Otelo, de William Shakespeare
Es cierto que la gente de otros tiempos tenía problemas más sencillos (por empezar, nada de problemas en cuanto al tránsito, las tecnologías de información y los desperfectos eléctricos), pero la realidad es que también muchos escritores empezaron por escribir aquellas cuestiones existenciales y que conforman los comportamientos clave de un ser humano. Shakespeare abarcó en sus obras características de personalidad y situaciones de la vida que parecen muy fáciles al ojo del ciudadano posmoderno. Después de todo, ¿por qué preocuparse tanto por una traición amorosa o la ambición laboral? En todo caso, estos son problemas raíz del abanico que manejan hoy las personas.
Sin embargo, volver a los clásicos (a las raíces, a la inspiración) nos permite enfocar la mente en aquellos problemas principales y en los errores que los hombres comenten de manera sistemática hace siglos. Otelo es una obra que, como el resto de las del autor, busca remover sobre los temas básicos de la existencia. El protagonista es un militar informal que tiene tez morena, una característica de desconfianza para la comunidad de Venecia. Sin embargo, sus hazañas de combate y su habilidad para la estrategia lo convirtieron en una verdadera estrella y al menos, es respetado en su vida cotidiana.
El gran complejo de la obra Otelo gira en torno a la traición amorosa y la personalidad de Yago, el personaje antagónico. Otelo se ha casado con Desdémona, una joven de clase alta dentro de la comunidad e hija de un político. El amor parece sincero y desafía la aprobación de su padre, que no entiende como puede estar con el “moro de Venecia”. A este primer desafío se suma un rumor que llega hasta los oídos de Otelo, y que le indican que su amada lo está engañando. Claro que todos estos planes fueron hechos por Yago, un vil ayudante que pretende escalar su posición y quiere hacerlo a costa de cualquier forma.
Yago es la personificación de la envidia, la ambición descontrolada y la falta de ética. Es la base de todos los males y se muestra, además, como un ser con doble personalidad y sin límites. Otelo, con los personajes y la trama, trata sobre defectos básicos y tan reales como lo ha sido siempre el carácter de los seres humanos.
Los clásicos son la base sobre la cual se reinventa y se trabaja todo lo que ha venido después. Sin duda, Shakespeare es uno de los expositores más importantes de las tragedias antiguas y que siguen estando tan vigentes como nunca en la actualidad. Lejos de quedar desactualizados, los clásicos redoblan la apuesta y dejan una ventana para la reflexión de los errores que aún se cometen.
Georgina Marrapodi
Una de los clásicos de Shakespeare que aún me queda por descubrir. Y llevo tiempo sin leer nada de este autor, así que me has dado idea para una de mis próximas lecturas. ¡Gran reseña!
Besotes!!!
Hermosa novela, la disfruté mucho al leerla; de tu reseña, que me encantó, me quedo con la primera parte, donde explicas claramente aquello que yo también siento de los clásicos, eso de que escribían cuestiones fáciles, simples (pero con gran calidad), temas que hoy no son validos para los libros; sin embargo, los temas sí siguen siendo actuales.
Saludos!
Margarita: Si, es una gran obra para leer de Shakespeare y descubrirás cuan actuales son sus personajes. Saludos y gracias por leernos!
Roberto: Exacto, admiro la claridad con la que podían ver los problemas esenciales. Hoy leo libros muy bien escritos pero muchas veces no entiendo lo que dicen… hacia dónde van.. Gracias por leerme! Saludos.
Margarita: Si, es una gran obra para leer de Shakespeare y descubrirás cuan actuales son sus personajes. Saludos y gracias por leernos!
Roberto: Exacto, admiro la claridad con la que podían ver los problemas esenciales. Hoy leo libros muy bien escritos pero muchas veces no entiendo lo que dicen… hacia dónde van.. Gracias por leerme! Saludos.
He leido a Shakespeare y siempre al final de sus obras quedo satisfecho por su calidad y claridad para su interpretación. aprovecho para preguintar cual fue el defecto de Otelo