Todo aquel que se considere futbolero sabe de la importancia y el influjo que este deporte ejerce en su vida. Tanto es así, que muchos medimos nuestra vida no por años, sino por temporadas, como le pasaba a Nick Hornby en Fiebre en las gradas. Y es que el deporte por sí solo tiene la capacidad de convertir un día normal (incluso malo) en un día inolvidable. El fútbol y sus goles han marcado a fuego varios recuerdos imborrables en mí. El 25 de mayo de 1996, los goles de Simeone y Kiko Narváez convirtieron una aburrida reunión familiar en una de las mayores fiestas de mi niñez, celebrando en Neptuno el primer doblete atlético. El 11 de julio de 2010, un viaje relámpago a la playa con los amigos se convirtió en uno de los fines de semana más felices de mi vida, gracias al acierto de Andrés Iniesta.
Estos goles y cientos de ellos más marcan mi vida y la de miles de personas. Y sobre esas personas trata Once goles y la vida mientras; once relatos donde Pablo Santiago Chiquero no pone el foco en las grandes estrellas del balón, sino a los autores secundarios de este gran espectáculo, los que sufren semana a semana en las gradas y los que se dejan la garganta animando al equipo de sus amores ya sea en el campo, el salón de casa o un humilde bar de barrio.
Los once relatos rememoran goles que todos tenemos en la retina, incluso habiéndose marcado años antes de que naciéramos, como la famosa “mano de Dios” de Maradona, el gol de Juan Señor a Malta, el golazo de Zidane en la final de la Liga de Campeones o el ya citado gol de Iniesta en aquella mítica noche veraniega de 2010.
Pablo Santiago Chiquero retrata con brillantez la pasión futbolística en unos relatos rápidos que atrapan y emocionan por igual. Sus personajes no son los grandes héroes de este deporte sino más bien gente anónima. Hombres de negocios, padres e hijos, presos o excombatientes; un grupo de lo más heterogéneo unidos por una misma pasión, el fútbol, y una multitud de sentimientos que surgen justo en el mismo momento en el que el balón traspasa la línea de gol y se aloja, por suerte para algunos y desgracia para otros, en el fondo de las mallas.
Once goles y la vida mientras contiene historias tan bien perfiladas y tan bien narradas que se me hace difícil elegir un solo relato como el mejor. Aun así, haciendo un esfuerzo, creo que me quedo con “Treinta vacas, un gol, noventa años”, donde el gol de Iniesta en Johannesburgo marca para siempre a una familia dividida.
…y Juan no pudo evitar pensar en la rara desarmonía con la que discurren historia y vida privada: mientras todo un país celebraba una victoria sin precedentes, la vida y la muerte, los enamoramientos y las separaciones, las desgracias y los pequeños triunfos personales seguían sucediéndose como si tal cosa…
Esta es la esencia de Once goles y la vida mientras, y es la esencia de todos los sentimientos futboleros que vamos acumulando a lo largo de los años. Sabemos que una vez pitado el final del partido la vida sigue, pero las medallas y las heridas de cada partido las vamos guardando en nuestro interior. Y esto es difícil explicarlo a alguien que no disfruta del fútbol. Pero por suerte hay libros como este de Pablo Santiago Chiquero que consigue hacerlo mucho más fácil.
César Malagón @malagonc