Los libros no siempre son lo que parecen. Utilizan su portada y su sinopsis para sugestionarnos y atraparnos, y cuando empezamos a leerlos, atrapados ya en sus redes, vemos que el interior es mucho más amplio de lo que esperábamos. Y esto es lo que me ha pasado a mí con PDM (Paquet de mierda), que empecé a leer solo por la curiosidad que me causó encontrar una novela gráfica con la autobiografía de un editor, en este caso el suizo Pierre Paquet (fundador de Les editions Paquet), y cuyo interior alberga muchas más (y mejores) historias que no esperaba encontrar.
Siempre he tenido la impresión que el gremio de los editores es bastante hermético, por eso pensé que este libro ayudaría un poco más a conocer su día a día y su trabajo. Y efectivamente, algo del oficio del editor está plasmado en ese trabajo. Vemos a Pierre empezando su andadura editorial en 1995 solo por ayudar a un amigo y vemos también como con los años conoce las mieles (y las hieles) de una profesión bonita y difícil a partes iguales.
Llama la atención la sinceridad con la que afronta el autor su propia vida. Lejos de darse autobombo y presentarse como un ciudadano absolutamente ejemplar, Pierre Paquet se descubre como una persona llena de fracasos, inseguridades y una autoestima más baja de lo deseable. Estamos ante una persona luchadora y soñadora, pero que no pierde ni un segundo en matizar o minimizar ningún detalle de su vida, por sórdido o insignificante que pueda parecer. Hay que reconocer que la presentación de su biografía es algo dispersa, pasando de un punto a otro sin orden cronológico aparente, solo diferenciado por unas viñetas especiales que sirven para separar una historia de otra, y que mucho tienen que ver con la secuencia inicial de la historia, con la secuencia que, una vez terminada la historia, da verdadero sentido a todo el trabajo del autor y el ilustrador.
Y aquí llegamos a la parte más importante del libro. Pese a que este trabajo se vende como la biografía de un editor de cómics, en realidad PDM es una preciosa historia de amor, de esas que te tocan la fibra y consiguen hacer que se te escape alguna que otra lágrima. Y no es una historia de amor entre Pierre Paquet y uno de sus innumerables ligues. No. Es la historia de amor entre Pierre y el fiel amigo que supo estar a su lado día y noche, compartiendo sus éxitos y consolando sus fracasos. Y ese amigo, como no podía ser de otra manera, fue su perro Fiston. Los que tenemos o hemos tenido perro sabemos el lugar tan destacado que estos ocupan en nuestra vida, tanto que en ocasiones anhelamos más su compañía que la que nos proporcionan amigos, amores o familia. Y es por eso que leer esta novela gráfica y no quedar absolutamente enamorado de sus protagonistas es algo bastante difícil.
Paquet de mierda tiene una nota general bastante alta, destacando sobre todo lo espectacular de su arranque y su desenlace. Y aquí el gran mérito reside en el trabajo de Jesús Alonso Iglesias, uno de los ilustradores españoles más destacados de la actualidad. Su dibujo es natural y dota de muchísima expresividad a sus personajes, que consiguen hacer llegar al lector infinidad de mensajes incluso sin la necesidad de que aparezca texto durante varias páginas.
Leí el otro día que un librero se acerco a Pierre Paquet y le dijo que su historia era muy difícil de definir a los clientes que preguntaban por él libro, así que decidió preguntarles a los posibles compradores si tenían perro. Si la respuesta era afirmativa les decía que compraran el libro con los ojos cerrados. Y con permiso del librero anónimo, creo que voy a seguir esa misma táctica. Si tenéis un perro, comprad esta novela gráfica. Es muy difícil, casi imposible, explicar por qué queremos tanto a nuestras mascotas, pero en PDM hacen una aproximación más que aceptable.