No pasarán: contra la economía caníbal, de Édouard Martin
La lucha de unos hombres por su futuro, por su vida y por su dignidad
Esto no será una reseña, o al menos no sólo una reseña, sino también un alegato. Desde que empezara el 2013, y se acabara hace un día y medio, una de las frases que más he odiado escuchar ha sido la siguiente: no te puedes quejar, al menos tú tienes un trabajo, deberías estar agradecido. Y sí, es cierto, estoy agradecido de tener un trabajo, aunque sepa en todo momento que sigo trabajando porque valgo para ello. Y odio esa frase porque rezuma lo que tantas veces nos han vendido los políticos que juegan a ser titiriteros en un mundo que les viene demasiado grande: que hay que sacrificarse para pagar sus errores. En un mundo donde los impuestos suben, donde la luz sube, donde los salarios bajan, donde la corrupción avanza empañando todo aquello que hemos conseguido con sudor y lucha, da esperanza escuchar o leer las palabras de Édouard Martin que nos insta a la rebelión pacífica, a la desobediencia civil, a luchar por lo que creemos, a luchar por nosotros mismos, a luchar por aquello que nos quieren quitar a toda costa, a luchar por nuestra libertad, a luchar por aquello que creemos justo, y a luchar porque nuestro trabajo no se convierta en una condena, sino en lo que es precisamente, un trabajo, que nos ayuda a vivir y no a malvivir. Porque en el mundo, no hay peor norma que tener que hacer caso a los inútiles que lo gobiernan. Porque gracias a este autor yo he aprendido varias cosas y ahora estáis a punto de descubrirlas.
La primera: soy hijo. Mis padres se sacrificaron, trabajaron toda su vida para convertir lo que es el mundo hoy en día, para que nuestros derechos se vieran salvaguardados, se vieran reconocidos, y ver cómo aquello por lo que se batalló durante tanto tiempo está siendo destruido me hace coger más fuerzas para combatir con el armamento que mejor se me da, la palabra, la palabra que hiere pero no hace sangrar, la palabra que es expresada en su forma hablada o escrita, lo mismo da. La segunda: que soy Historia. Porque en el mundo de la humanidad, hacen falta libros como No pasarán que nos recuerdan por qué la lucha es tan importante para nosotros y por qué quedarse sentado en casa, sin hacer nada, sin pelear, aunque sea por una mínima parte de lo que nos parece importante, es una pérdida de tiempo. Todas las edades se han visto regadas por las luchas de aquellos oprimidos contra los que les oprimen, y si no fuera por nosotros, por la Historia que nosotros creamos, probablemente nos encontraríamos en un pozo negro, tan oscuro, tan dispuesto a fagocitar aquello que nos es nuestro por derecho propio, que estaríamos, por denominarlo de una forma que todo el mundo pueda entenderme, jodidos. Y la tercera: soy lucha. Porque Édouard Martin fue lucha, fue batalla, consiguió ganar ciertas peleas, aunque no fuera la guerra entera, y hoy en día se convierte en una voz que puede construir un futuro distinto, aunque esa distinción sea pequeña, pero que puede convertirse en una introducción de lo que está por llegar. Él lo tuvo claro: su dignidad no estaba en venta, ni por las palabras hipócritas de políticos, ni por las palabras de compañeros que no querían ver aquello que estaba sucediendo.
En un año que empieza siempre se realiza una lista de nuevos propósitos, de deseos para que un nuevo año sea mejor que el anterior. Yo no soy de hacer este tipo de listas, pero en este caso haré una excepción. Lo primero de mi lista sería combatir por aquello que me ha convertido en una generación perdida, por obra y gracia de personas que dirigen el mundo y que lo llevan a la más absoluta de las ruinas. Lo segundo de mi lista sería contribuir a que aquellos que han visto cómo sus derechos son recortados como si fuera la obra de un sastre desalmado no tuvieran que ver su futuro con unas gafas contaminada por la tristeza y la desesperación. Y lo tercero, por crear una lista realista, es hacer caso a personas como Édouard Martin que construyen con palabras el alegato de los alegatos, la visión de una persona que vive por y para su dignidad, para que su alma no se vea corrompida, para que la hipocresía política salga a la luz y convierta a aquellos que nos han puesto en esta situación en culpables y no muñecos de trapo que parecen no saber lo que hacen. Porque en esta vida hay que luchar por lo que uno quiere. Y en No pasarán no sólo hay lucha, sino también determinación. Porque recordad: somos hijos, somos Historia, somos lucha. Y eso, aunque lo intenten, no podrán quitárnoslo nunca.