Reseña del libro “Odonata. Almanaque de la obsesión”, de Marina F. Colón
Odonata es una de esas palabras que duermen en algún lugar de mi memoria tan profundamente que se cruza uno con ella y le parece una perfecta desconocida. Sin embargo no lo es, hace referencia a un orden de insectos entre los que se encuentran las libélulas, así que no me cabe duda que en algún momento la supe o al menos la estudié, que no son necesariamente la misma cosa, sin embargo al encontrarla de nuevo en esta novela no me vinieron a la cabeza los insectos sino simplemente una palabra de sonoridad hermosa y evocadora pero vacía para mi de significado. Y me ha resultado curiosa la coincidencia porque este libro está habitado por personas para las cuales hay cosas con tanto sentido que puede desbordar su capacidad de abordarlas mientras que para una gran parte de la gente no tienen mayor importancia. Y me parece interesante no solo desde un punto de vista psicológico o clínico, sino social, porque leyendo esta novela cae uno en la cuenta de que determinadas obsesiones que probablemente sean motivo de chanza pueden tener una incidencia extraordinaria en la vida de quienes las padecen. Como Edi, a quien su fobia por los ombligos, su omfalofobia, si no le impide ser quien quiere ser, sí se lo pone muy difícil, como si no lograra desarrollarse plenamente y se quedara eternamente en estado en la ninfa, de náyade, de promesa de libélula.
No es la de Edi la principal obsesión de Odonata, el subtítulo es preciso porque no trata de una obsesión sino de la obsesión, o en general de los problemas mentales, de quienes los padecen, y eso es algo digno de aplauso porque es un tema que debe visibilizarse y no sé de un escaparate mejor que el literario para que lo que debe verse se vea, para que se hable de lo que debe hablarse. Y aun da más pistas el subtítulo, «almanaque» es una palabra que me encanta pero no creo arriesgar demasiado si la califico de poco usada hoy día, no sé si tan poco como para entrar en la categoría de palabra moribunda pero desde luego sí infrecuente y digo que eso es ilustrativo porque el estilo de la autora es muy personal, pleno de palabras y expresiones que probablemente nos conecten con un tiempo olvidado. He disfrutado mucho de ese estilo, no necesitaban unos personajes tan peculiares como estos de más rasgo distintivo que su propia personalidad, pero encontrarlos en un entorno literario tan personal ha sido fantástico.
Decía que Edi no es la principal obsesión e Odonata y en cierto modo no es cierto, sí que lo es, pero porque protagoniza la obsesión de otro, de Hipólito, un personaje que puede parecer gris pero que poco a poco va mostrando una complejidad notable que lo enriquece como personaje.
Como la novela tiene ritmo y los personajes son tan peculiares, se lee rápido, de hecho la he leído de una sentada, pero tengo la sensación de que va más allá de lo que cuenta y que tarde o temprano volverá y me hará pensar, porque el tema es extraordinariamente interesante y los personajes consiguen plantearlo de forma emocionante.
No quisiera despedirme sin dedicar unas palabras a la edición en sí. Adeshoras es una editorial con personalidad, sus cubiertas son originales y muestran un compromiso artístico digno de destacar. En este caso es una obra de la pintora Soledad Velasco y sin duda ayuda a darle a la obra esa sensación tan especial que transmite todo lo especial, lo diferente.
Andrés Barrero
@abarreror
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