunca has escuchado?, ¿qué recorras las calles de una ciudad en la que nunca has estado y busques entre cajones una cinta de casette que nunca has visto?. Kazuo Ishiguro es capaz de todo esto y mucho más, si ya con “Lo que queda del día” me pareció un notabilísimo escritor, tan solo habiendo leído otra obra más suya ya me atrevería a decir que estamos ante uno de los más grandes autores de nuestro tiempo.
Nunca me abandones nos transporta a un pasado distópico, a un internado en Hailsham tras la Segunda Guerra Mundial, en el que conoceremos a Kathy, Tommy y Ruth y nos embarcaremos en la historia de estos tres personajes vistos a través de los ojos de Kathy, quien ya adulta recorre los campos de Inglaterra con su coche por los traslados a los que se ve obligada por su trabajo y recuerda la época en que la amistad con sus amigos era lo más importante y como poco a poco fueron creciendo, convirtiéndose en adultos, dejando atrás las preocupaciones propias de adolescentes para iniciarse en las relaciones sexuales y en su paso a la madurez, todo ello embarcado en un triangulo de amor y amistad que les acompañará hasta que el destino que tenían marcado desde su nacimiento se presente ante ellos, un futuro que siempre habían conocido, pero que habían aceptado con resignación y del que toman consciencia demasiado tarde.
Nos encontramos así con una novela que mezcla la ciencia ficción y el relato de iniciación juvenil con el drama y la novela victoriana típicamente británica. El relato se podría dividir en tres actos fundamentales, unidos a través de la narración de Kathy en el presente. Una primera parte en la que nuestros protagonistas se encuentran en el internado de Hailsham en los primeros años de su adolescencia, allí únicamente se dedican a estudiar y a cultivar sus dotes artísticas, es en estos años donde Kathy, Tommy y Ruth se conocen y se convierten en amigos inseparables. Kazuo Ishiguro confía en la inteligencia del lector y no utiliza la narración de Kathy para dar una explicación detallada de lo que está pasando si no que es a través de conversaciones y pequeños detalles como nos van revelando los secretos de Hailsham y de sus internos.
Una segunda época en “The Cottages” en la cual los tres protagonistas en plena juventud descubrirán el sexo, las relaciones de pareja y comenzarán a ser plenamente conscientes de lo que les espera. Las dudas sobre su condición y que camino elegir serán las claves de éste periodo hasta que un pequeño acontecimiento desequilibra la balanza de su amistad y desencadene la separación de los tres jóvenes.
“Jamás se me pasó por la cabeza que nuestras vidas, hasta entonces tan estrechamente vinculadas, pudieran llegar a separarse tan drásticamente. Pero supongo que para entonces ya existían poderosas corrientes que tendían a separarnos, y que sólo era necesario un pequeño incidente para que la ruptura se hiciera definitiva. Si hubiésemos entendido esto entonces, quién sabe, a lo mejor habríamos conservado lazos más fuertes”
En tercer lugar se encontraría el periodo adulto, en el que el trabajo de Kathy le lleva a reunirse con sus amigos Ruth y Tommy de nuevo y propicia su último reencuentro en el que saldrá a relucir todo aquello que se ocultaron en su pasado y definirá finalmente la relación entre ellos.
Mientras escribo la reseña me puede la curiosidad y decido buscar la canción que da título a la novela, y tras una breve investigación descubro que fue creada específicamente para la película basada en el libro, y no sé si sentirme contento o triste porque esto hace que consiga separarme de ésta historia tan descorazonadora, oscura y triste que me ha calado tan hondo, pero por otra parte, he llegado a sentir a Kathy, Ruth y Tommy a mi lado, como mis amigos, casi como parte de mi familia y me da pena separarme de ellos, asi que vuelvo a escuchar la canción y me imagino mirando a Kathy por la ventana de su habitación, bailando sola abrazada a una almohada, y la acompaño en sus viajes en coche por la campiña inglesa escuchando la canción, y pienso que aunque ya no estén conmigo siempre les voy a tener un pequeño hueco reservado en mi memoria. Y le doy las gracias al señor Ishiguro, por conseguir algo difícil hoy en día, crear una literatura que te hace pensar, que te llega al corazón y que siempre te acompaña.
Óscar Rodríguez @orc1979