Reseña del cómic “Paper Girls (Integral) nº 02/02”, de Brian K. Vaughan y Cliff Chiang
El efecto 2000. El cataclismo tecnológico. Pasada la medianoche del 31 de diciembre de 1999 el mundo dejaría de existir tal como lo conocíamos. Las máquinas se volverían locas y atacarían a los humanos. La Skynet que se hiciera cargo de controlar las cabezas nucleares tomaría conciencia y decidiría celebrar el 4 de julio por todo lo alto. La medianoche pasó y solamente se tuvieron que ajustar algunos relojes. Un bluff. La total decepción para los que ansiábamos un poco de aventura apocalíptica. Ese miedo irracional a un gran cambio sirvió a Brian K. Vaughan para cerrar el primer integral de Paper Girls con un cliffhanger apoteósico, uno de esos continuará que no se veían desde la época de la serie Lost. Nuestras heroínas volvían a estar perdidas en el tiempo. Erin, Tiff, K.J. y Mac. Calentadores, walkie talkies, pelo cardado, walkmans y bicicletas BMX. Las chicas pioneras en lo de repartir diarios en 1988 en Stonny Stream ahora se encuentran en un año 2000 donde las luchas entre robots gigantes parecen ser la tónica habitual. Pero para llegar hasta ese nuevo siglo los lectores las acompañamos por una historia caótica repleta de misterios y de incógnitas. Un rompecabezas incompleto de viajes por el tiempo en el que dinosaurios, máquinas biotecnológicas, el antiguo paleoceno y tardígrados del tamaño de un transatlántico añadían un poco más de desconcierto a una aventura que atrapaba y a unas protagonistas que ya eran inolvidables. Ahora llega la hora de las revelaciones, de las respuestas y de descubrir si el final está a la altura.
El segundo integral de Paper Girls resulta revelador desde las primeras páginas, una epifanía de sonido melódico que poco a poco añade notas para convertirse en un canto coral. Brian K. Vaughan resulta un narrador inteligente que no menosprecia a sus lectores. Tras ofrecernos un primer integral sublime relatando el viaje desconcertante de cuatro muchachas que quedan atrapadas en medio de una guerra de viajeros del tiempo, empieza a añadir puntos de referencia, lugares que vimos desde otra época, otro tiempo, piezas que encajan. Hay que tener en cuenta que el cuarteto protagonista se mueve en una falsa aventura lineal repleta de bucles en el tiempo y de paradojas espacio-temporales. El paraíso para los amantes de este tipo de ciencia ficción. Así pues, asistiremos a la juventud de El Gran Padre (sí, aquel tipo viejuno de barba blanca que vestía como un jovenzuelo) y el papel que desenvuelve en este conflicto generacional a gran escala y a través del tiempo. Los adolescentes de rostro deformado, los integrantes de la otra facción, revelarán sus motivos para luchar mientras nos envían de nuevo al primer tomo. Y de aquí al verano del 58 y a un futuro remoto donde la policía va en quads voladores y las bibliotecas resultan el último bastión de la tolerancia y el conocimiento. De 1831 al mismísimo fin de la Tierra, donde todo muere y parece no existir la esperanza. Pero siempre la hay, es uno de los tantos mensajes. Paper Girls habla de tanto con tanta aventura deslumbrante a su alrededor…. Divierte mientras profundiza en temas existenciales, como el paso de niña a adulta, la reconciliación con nuestro niño interior o la aceptación del envejecimiento y la muerte. Las referencias a la cultura pop, y en concreto a las películas de viajes en el tiempo, arrancan una sonrisa pero no rebajan ni un ápice el drama de sagas familiares que solo a través de los diferentes saltos temporales nos ayudarán a atar cabos y a sentir una emoción creciente. Vaughan ataca y contrataca con pliegues temporales, seres de la cuarta dimensión y cazadores que viajan a través de la corriente temporal y que se mueven por ciudades del futuro bañadas por luces de neón sin desviarse de lo que quiere contar realmente: el conflicto generacional, ese toma y daca entre adultos que temen el cambio y jóvenes que ven el cambio más radical la única forma de salir de un bucle destructivo.
A nivel gráfico este segundo libro de Paper Girls es una de las cosas más bonitas que se han hecho en muchísimo tiempo. Cliff Chiang consigue lo imposible: crear personajes y escenarios memorables con un dibujo sutil, minimalista, evocador y onírico. Un arte que llega a su cúspide, coronándola con gran éxito, en el capítulo 28: poco más de veinte páginas para un clímax que muestra cuatro puntos de vista en cuatro escenarios temporales diferentes. Cuatro protagonistas enfrentándose a las realidades esenciales de la vida. Los elogios al arte serían imposibles sin tomar en cuenta la paleta de colores de Matt Wilson: colores románticos, pastel, neón cuando el futuro nos alcanza y acres y verdes, puros y sin un ápice de contaminación, cuando la prehistoria toma el relevo. Colores que nos hacen sentir que el apocalipsis ya está aquí o que todo irá bien mientras estemos juntas. El aura de nostalgia ochentera se lo debemos a Jared K. Fletcher. Su investigación a la hora de tomar referencias de la época, añadido a una capacidad creativa sublime, marcan el tono de toda la serie. Una serie que nos conduce a un final tan jodidamente honesto como emotivo, con guiño a Regreso al Futuro y a Terminator (como no podía ser de otra forma). Una serie donde la amistad fue el principal mensaje a lo largo de 30 capítulos. Esa amistad inmaculada y simple que temes perder con el paso del tiempo y a medida que creces. Paper Girls, se puede decir bien alto, te deja con sensación de bienestar y nostalgia; con sensación de haber leído una obra excelsa hecha con el corazón y con el único fin de divertir y emocionar.
“No somos solo repartidoras, somos amigas.”