Me da mucho miedo empezar esta reseña. Bueno, miedo quizás no sea la palabra exacta; tal vez sea mejor decir que me da mucho respeto. Y es que hoy vengo a hablar de una de las grandes de la literatura inglesa: Charlotte Brontë.
Me gustaría contaros un poquito sobre su vida antes de meterme con el libro del que vengo a hablaros hoy, para que todos nos pongamos en situación y entendamos mejor todo lo que viene después.
Charlotte nació en el siglo XIX en la Inglaterra profunda. Tuvo varios hermanos, pero fue con tres de ellos con los que compartía la pasión por la escritura. Ellos cuatro vivieron muchos años juntos y desarrollaron un mundo fantástico sobre el que empezaron a escribir. Luego las tres hermanas, Charlotte, Emily y Anne, tuvieron la idea de crear un libro de poemas. Decididas a publicarlo, optaron por hacerlo bajo seudónimo. Cada una de ellas eligió un nombre masculino que empezaba por la misma inicial que el suyo y después utilizaron el apellido Bell. Sabían que iba a ser muy difícil vender un libro así y más si estaba escrito por tres mujeres. Pero esta estrategia no les sirvió de mucho, ya que, os adelanto, la primera tirada contó apenas con dos ventas.
Precisamente eso fue lo que le dijo Robert Southey a Charlotte cuando esta le enseñó sus poemas. Él, un poeta aclamado en aquella época, le dijo que estaban bien, que demostraban una gran capacidad para crear versos y que tenían calidad, pero que el escribir poemas la estaba apartando de sus tareas como mujer y que ese era un mundo de hombres. Así que su consejo fue que lo dejara y que se dedicara a hacer cosas de mujeres. Menos mal que Charlotte se pasó este consejo por donde amargan los pepinos y no cejó en su lucha por convertirse en una escritora de renombre. Y, ¿sabéis qué es lo que más me gusta de esta anécdota? Que hoy en día Charlotte Brontë es una aclamada escritora que ha pasado a la historia gracias a trabajos como Jane Eyre y, en cambio, ahora mismo casi nadie sabe quién es Robert Southey.
No suelo hacer estas cosas de entretenerme contando la vida de los autores que reseño, pero después de enterarme de todo esto que esconden las páginas de Los poemas de Currer Bell, era imposible no compartirlo con vosotros.
Ahora, vamos a lo que vamos: qué me ha parecido el libro. Bien, al principio dije que las tres hermanas decidieron crear un poemario conjunto que en sus inicios se llamó Los poemas de Currer, Ellis y Acton Bell, pero lo que tengo en mis manos es algo más concreto. La editorial Alba ha optado por centrarse —en una maravillosa edición, tengo que decir—, en los poemas de Currer, los de Charlotte. Además, incluye unos poemas inéditos que la autora escribió después de que murieran sus hermanas y que ponen la guinda a esta edición.
Dentro de ella podemos encontrar los poemas originales, en inglés de la época, y yo, decidida a leer este poemario en su versión original, he agradecido mucho tener la excelente traducción de Xandru Fernández porque, no sé qué esperaba encontrarme yo, pero en estos siglos os aseguro que el lenguaje ha cambiado muchísimo y no hubiera sido capaz de leerlo en su versión original sin el apoyo de la traducción.
En su interior encontramos temas de la época, es un libro completamente romántico que tiene el sello de las hermanas Brontë se mire por donde se mire. Diré que la única obra que he leído de ellas es Cumbres borrascosas y, aunque me gustó mucho la narración y la temática, odié la historia y sus personajes desde el primer momento. No sé de dónde viene esa animadversión por esa obra de la literatura universal, pero, cuando pedí este libro, rezaba por no encontrarme lo mismo que me encontré en aquella. Y bueno, sí que es cierto que el amor lo inunda todo y que el dramatismo de las hermanas está presente en cada palabra, pero no he tenido esa sensación que tuve con la obra de Emily, ¡y menos mal! También tengo que decir que en este poemario encontramos también un poco de fantasía. Os mencioné antes que las hermanas junto a otro de los hermanos crearon un mundo fantástico, pues bien, aparecen retazos de él entre estas páginas.
Los poemas de Currer Bell me han durado apenas dos días y quería hablaros de ellos así en caliente, para deciros que es un libro que he disfrutado mucho y que me ha transportado a esa época tan peculiar a través de su estilo romántico. Y, ahora, en vez de guardar el libro en la estantería como siempre hago, lo volveré a dejar en mi mesilla de noche para ir leyendo un poema cada día, disfrutando de nuevo —y con más calma— de las palabras de Charlotte.