Cuando un personaje me gusta, intento leerlo todo sobre él. Dicho así puede parecer una obviedad, pero cuando se trata de seguir las colecciones que se publican mensualmente sobre superhéroes, uno empieza a darse cuenta de la cuesta que se le avecina y de lo que el saldo de su tarjeta bajará irremediablemente. No tiendo a seguir muchas colecciones. Antes sí lo hacía y acababa preguntándome dónde había ido a parar mi dinero y, en ocasiones, con remordimientos de conciencia por haber leído una mala historia. Eso, en estos últimos tiempos, ya no me pasa. Intento ir a lo seguro, a aquellos títulos que ya sé que van a gustarme, que me van a dar lo que quiero en ese momento y, hasta ahora, salvo una excepción o dos, no he fallado. Entre esos aciertos está la serie de Pantera Negra que ha sabido captar mi atención centrándose no sólo en un personaje, en el protagonista, sino ampliando la mirada a todo el universo que lo comprende, realizando una labor sobre feminismo, lucha social y algún que otro concepto tan actual que más de uno debiera ir empezando a leer esta serie para entender, aunque sea a grandes rasgos, lo que nos sucede a los humanos cuando un gobierno empieza a ser un desgobierno. Pero no voy a adelantar acontecimientos en esta introducción. Lo importante viene ahora.
Hablé de Pantera Negra 1 hace poco tiempo y en él decía que me había sorprendido gratamente el poder que se le da a las mujeres en la historia. Sigo pensándolo. ¿Os habéis planteado alguna vez que, en algunos de los cómics que pueblan las librerías, las mujeres no dejan de ser secundarios que tienen poca importancia? Es obvio que los tiempos, al menos en lo que a Marvel se trata, están cambiando y Pantera Negra 2 lo demuestra poniendo más énfasis en la historia de las dos rebeldes que intentan llevar a cabo un plan del que no sabemos mucho pero que tiene como motivación principal la libertad del género femenino. Mención aparte tendrá el protagonista T´Challa que tiene que hacer frente a sus propios fantasmas y al significado de lo que es el poder y gobernar un país que está resquebrajado o a punto de hacerlo. Una lucha de poder, la corrupción que asola hasta lo más insignificante de un mundo tan vasto como salvaje, la política en sus infinitas formas, el miedo a la decepción, y el significado de la palabra “pueblo” son algunos de los elementos que hacen de esta historia un cómic a tener muy en cuenta.
Una de las complicaciones a la hora de analizar este tipo de cómics es no contar demasiado del argumento porque una colección se basa precisamente en eso: seguir manteniendo la atención del lector. Y si bien es cierto que en este segundo número hay algún momento en que la acción y la historia decaen, su conjunto muestra que realizar una historia más existencial y menos palomitera, es un acierto en toda regla para aquellos que buscamos, en las estanterías, alguna historia que nos demuestre que hay diferencia en todo esto del mundo de los superhéroes.
Y hablemos del dibujo, como siempre. Poco se puede decir que no haya dicho ya. La conjunción entre historia e imagen creo que sigue la misma estela de su primer número y deja a las claras que si algo funciona no hay necesidad de cambiarlo. Ta-Nehisi Coates en las palabras y Brian Stelfreeze a los lápices, crean un tándem que nos dejarán en vilo hasta el final de esta historia que, si bien no roza la espectacularidad de otras obras, dejando al lector con una sensación de impotencia por no saber qué va a pasar a partir de ahora, sí evidencia eso de lo que hablaba al principio en la introducción: cuando una obra es buena poco importará que se halle dentro de una colección, que el dinero se vaya como ha venido, porque lo verdaderamente importante es que el tiempo invertido en su lectura haya hecho que el lector tenga la sensación de haberse llevado a casa una historia que, en cierto sentido, le ha movido de alguna manera.