Persiguiendo a Silvia, de Elísabet Benavent
Hay una línea, muy fina, que separa una novela de una experiencia. Lo que consigue eso es nuestro recuerdo, ese que se cuela entre los pliegues de la mente, y que nos hace revivir escenas de nuestra vida. Es eso, y no otra cosa, lo que arranca al lector de un sopor al que llevaba acostumbrado durante meses. Emocionarle, hacerle vibrar, recogerle bajo la manta que una abuela tejió para él, o incluso golpearle, hacerle ver los errores y poder aprender de ellos. Esa es lo que diferencia una novela, de una experiencia. Persiguiendo a Silvia no es una historia más, es algo diferente. Porque cuando algo activa un resorte que hará que la bomba estalle, que las lágrimas corran por las mejillas como pequeños surcos, esos que el azar provoca, o que una caricia se convierta para siempre en un escalofrío que recorre nuestro cuerpo, ahí, en ese mismo instante, comprobaremos la potencia de una historia que se convierte en nuestra, ya no de la autora sólo, y que nos anima a seguir adelante y a vivir la vida, a saborearla, a exprimirla como si las cuatro gotas que han salido sean lo necesario para vivir eternamente. Amar. Un verbo de cuatro letras, que encierra cientos, miles de mensajes, de reflexiones, de pensamientos, de emociones. Un sentimiento que mueve el mundo y que nos mueve a nosotros, mientras cada página va sucediéndose, va llevándonos por la vida de una mujer, de dos hombres, y de todo lo que fuimos nosotros y lo que seremos. Porque en eso radica la importancia de lo que hoy hablo. En que amar, como aquí aparece, es el mejor regalo que podemos hacernos. Hay una línea, muy fina, que separa una novela de una experiencia. En este caso, una línea con nombre de mujer: Elísabet Benavent.
Silvia ya no está con Álvaro. Pero sigue enganchada. Un buen día Silvia conoce a Gabriel, una estrella del rock, que hará que su mundo se tambalee. Y así, como si de unas arenas movedizas se tratara, Silvia se debatirá entre hundirse más o salir a la superficie.
¿Cuánta vida es posible encerrar en una novela? ¿Es posible contener ese susurro que nos alienta cada mañana? ¿Se consigue? Persiguiendo a Silvia, disfrutada con tranquilidad, con la calma que dan las experiencias bien vividas, logra sacar ese suspiro que se pierde entre nuestros pulmones, llenando ese espacio vacío con el aire que se escapa en un beso, mantiene lo mejor de una escritora como Elísabet Benavent pero con algo más, un nuevo nivel, algo distinto que no sé bien definir. Porque yo, que me muevo por las emociones, convierto esta lectura en pasión, en ese fuego que arde y nunca se apaga, pero también en ese hielo que sólo un desamor, el de verdad, hace que se contraigan nuestros músculos y nos deposite en la cama, tumbados, como si nuestro cuerpo hubiera dejado ya de respondernos. Viviremos historias de amor, las contaremos, las narraremos como si de un cuento se trataran, pero nada es tan real como lo que nos ha contado ella, de nuevo, agazapada tras las páginas de una novela que merece el puesto de honor, la necesidad de seguir avanzando, de continuar con nuestro viaje, de convertirnos en otros, en los que queramos, dejando aquello atrás y olvidando que un dolor, en el centro de nuestro pecho, marcó el camino para llegar a donde estamos. Eso es amar, pero no a los demás, sino también a uno mismo. Y así, entre las líneas de una historia que se recordará siempre, el mensaje cala hondo, en ese absurdo instante en el que nos damos cuenta de quién somos en realidad.
Amé, tanto, con tanta vehemencia, que al final caí, me perdí, olvidé lo más importante: yo. Persiguiendo a Silvia es un camino, un viaje a los sentimientos más puros, esos que a veces se guardan en el cajón y no salen en años, pero que cuando lo hacen lo inundan todo. Y también es un sueño, una de esas imágenes que nos visitan por las noches, para levantarnos al día siguiente con una sonrisa pegada en los labios. Elísabet Benavent ha vuelto a conseguir que yo me vea envuelto en una libertad, en un amar sin pedir nada a cambio, en entender los para qués que son más importantes que los por qués, en saber que los pasos que se dan nos hacen seguir adelante, a olvidar recordando, a vivir y sentir, que es lo más emocionante, a iluminar un espacio de mi vida que había permanecido oscuro por lo negro de los recuerdos. Ella, no otra, ahora mismo, ha convertido mi existencia en ese resquicio por el que escaparme y ser, entre otras muchas cosas, feliz.
no tengo palabras….hacia tiempo que no leia algo tan bueno en todos los sentidos,,,espero poder seguir leyendote por mucho tiempo y no cambies!!!….tomate tu tiempo que merece la pena!!
Altamente recomendable, a mi me engancho y me encanto… aunque para mi ENCONTRADO A SILVIA, el siguiente es la leche! Realmente es un libro para dejarse seducir!
Que libro tan emocionante.. me pille llorando con mucha pena en una parte… es como mirar una pelicula me encanto este libro hace rato no me pasaba con un libro. y leo muchoooo!!!