Reseña del cómic “Pollo con ciruelas”, de Marjane Satrapi
Cuando reseñé hace unos meses Bordados, ya manifesté mi admiración por Marjane Satrapi, así que no me repetiré en esta ocasión. Solo lo menciono porque esta autora es el motivo de que ahora hable de Pollo con ciruelas: pienso leer y recomendar todo lo que cree.
Pollo con ciruelas se editó por primera vez en el año 2004, se llevó el premio a mejor obra en Angoulême en 2005 y ahora Reservoir Books nos trae la edición definitiva con nueva traducción, nuevo formato, nueva rotulación y nuevo diseño. Una joyita para los fans de la autora como yo.
Pero ¿de qué va esta novela gráfica? A simple vista, la trama de Pollo con ciruelas es sumamente sencilla: Teherán, 1958. La mujer del músico Náser Alí Jan le ha roto su magnífico tar en una disputa y él no consigue encontrar uno que se le asemeje. Deprimido, se acuesta, dispuesto a dejarse morir. Ni siquiera se levanta para comer pollo con ciruelas, su plato favorito, pues reniega ya de todo placer.
El resto de la historia (noventa y seis páginas en total) son los recuerdos y las reflexiones que encadena a lo largo de esos ocho días que tarda en morir: la relación con sus hijos, con su mujer, con su madre o con su hermano, sus sueños de juventud y sus frustraciones de la edad adulta. En definitiva, un repaso vital cuando ya no se le encuentra sentido a nada. Todo ello contado con extrema sencillez, con cierto simbolismo y con toques de humor y realismo mágico, a pesar de la tragedia que subyace. Solo cuando llegamos al final comprendemos que lo que Marjane Satrapi nos ha relatado es una gran historia de amor (no daré más detalles para que cada lector se sorprenda al descubrirla por su cuenta), lo que dota al conjunto de Pollo con ciruelas de una nueva dimensión.
Como de costumbre, la autora ha recurrido a anécdotas de familiares para reflexionar sobre su país, Irán, en el convulso periodo de los años cincuenta esta vez, y en especial sobre las relaciones humanas. Y hace uso de su característico dibujo sin grandes alardes ni colores (fondo blanco para la narración en presente y fondo negro para los recuerdos). Con eso le basta, porque la grandeza de Satrapi está en el fondo más que en la estética, aunque esta edición de Reservoir Books sea una preciosidad.
Si bien Persépolis me sigue pareciendo la mejor obra de Marjane Satrapi, muchísimo más compleja que Bordados o que Pollo con ciruelas, siempre me fascina su habilidad para convertir lo cotidiano en trascendental y servirse de detalles minúsculos para tocarnos el alma en cualquiera de sus novelas gráficas. Sin duda, Marjane Satrapi es una autora a la que no pienso perderle la pista y a la que nunca me cansaré de recomendar, ya sea para iniciarse en la novela gráfica como para conocer de manera cercana la historia iraní. Aunque no creo que Pollo con ciruelas sea la elección idónea para caer rendido ante ella, sin duda es una novela gráfica muy disfrutable.