Perros, gatos y lémures, de Varios autores
La vida es como una selva. Y todos los días, nosotros, los humanos que poblamos el mundo, nos despertamos viviendo en pequeñas selvas. Montículos de fauna y flora disfrazados de trajes, de edificios vanguardistas, de burocracia imposible. Pero al volver a casa, donde la gran jungla se convierte en un pequeño oasis, en las cuatro paredes llenas de vida infinita, es posible que nos espere el descanso del día, sentarnos en el sofá, tumbarnos en la cama, acompañados de alguien que puede dar su vida por nosotros, que te saluda al entrar, que nos hace compañía porque sabe que nuestras vidas están ligadas, conectadas de un modo extraño, y de eso hablamos queridos amigos, porque lo mismo da que sean esos pequeños o grandes seres, da igual que sean “Perros, gatos y lémures”, lo mismo da que nos miren enfadados por haber llegado tarde porque, los dos lo sabemos, somos parte de una misma sombra.
Las mascotas han formado parte de nuestra existencia desde que el mundo es mundo. Nos acompañan, cuidamos de ellos, nos cuidan, con un mimo especial. A veces, nos ayudan en la creación de historias, uniendo las palabras en silencio, pero con determinación. Es por ello que muchos de los escritores más conocidos tenían un verdadero zoo junto a ellos, y otros, más íntimos, tenían a su lado uno solo, manteniendo conversaciones solitarias, pero que siempre tenían respuesta. Y es que esta es la vida de esas mascotas, de sus escritores, y de cómo les siguieron en su camino por la vida.
En “Perros, gatos y lémures” nos encontramos con un conjunto de relatos sobre la compañía. Esa es la verdadera esencia, aunque suene superficial, de sus mascotas. Llevarnos a través del azar, a través del destino, acompañarnos en las tormentas y disfrutar con nosotros de la calma después de la tempestad. Abrir la puerta, viajar por océanos inmensos, y como todo buen contador de historias, escribir junto a ellos la vida de sus personajes, contarla mediante silencios de asentimiento, ladridos de incomodidad, o maullidos de aburrimiento. Los escritores y sus mascotas son una única cosa, un todo formado por dos, tres y hasta cuatro identidades. Por eso este “Perros, gatos y lémures” se disfruta tanto. Porque todos conocemos parte de la vida de los autores, pero pocos sabemos de la vida que les acompañó durante tanto tiempo, los sentimientos que les sucedieron a raíz de sus muertes, de la ausencia de una compañía que se había creído eterna, pero que cuando llega el final, nos damos cuenta de que nada lo es. Y porque, si sabemos comprender cuál era esta relación, nos daremos cuenta de que los amos y señores no somos nosotros, sino ellos. Siempre han sido ellos.
Estos relatos son un pequeño viaje por ellos, por aquellos poco o muy peludos animales que nos abrazan sin necesidad de brazos, que nos acarician sin necesidad de manos y que nos besan sin la necesidad de unos labios en movimiento junto a los nuestros. Porque ellos saben cuál en su sitio, cuando nosotros estamos perdidos. Por eso “Perros, gatos y lémures” es un descubrimiento, un tesoro al que abrirle las páginas y destripárselas, encogiendo el corazón con algunos relatos, descubriendo nueva información en otros, y sonriendo en muchos. Porque la vida de los animales, a veces nos demuestra, que es mucho más civilizada que la nuestra.
Lo dije al principio. Nada importa en estos casos, lo mismo da el tamaño, da igual el número, no importa que sean “Perros, gatos y lémures” porque lo importante es que se encuentan ahí, al lado, con nosotros.