Pan, educación, libertad

Pan, educación, libertad, de Petros Márkaris

pan, educación, libertadLa realidad se impone de la siguiente manera: nuestras vidas siguen adelante mientras todo alrededor se va a la mierda. Ha sido así desde que este mundo quebró la banca y nos convirtió a todos en unas pequeñas criaturas que, sin hilos siquiera, se tenían que convertir en títeres con los que los políticos jugaban a un póker demasiado perverso. Y acabamos creyéndonos, algunos, esa pantomima de que había que hacer un sacrificio sin pararnos a pensar que lo que nos pedían es una bajada en los pantalones en toda regla. Así que aquí estamos, en un viaje por el euro que nos lleva por la amargura más absoluta. Lo que se suele decir: jodidos, pero contentos. Pero como la vida sigue, las lecturas también, así que al menos nos queda la diversión de Pan, educación y libertad, convirtiendo un caso de asesinato en toda una declaración de intenciones de lo que un autor puede decir, sin pretender arengar a las masas, con una visión que resume muy bien lo que es real. Ni siquiera los crímenes se salvan de la crisis, pero no sólo económica, sino también de valores. Porque, ¿qué nos queda cuando lo que tenemos entre manos no es otra cosa que una mentira que ya ha durado demasiado? Pues una de dos: o explotar o quedarnos como estábamos. Y lo segundo ya es agua pasada.

Kostas Jaritos se enfrente a un nuevo crimen. Y todo iría a las mil maravillas si Grecia no se encontrara en plena vuelta del dracma mientras Europa se cae a pedazos. Así que, junto con la crisis que hace que en su familia tengan que apretarse el cinturón, deberá encontrar a alguien que está asesinando a antiguos protagonistas de una de las revueltas más sangrientas que vivió el país en su historia.

 

Partir de la base de que yo no he leído nada de Petros Márkaris es arriesgarse mucho a un linchamiento público. Pero aun así me arriesgo porque yo sé que vosotros me entendéis cuando no ha sido posible que ciertas lecturas me hayan encontrado. Si ya había oído verdaderas lindezas de las historias con las que nos deleitaba este autor, ahora me quedo impresionado con la veracidad, la ironía, la verdad que encierran las palabras que se nos regalan en Pan, educación, libertad, porque está claro que si algo hay aquí, a parte de un crimen que se intenta resolver a toda costa, es una verdad que escuece y que convierte ese futuro alternativo de la salida de Grecia del euro en una posibilidad perfectamente plausible que da un poco de miedo. ¿Un caso de asesinato teñido por la crisis? ¿Era necesario? Yo empecé mi visión de esta lectura con esas preguntas en la cabeza. Me extrañaba la unión de estos dos elementos. Pero ahora, tras cerrar la última página, quiero dejar constancia que no sólo es que fuera necesario, es que era una obligación. Puede que no haya demasiados elementos de acción, que no haya crímenes de dimensiones épicas, pero precisamente en eso radica la importancia de esta novela: en captar en esos pequeños detalles lo que significa realmente esta novela que nos lleva de la mano por Grecia y por todo aquello a lo que alguien, X, los políticos, llamémoslo como queramos, nos empujaron como si nos lanzaran como un precipicio.

Pero entonces, ¿es una novela negra? Lo es, y creo que de las mejores. Un misterio que se presenta, las investigaciones que nos llevan a conclusiones erróneas, un inocente, un culpable, quizá varios, y al final, que no desvelaré porque no se trata de eso en una reseña, una reflexión que nos anuncia que ante lo que estamos es ese tipo de libros en los que agazapado bajo las sombras de la sangre que sale despedida después de un disparo, se esconde la posibilidad de que nosotros, los espectadores que vivimos a través de las palabras Pan, educación, libertad, se conviertan en los protagonistas de eso que tanto amamos los lectores: el momento de después, el instante después del orgasmo de haber encontrado una historia tremenda, donde nos sentamos, miramos a la cubierta de un libro, y nos viene a la cabeza aquello que hemos encontrado, que hemos vivido, y todo lo que está por venir. Pensemos, convirtamos una lectura en algo más, siempre. Así es como debieran ser siempre. Si uno se planteara las lecturas como algo sin demasiado fundamento, con la pretensión de no sacarle la miga suficiente como para que nos haya servido para algo, no tendría que leer este libro porque Petros Márkaris no es sólo un autor de novela policíaca sino un autor de lo más real.

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