Panteón, de Carlos Sisí
Hace poco, en otra reseña, os hablé de un autor que se había convertido, en mi opinión, en el Stephen King español. Hoy, paso a contar a todos los que nos leéis que, este mismo autor, ha cambiado de nombre, que ha cambiado de título, y se ha convertido en una suerte de mezcla del anterior autor mencionado y de Arthur C. Clark, con una visión propia del terror y el espacio. Si tuviera que partir de una base concreta, sería desde esta aclaración: a mí, las novelas de ciencia ficción, rara vez me gustan. No sé si es porque no acabo de ponerme en situación, porque aquello de universos, galaxias y razas alienígenas no va conmigo, o si, como pienso últimamente, no he llegado a encontrar nunca una historia que haya tocado dentro como lector como para recomendarla a todo el mundo. Llega un momento en todo lector en el que, cuando se abre su mente a otras experiencias, es capaz de encontrar historias nuevas que te hacen picar, caer en la tela de araña, y ya puedes prepararte porque no tendrás más remedio que meterte de lleno en el mundo de la ciencia ficción. Eso sucede con “Panteón”, pero vayamos por partes, primero de qué va, después, contaremos sus bonanzas.
Ferdinand y Malhereux son dos chatarreros espaciales que, después de cada batalla, recogen todo aquello que pueda servirles en el mercado negro. En una de sus búsquedas de tesoros, encuentran una especie de copa invertida. Poco saben que, desde ese mismo momento, se verán inmersos en una lucha por la supervivencia de todo el universo, porque lo que se esconde tras ese hallazgo puede liberarse una amenaza que pondrá en jaque a toda la galaxia.
Carlos Sisí es, por describirlo de una forma gráfica, lo que un cuarto lleno de libros para un lector, es decir, un sueño hecho realidad. Flamante ganador del Premio Minotauro 2013 supe enseguida que quería leer la nueva historia que nos traía bajo el brazo. No me equivoqué (no en vano, su anterior historia me cautivó de tal forma que para mí, el género de terror, se reinventó una vez más gracias a él), y no sólo no erré el tiro sino que además me he quedado con ganas de más, y paso las tardes navegando por la opinión de compañeros que me han dado una extensa lista de libros que tengo que leer, obligatoriamente (con énfasis en lo de la obligación), si quiero meterme de lleno en el mundo al que nos lleva el autor de “Panteón”.
Esta novela es un viaje por el universo, pero también es una novela de acción, un thriller futurista, una novela de personajes (una de las protagonistas, Maralda Tardes, es uno de los mejores personajes que me he encontrado en una novela de este tipo, así como su némesis, Jebediah, jefe de la raza enemiga por excelencia), aprovecha las dosis de terror necesarias para contarnos una historia al estilo más clásico de las novelas de ciencia ficción (la amenaza que está por hacer estallar todo el universo), y eso sólo es el principio. Si bien “Panteón” bebe de muchas fuentes, y podría encontrarse algunos paralelismos con otras obras, no hay nada que desmerezca aquello que el autor nos cuenta dentro de sus páginas. ¿Por qué estás tan entusiasmado?, podríais preguntarme. Y yo os respondería: ¿por qué no pasárselo bien, estar entusiasmado con una novela, si es una oportunidad única para adentrarnos en este mundo de la ciencia ficción? No me considero un experto en este tipo de historias, siempre lo pongo por delante, pero sí me considero un buen crítico a la hora de contar las sorpresas a las que puede llevarnos la literatura. Por eso, desde hoy mismo, pongo en mi lista de libros imprescindibles esta obra, este gran tributo al género que hace Carlos Sisí y que se convierte, si no en la mejor, en una novela a tener en cuenta para futuros estudios de cómo la literatura ha variado el rumbo y son los nuevos autores los que llevan la batuta.
Ser escritor es una forma de vida. Si esto es así, y yo creo que lo es, que vivan las formas de vida como las que aquí se cuentan. Porque si nos hacen meternos de lleno como me lo han hecho a mí “Panteón” sólo puede ser algo bueno, positivo, que nos anima una y otra vez a meternos de lleno en los libros y a decirle, rogarle al autor una sola cosa: ¡escribe, por dios, no dejes de escribir!