Si por algo destaca Virginia Woolf en la Literatura, y justamente es uno de los motivos por los que ha pasado a la historia, es por su increíble valentía a la hora de plasmar la libertad que debería ser inherente a todo ser humano, especialmente a la mujer, en pleno siglo XIX y principios del XX. Y este es precisamente uno de los grandes temas que he encontrado en Orlando, el eje sobre el que gira toda la trama y uno de los motivos por los que me alegro de haberme adentrado en esta lectura.
Pero, ¿quién es realmente Orlando? Por un lado, es un noble inocente y tremendamente educado, favorecido por la reina de Inglaterra, que desea enamorarse y vivir. Pero, por otro, es simplemente un joven apasionado de la escritura, que siente que la corte no es su sitio y que quizás no es tan feliz como pensaba. Es increíble cómo la autora va plasmando en el libro estas dos partes tan diferenciadas de Orlando y cómo consigue que se aúnen en una misma persona para que el lector empatice con ella desde el principio. Al menos, conmigo lo ha logrado de tal forma que al final también me enamoré del personaje, al igual que la misma autora.
Porque este interesante protagonista hace que te mantengas pegado a las páginas de este libro hasta descubrir todos los misterios que esconde, sin importar su sexo. Porque este es otro de los grandes temas sobre los que reflexiona Orlando, la libertad del hombre y la mujer a la hora de elegir su sexo y mostrar su verdadera personalidad. Y esto, personalmente, me ha encantado y me ha parecido tremendamente transgresor para la época en la que escribía Virginia. Y me hace admirarla aún más.
Pero no solo por los grandes temas que esconde la novela, que buscan hacer reflexionar al lector y plantearse ciertas cuestiones, que a día de hoy todavía se continúan debatiendo en la sociedad, sino por su brillante pluma. Las descripciones de esta autora son impresionantes. Además de la gran atención que muestra a todos los detalles, llevándonos hasta el lugar en el que desea que nos encontramos y sintiendo todas las emociones que quiere que sintamos, destaca su gran sutileza y el toque romántico con el que está escrita toda la novela. Da igual las páginas que tenga, que consigue que la leas con una sonrisa y aumente tu amor por la literatura. Tengo que admitir que este toque característico en sus libros, ese punto original, que la hace diferente, es una de las cosas que más me maravillan de ella.
Pero, enfocándonos especialmente en esta novela, Orlando desprende alma y personalidad. Y es que refleja, personificada en la figura de su protagonista, una mujer a la que amó Woolf en su vida real. Y la sutileza, la ternura y el cariño con el que describe a este personaje a lo largo de todo el libro, me ha parecido tremendamente brillante y real, quizás precisamente por ese motivo. Y ahí es donde demuestra, además, su enorme valentía a la hora de escribir, sus ganas de mostrar que el amor, a veces, puede con todo. Tanto en la literatura como en la vida real. Y por eso esta es una de sus novelas más optimistas, alegres y reales. Y también una de las más transgresoras para la época, por tratar un tema como es el cambio de sexo, con esa sutileza y ese interés por la libertad. Un canto de amor a la vida, que creo que seguirá impresionando a todos aquellos que se animen a leerla. Al menos, conmigo lo ha conseguido en esta edición ilustrada y tan cuidada, que hace que los apasionados de esta autora (y aquellos que aún no han tenido el gusto de conocerla), la amen aún más y disfruten de ella con todos los sentidos.