Brian K. Vaughan (Saga, Y, el último hombre) es, además de un escritor como la copa de un pino, un escritor de fondo. Esto es aquel que desarrolla la trama y sus personajes con paciencia, con calma, dando pequeños detalles y abriendo nuevos frentes y enigmas que tocará esperar para saber su origen y destino. No es en absoluto una contra. Al revés, si se realiza del modo correcto, es una virtud. La virtud de un escritor que se sabe vencedor de una gran historia que en su cabeza ya ha funcionado y nos deja pequeñas muestras mes a mes —veinte páginas en cada uno de ellos— haciendo que la trama avance con lentitud pero sin llegar al estancamiento.
A veces, sobretodo en las ediciones españolas de cómics extranjeros, normalmente comprimen toda la historia en un tomo recopilatorio que incluye mogollón de números. Un mamotreto, vaya. Si bien resulta a la larga más económico y puede que como un álbum compacto para apreciar las ilustraciones en su totalidad, en cuanto a lectura de la trama resulta más pesado. Al menos eso me ha ocurrido con unos cuantos títulos como Locke & Key de Joe Hill (una pasada, por cierto). Nadie le quita valor al cómic, pero, como lector, cuando te plantas delante de un libro de semejante tamaño la primera impresión es que el cómic va a ser de lectura y digestión lenta. Esto no tiene nada que ver con la calidad de la obra, insisto, va más relacionado con la primera impresión que te deja. Con Paper Girls está sucediendo al contrario. Es una trama que tiene pinta de desarrollarse de forma lenta, avanzando en la historia poco a poco, y leerlo en el formato de grapas de veinte páginas resulta más práctico y cómodo que si a Planeta se le hubiera ocurrido editarlo todo en un tomo de más de cuatrocientas páginas.
Paper Girls 3, la serie de cómics con nostalgia ochentera que está siendo un éxito rotundo en ventas y críticas, arranca con el subtítulo de «La muerte es eterna». Continúa la trama en el punto de tensión con el que cerró la segunda entrega: un disparo en casa de Mac. Como está siendo habitual en esta serie, la portada indica sobre quién recae el protagonismo y, en esta ocasión, se trata de Erin, la novata del grupo de repartidoras de periódicos. Aquel encontronazo con el arma de Mac va a conseguir ponerla en serios apuros. Eso hará que sus amigas actúen con rapidez y demuestren sus aptitudes solas ante el peligro mayor que las rodea, que no es, ni más ni menos, que una invasión de seres de otro mundo que parecen haberse colado por un portal en el mundo real. En este número introducen a un nuevo personaje que parece capitanear esa legión de seres de otra galaxia y a esos extraños personajes con los que se encontraron el intrépido grupo de chicas en el primer número. Por supuesto, aún faltará para descubrir bien su identidad y propósito. Lo que comentaba sobre la escritura de fondo.
En Paper Girls 3 se siguen dando detalles sobre ese extraño suceso que ha hecho que toda la urbanización haya desaparecido, o bien aniquilada, o abducida o huido aterrada de esas extrañas señales que zumban desde el cielo.
Cliff Chiang (Wonder Woman) vuelve a dejar su sello en los dibujos que tan bien ambientan la barriada de Stony Stream donde se desarrollan estos paranormales acontecimientos. Fascinantes son las viñetas donde muestra el portal que se forma en el cielo, con esos tonos sólidos, y donde una bandada de animales alados en medio de una tormenta eléctrica amenaza la población.
Sigue siendo una de mis series de cómics favoritas gracias a su apuesta por la ciencia ficción, parte de terror con acento amable e inocente de una época pasada y mucho sentido del humor de sus personajes protagonistas.