Pangea, de Vicente Luis Mora
Vivimos en un mundo nuevo, eso ya casi nadie lo niega. Un mundo en el que las nuevas tecnologías están cambiando la manera de relacionarnos con nuestro entorno y con el resto del planeta, tanto a nivel privado como público. Vicente Luis Mora analiza las consecuencias de este nuevo orden en la sociedad, en la literatura (en 2012 publicará un ensayo que profundiza en este ámbito concreto), en la moral, en el trabajo, en la justicia. Un libro necesario en el que la erudición no está reñida con la pedagogía y en el que el lector, tanto el iniciado en la materia (tecnológica) como el ignorante, encuentra una guía más que interesante para hacerse una idea de este mundo en el que vivimos, que poco se parece a la idea que muchos tenemos en la cabeza, la idea que algunos quieren vendernos usando, precisamente, entre otras cosas, esa tecnología y esas nuevas vías de comunicación de las que habla el autor en este libro.
Pangea es el nombre escogido por Mora para referirse a este nuevo mundo global. Quien utilizó este término por primera vez fue Alfred Wegener, uno de los autores de la teoría de la deriva continental, y describe un único y gigantesco continente que posteriormente se fragmentó para formar los continentes actuales. Ese mundo compacto vuelve ahora a unificarse gracias al avance tecnológico, a su creciente universalización y a su supuesta democratización. Y esta suposición es una de las vías de reflexión que abre el ensayo y que pone en duda esa supuesta esencia democrática de la tecnología y en concreto, de Internet. Olu Oguibe, profesor de la Universidad de Illinois citado en el libro, declara que una tecnología democrática que queda fuera del alcance de la mayoría es meramente virtual e irreal, y, después de todo, parece que la cibercultura no es la democracia que pretendemos y defendemos, sino una aristocracia de ubicación y disponibilidad/disposición. Bernard Noel, autor de La castración mental, añade que la función del consenso, auténtica ideología de la sociedad de consumo, consiste en asegurar la adhesión general a dicho sistema democrático procurando al cuerpo social la ilusión de que es él quien representa a su pensamiento. Pero Internet (su tamaño se duplica cada seis meses) no es de todos: es de Estados Unidos, de sus empresas. No nos confundamos ni nos dejemos llevar por el romanticismo: una cosa es que cualquiera pueda publicar un blog, y otra cosa distinta es que alguien lea ese blog. La clave no es la capacidad de publicar una opinión y que esa opinión pueda ser leída por millones de personas, sino la atención que seamos capaces de generar, ya que, en caso contrario, nadie leerá esa opinión, con lo que lo mismo da que podamos publicarla. Y ahí, en la atención, se encuentra una de las claves de este nuevo mundo, y entran en juego otros intereses, como por ejemplo los de Google (empresa estadounidense), un elemento clave si queremos que nuestra opinión, nuestro blog, nuestra web, sea visible y, por tanto, lleve a la práctica la teórica democratización y universalización de la Red. En este sentido, Matías Clavero, autor de La nueva economía de Internet, advierte de que cuanto más crezca la información más se reducirá la atención, por lo que también ésta se convertirá en un recurso escaso y alcanzará una mayor valoración. Nath Goldhaber, presidente de Cybergold, lo confirma: No estamos en la edad de la información, sino en la edad de la atención. Cybergold es una empresa californiana que paga a quien se registre en su web. Paga por la atención.
No obstante, por si pudiera parecerlo, Vicente Luis Mora no pertenece a esa larga tradición antitecnológica (basta leer el libro para darse cuenta de ello) que reniega de la identificación entre tecnología y progreso o que incluso amenaza con oscuras conspiraciones mundiales que, más allá de su veracidad, se basan en una visión errónea de lo que supone la tecnología actual para la especie humana. Mora muestra los cambios que genera esa nueva realidad: El mundo es un conjunto o conglomerado de sistemas, más o menos relacionados y en contacto, que ha variado notablemente el aspecto, sobre todo económico, del planeta antes de la caída del Muro. La aldeanización y el fenómeno de la homogeneidad mundial, en el ámbito informático, informativo y económico, pueden ir unificando y aglomerando esos sistemas de tal modo que acaben por convertirse en un sistema único a través del cual ocurran todas las interacciones. Las consecuencias de esta realidad varían desde lo terrible hasta lo idílico pasando por la curioso, todo dependerá del uso que se haga de los cambios. Ejemplo: en 1999, la marca Swatch planteó una nueva manera de medir el tiempo, aplicable en Internet, como si fuera otro mundo, cuando, como bien precisa Mora, los internautas no son una sociedad aparte sino la misma sociedad navegando a ciertas horas. La propuesta consistía en dividir las 24 horas del día en 1000 beats (be at the same time), y cada beat duraría un minuto y veintiséis segundos. El objetivo de la marca era salvar los usos horarios y las diferencias de cronología. Una vuelta a Pangea.
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Muy curioso este libro, y muy interesante tu reseña! Tomo nota, no sea que el futuro me pille fuera de horario, jejeje
Un saludo!
Corre Susana, porque ese futuro es ya presente, como bien muestran estos comentarios, por ejemplo. Un saludo
Muy buena la reseña, aunque calculo que no podría leer este libro sin sentir bastante vértigo…