Play Room, de Patricia Muñiz
Olvídense, durante un espacio de tiempo (lo que tarden en leer esta reseña), de todo lo que hayan conocido hasta ahora. Olvídense, porque en el interior de este libro, en las páginas de “Play Room” encontrarán un nuevo futuro que puede estar a la vuelta de la esquina. Y olvídense, sobre todo, de los prejuicios de los libros de autores que desconocen, que no son mirados por el gran público, porque son muchas veces sus palabras las que te arrebatan del asiento y te hacen volar (y en este caso, gozar). Porque si algo pudiera demostrar esta breve historia es que la imaginación es un poder que puede llenar páginas con un sentido muy importante: llegar al lector y hacerle vivir experiencias que no se había imaginado nunca. Así que se lo repito, por si mi pesadez no había quedado clara. Olvídense en el tiempo en que tardan en leer esta reseña de aquellos libros que han tenido en sus manos, porque lo que aquí acontece no es sólo una historia de intriga, es mucho más. Y sólo me quedan mis palabras (arma mortífera por otro lado) para poder describirlo.
Seila es una chica que se embarca en una aventura sin precedentes: será el conejillo de indias de un proyecto de realidad virtual que simula las fantasías eróticas de los participantes. Seila decide escribir sobre la experiencia, animada por el escritor Esteban Rey, pero será entonces, cuando empiece a verse inmersa en los juegos eróticos y conozca a uno de los participantes, será entonces cuando vea la cara oscura de ese experimento.
Mezclar ciencia ficción con realismo siempre me ha parecido acertado. Más todavía si la historia y los personajes viven situaciones propias del futuro, pero parecen tan reales que puedan estar viviéndose hoy en día. Patricia Muñiz es ese tipo de rara avis que escribe desde las entrañas, sin artificios de ningún tipo, y que entra directa a la yugular para contar una historia de juegos eróticos y ansias de libertad que entremezcla géneros tan dispares como el thriller y el romance. ¿Y qué es lo que sorprende de esta novela?, me preguntarán. Lo que sorprende desde el principio es encontrarnos con una flecha que se dirige hacia nuestra cabeza, pero ante la que somos incapaces de apartarnos. No sólo por la historia, sino porque queremos entender mucho más de lo que hay detrás de lo que nos cuenta. Así es como se escribe para el lector, intentando enganchar de una forma tan brutal, tan sumamente honesta, que es imposible que alguien no entienda lo que es la nueva literatura, lo que nos depara, y lo que supone para el lector viajar por los recovecos oscuros del alma humana, y entender que ninguno de nosotros estamos a salvo de lo que el destino, ese gran cabrón que se divierta a nuestra costa, nos tiene preparado.
“Play Room” es como el brebaje que toma su protagonista para meterse de lleno en la realidad virtual: un líquido que crea la adicción más extrema de todas: la de una droga que nos proporciona la libertad de viajar a un lugar desconocido y temido por la mayoría de nosotros: conocernos a nosotros mismos. Somos nosotros, los seres humanos, pequeños Gran Hermano de la vida de los demás, ya que en cada uno de los libros que leemos, nos metemos de lleno en la vida de sus personajes sin ningún tipo de remordimientos. Por ello, buscamos aquello que nos de una dosis adecuada de algo interesante, de algo que no se puede explicar con palabras certeras (aunque yo lo esté intentando ahora mismo) porque eso sería intentar racionalizar un sentimiento, ese sentimiento que te deja el final de esta historia que su autora, desde el interior más negro, ha gestado para nosotros como si de un niño que ha cuidado durante nueve meses se tratara.
Va siendo hora de acordarse, de volver a la realidad, pero de una forma distinta. Así que ahora les digo, os digo a vosotros que leéis al otro lado de la pantalla, que os olvidaréis, después de leer las palabras que nos regala (porque son un regalo) Patricia Muñiz, de que la literatura era aburrida, de que la literatura era un espacio reservado para aquellos que ya lo tenían todo dicho, porque hoy en día, es tan necesario encontrar aires nuevos, casi casi como el comer señores, y se lo dice uno que ha vivido, desde las entrañas, estos últimos días, lo que la realidad tan puñetera se empeña en hacernos creer.
Uy, este la verdad es que no nos llama.
Al rico libro, bueno, esta vez no hemos coincidido, pero de seguro que habrá otras muchas en el futuro que sí lo hagan.
Gracias por vuestras palabras 🙂
Play Room es una novelaza ¡Esplendorosa!
Cierto Arturo Millar, me sorprendió gratamente, y además me pareció un argumento lo suficientemente estimulante para que disfrutara como un niño pequeño.
Gracias por pasarte y comentar!