Hoy quería hacer la reseña de este libro y cuando he llegado al lugar en el que me iba a poner a escribir me he dado cuenta de que me lo había dejado. Podría haberla hecho sin él pero es que en él anoto muchas cosas mientras lo leo que luego me sirven para poder contaros mejor lo que tiene dentro. Pues bien, luego he caído en que se lo podía pedir a alguien que estaba en ese lugar donde me lo había dejado y que venía al lugar en el que me encuentro sin poder escribir. En ese rato he pensado: quizás esta persona, cuando coja el libro para traérmelo se pregunte qué será esto de Paraíso Alto. Me podríais decir algo tan simple como que lo único que tiene que hacer es leer la sinopsis. Pero quizás a esa persona no le gusta leer y claro, hay que reconocerlo, las contraportadas de Anagrama son largas. Entonces se me ha ocurrido que si esa persona llegase – al final ha llegado – y me preguntase qué es Paraíso Alto yo le respondería que es un lugar donde no habita el miedo a la muerte.
No hace mucho tiempo, una de esas personas a las que hay que hacer (relativo) caso porque habla encima de una tarima, me o nos contó que el mayor o principal miedo del humano es el miedo a la muerte; que de ese miedo surgen todos los demás, que el que esté a salvo de ese miedo está a salvo de todo en la vida. A eso me ha recordado este libro. Julio José Ordovás nos presenta un lugar y nos presenta a un hombre que vive y casi que regenta ese lugar. Un lugar solitario, abandonado, cercano a Zaragoza, donde vive este ángel custodio de la muerte y por el que pasa todo aquel que quiere suicidarse. El lugar, como ya he dicho, es Paraíso Alto y de quién es el hombre poco sabemos.
Encabezado por un fragmento de la canción Me gusta cómo hueles de Ilegales, Paraíso Alto es la exposición del paso de varios individuos, cada cual más extraño, que buscan poner punto y final a sus vidas. Pero sin tragedia, con naturalidad. Él los recibe, les da un poco de conversación, los observa y los acompaña en los últimos compases de sus vidas. Aparece una chica que camina con las manos, una MILF que ha sido actriz porno, un flautista que lo enamora, una ex, un camarero, un borracho que busca y no encuentra alcohol, etc. Toda esta procesión de guiños al humor trágico es la defensa a ultranza del humor como algo serio y muy inteligente.
Paraíso Alto es como un bar de carretera por el que pasa todo tipo de personajes y en el que nosotros nos hemos colocado tras la retina del ya pasado de vueltas camarero. Este extraño ángel – ¿o él es Dios? – nunca pregunta por qué a los que llegan para despedirse y no voy a ser yo quien le devuelva la pregunta. Aunque me gustaría saber por qué está allí, por qué ha existido, por qué se ha puesto delante de mí, por qué me ha hecho leerle, por qué quiero saber más de él si sé que no puedo.
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