Benditos sean los escritores para los que escribir bien no es suficiente. Juan Laborda Barceló podría haberse limitado a escribir una crónica de ese momento en que el verano azul de un enclave costero empieza a dejar de ser verano y a dejar de ser azul para convertirse en una existencia gris con demasiada tendencia a teñirse de negro. Es un escenario muy literario y sin duda un hallazgo de este magnífico escritor. Pero, como decía, no es Juan Laborda Barceló un escritor que se conforme con contarnos bien una buena historia y Paraíso imperfecto explica desde la ficción aquello que ni la historia ni el periodismo pueden, o mejor dicho, deben explicar. Y conste que “explicar” no es la mejor de las elecciones por mi parte, porque el lector entiende muchas cosas pero no gracias a una argumentación más o menos brillante sino a su propia experiencia, ya que vive la situación en estas páginas de forma no menos intensa que si lo hubiera presenciado en primera persona.
Gran parte de la situación a la que me refiero en realidad sí que la hemos vivido todos porque Paraíso imperfecto narra el nacimiento de un movimiento social en un pueblo del Levante azotado por la gestión arrogante y corrupta de un alcalde y un equipo cuya ambición de dinero es tan ilimitada que no hay nada en cuyo altar no pueda ser sacrificado. No quiero decir con esto que de alguna manera Juan Laborda explique el 15M o las primaveras árabes, aunque la relación sea evidente esta es una historia inventada, lo que considero un mérito extraordinario es que añade a esa explicación de la que periodistas ahora e historiadores después se encargarán una dimensión que a estos les está vetada: la humana, las circunstancias personales que rodean a cada uno de los protagonistas y que les vinculan en su toma de decisiones, incluso en su capacidad de lucha. Puede que haya gente extraordinariamente comprometida con cualquier causa únicamente por principio, pero también la hay cuya fuerza nace de una experiencia personal, una tradición familiar o un trauma que les proporciona la fuerza necesaria para encarar cualquier tarea aun sin saber que la está afrontando.
Es el caso de esta historia marcada por la corrupción y la violencia. Un asesinato es la línea de salida de la novela y de sus protagonistas, los de ambos lados de la trama. Unos personajes hasta el momento relativamente anónimos que se conocen, cada uno con sus mochilas, sus traumas y sus capacidades, y que inician un movimiento que se enfrenta a un poder establecido que es corrupto y miserable. Capaz de todo. Uno de ellos, un profesor retirado, les aporta un sustrato intelectual, pero cada uno de ellos tiene algo necesario: rebeldía, conocimientos de informática, pasión. El grupo, heterogéneo y heterodoxo, avanza en su lucha mientras ante nosotros se despliegan las experiencias, reflexiones y sentimientos de todo tipo de personajes y con ellas las miserias y grandezas de la pedanía costera y de todos nosotros. Algo muy cinematográfico y muy literario.
No quisiera pasarme de frenada pero diría que incluso la propia estructura de la novela está al servicio de este mismo objetivo: fragmentos cortos que vuelan de un personaje a otro aumentando la impresión de historia coral, participativa, con muchos personajes en pie de igualdad que aportan no sólo su esfuerzo sino su complejidad al desarrollo de la historia. Una historia entendida como consecuencia no sólo de lo colectivo sino como la suma de las experiencias individuales que ejercen como motor de los personajes.
No quiero extenderme mucho en detalles concretos de la trama, si se lo cuento yo perderá fuerza porque la forma en que está narrada Paraíso imperfecto es uno de sus principales valores. Y no es un estilo complaciente, no se privilegian ritmo y fluidez frente a profundidad psicológica, como es tan habitual. Es el disfrute lo que hace que se lea rápido, no ningún truco que acelere artificial y primariamente la experiencia.
Al final de esta inteligente novela recordé una cita de Herzen que nunca soy capaz de rememorar en su literalidad, aunque sí en su contenido final: si hubiera menos gente dispuesta a cambiar el mundo y más dispuesta a comportarse honestamente, sin duda el mundo cambiaría a mejor. Simpatizo mucho más con esa idea de compromiso personal con el cambio que con cualquier movimiento, y sospecho que no es algo que le sea ajeno a estos personajes en el camino que emprenden. Ya que la novela me regaló el recuerdo de Herzen, acabaré regalándole a Julio Malagón, Daniel Torner, Uca y Nico Olmeda, protagonistas de esta Paraíso imperfecto que hicieron camino al andar, otra del mismo autor que me parece pertinente:
Yo he alcanzado por fin, no la meta hacia la que nos dirigíamos, pero sí el lugar donde el camino se hundió en el seno de una montaña, y desde aquí busco tu mano para estrecharla mientras te digo con una sonrisa: «¡Esto ha sido todo!»
Andrés Barrero
@abarreror
contacto@andresbarrero.es
Qué buena pinta tiene. Me han entrado ganas de leerla
Ojalá te guste, es un libro muy original en planteamiento y estilo.
Gracias y un abrazo,
Andrés