Qué curioso es esto del amor. Una palabra tan corta, tan pequeña y que puede dejar a cualquiera sin respiración. Todos tenemos objetivos en la vida y uno de ellos, siempre es el amor. Pero no pensemos en el amor típico de corazones rojos y flores por doquier. Hay muchos tipos. El amor romántico, el autoimpuesto, el obligado, el amor pasajero, el olvidado, el que mata. También el amor por uno mismo, por el trabajo, por la familia. Por un perro, qué más da. Pero el que más duele, suelen decir, es el no correspondido. Yo no estoy de acuerdo. El que más duele es aquel que pudiste tener pero que abandonaste por miedo. Creo que todos sabemos de lo que estoy hablando. Esa persona que, cuando la ves, hace que se te acelere el corazón. Esa persona por la que dejarías todo en este mismo instante para pasar la vida a su lado. Esa persona que, por las circunstancias en las que vives, no eres capaz de seguir. Ese, ese es el amor que más duele.
Narciso Martín H. nos habla de ello en Mi otra vida, un libro cuyas protagonistas son las segundas oportunidades. Esta novela nos habla del tren que pasó por nuestro lado y que no tomamos y el destino hizo que nos lo volviéramos a encontrar. Que una vez pase es muy difícil, así que dos… Por eso Martín Díaz, un escritor de reconocidísimo mérito decide buscar al amor de su vida. Él estuvo enamorado en su tiempo, sí. Tuvo un hijo maravilloso que ahora le acompaña en todas sus hazañas y aventuras, pero lo cierto es que su corazón siempre perteneció a otra. A Olivia. Y eso es algo que siempre le dio pánico reconocer. Supongo que es por eso de que uno tiene que ser fiel a sus decisiones. Si Martín decidió casarse con otra mujer, tenía que seguir con ello y defender su decisión a capa y espada. Ya no solo por lo que la gente podría llegar a decir —habiendo leído esta novela, creo que eso, a Martín, le daba bastante igual—, sino porque significaría que él se estaba fallando a sí mismo. Podría tratarse de una cuestión de orgullo, no lo sé. Pero por las causas que fueran (al final, no importan), Olivia se alejó de sus brazos y él tomó otro camino.
Pero sí que hay una cosa por la que Martín da gracias a Dios o a los cielos o a quien quiera que tenga que agradecérselo. Da gracias por su hijo, Gabriel. Gabriel no dejó a su padre ni un solo momento, le acompañó en todas las aventuras que decidió correr y se encargó de dejarlo perfectamente documentado en un blog donde todos los fans del famosísimo escritor, podrían leer sus andanzas. Y fue él el que le animó a perseguir a Olivia. A buscarla por todos los rincones del mundo. Daba igual que tuvieran que ir a China, a Cancún, a Sudáfrica… no importaba dónde. Pero él sabía que su padre necesitaba a Olivia a su lado e iba a hacer todo lo posible para que así fuera.
De este libro tengo que destacar varias cosas que me han gustado muchísimo. La primera es la profundidad de sus personajes. Narciso Martín H. los describe con una humanidad exagerada. Cuando las páginas pasan y pasan, sientes como si conocieras a Martín y a Gabriel de toda la vida. Incluso puede que llegues a identificarte con ellos. ¿Quién no ha tenido un sueño que no ha perseguido por miedo al fracaso? No seré yo la que tire la primera piedra. Durante estas páginas sufrimos por ellos. Y también sufrimos con ellos, al ver lo que cuesta alcanzar un sueño. Al ver la perseverancia y la entereza con la que hay que actuar cuando queremos que los sueños dejen de ser eso, sueños, para convertirse en realidad.
Otra de las cosas que me ha gustado ha sido la forma de escribir de este joven autor. A mí el contenido de la historia me puede gustar más o menos, pero al final lo que me emociona es la narrativa, el modo en el que el autor llega a mí. Y tengo que decir que parece que el autor valenciano lleva toda la vida escribiendo novelas de quinientas páginas. Tiene una forma de describir muy sutil, muy liviana, lo que hace que la novela no se haga pesada y no lleve a abandonarla al primer intento. Además otra de las cosas que me apasiona es poder subrayar los libros que leo cuando me encuentro con una frase que hace que mi corazón se acelere. En esta novela he encontrado unas cuantas, os lo puedo asegurar. Como esta: “cuando el corazón se rompe violentamente cuesta mucho recomponerlo, logrando que haga acopio de suficiente fuerza para emprender un nuevo camino. Pero lo emprendí. Fui tan fuerte como necesitaba ser. Porque el destino que está por venir no es regalado, es logrado a base de esfuerzo, de sacrificios, de valor. Y ha sido un buen devenir, el mío. No podría ni debería quejarme, así que no lo hago”. Simplemente, maravilloso. Y así, decenas de frases que podríamos enmarcar y llevar por bandera ante las situaciones difíciles que todos vivimos día a día.
Si tuviera que buscarle un pero, uno pequeñito, sería el del abuso de los diálogos. La narrativa trascurre básicamente en ellos. Son los protagonistas los que nos cuentan a nosotros directamente la historia. Lo que está pasando y lo que pasó. Narciso Martín H. recurre mucho a que sean los propios protagonistas los que te pongan en situación y te cuenten toda la historia. No usa un gran narrador omnipresente que nos cuente la historia, sino que son ellos mismos quienes lo hacen. Pero esto, está claro, es una cuestión de gustos. También me quejo cuando en el libro no hay apenas diálogos, porque se me hace un poco pesado, así que supongo que soy yo, que soy difícil de complacer y que siempre tengo que buscarle pegas a las cosas. Puede que ahora mismo tú, que estás al otro lado de la pantalla leyéndome, pienses que estoy loca. Que tener un libro en el que los diálogos son lo predominante es lo mejor que podría echarme a la cara. No lo pongo en duda, pero a mí es algo a lo que me cuesta adaptarme.
Pero esto, como digo, es una pequeña pega que le pongo porque yo soy así de tiquismiquis. Sin embargo, todos los halagos que pueda hacer a esta novela se quedarían cortos. Es tierna, sincera, dinámica, en puntos divertida, en puntos frustrante. Te hace pensar, recapacitar sobre tu propia vida. Después de leer esto yo ya no tengo nada claro sobre la mía. Y eso que soy consciente de que muchos caminos que he tomado no fueron los adecuados. Pero yo tengo una filosofía, que no sé si compartiréis conmigo: cuando se toma una decisión, acertada o no, eso no importa, se toma por algo. Por las circunstancias en las que uno vivía. Por los pensamiento que tenía. Por las esperanzas, los sueños o los pájaros que tuviera en la cabeza. Pero todas esas decisiones, todas y cada una de ellas, son las que te han llevado a ser quien eres hoy. Ni más ni menos. Eso sí, a partir de hoy, podrás hacer mil cosas por mejorar tu vida, o por mantenerla como está, si estás conforme con ella. Y siempre siendo consciente de que eres lo que eres por las decisiones tomadas.
Mi otra vida es una novela llena de esperanza. Me ha recordado un poco a la historia de Come, reza, ama en cuanto a la búsqueda de la identidad de la persona. Está claro que lo que buscaban los protagonistas de sendas novelas no tiene nada que ver, pero al final lo que cuenta es el despojarse de todo para poder alcanzar lo que uno quiere.
En resumen, esta historia me ha gustado muchísimo. Me ha hecho viajar, disfrutar, sufrir un poco por el amor frustrado de Martín… He sentido mil cosas a la vez. Pero lo más importante, y lo que más me ha gustado, es que me ha hecho pensar. Y mucho. Y eso, eso es lo que realmente me apasiona de los libros. Bien hecho.
Me la apunto…pero ya. Gracias
¡Haces bien! Seguro que te encanta.