Si usted tiene entre veinte y treinta años, no tengo ninguna duda: le encantará esta novela. Jóvenes, sexo, violencia (mucha violencia), música, alcohol, surrealismo, comics, drogas, peleas, gamberradas sin fin y, además, sesudas y curiosas reflexiones sobre la realidad cercana desde una visión irreverente y nihilista de la vida, la de unos adolescentes analfabetos que se acaban convirtiendo en Los Putos Amos. Los Jefes. Unos terribles y degenerados terroristas del IRA.
Si usted tiene entre treinta y cuarenta años, le encantará esta novela. Sexo, primeras incursiones musicales del movimiento punk en el Reino Unido, Rod Steward, (aunque también Perry Como) y, por encima de todo, un recorrido documental crudo y realista de lo que estaba pasando en las calles de Belfast en aquellos años 70. Un paseo cámara en mano por la sangrienta historia del IRA tras el famoso Domingo Sangriento del 72 de la mano de la barbarie que protagonizan unos chavales inocentes (e ignorantes) recién llegados al IRA.
Si usted tiene más de cuarenta años, le encantará esta novela. Entre sus páginas recordará con nostalgia que todos fuimos jóvenes alguna vez. Y brutales. Incluso violentos y demenciales. Luminosos e ingenuos, por supuesto. Que todos estuvimos perdidos (¿estuvimos?). Que todos fuimos muy fuertes y poderosos, y ágiles como serpientes. Que fuimos tigres y que los amigos lo eran todo en este mundo. Que cometimos muchos errores que nos atormentan aún hoy ciertas noches y que fuimos letales y jodidamente humanos. También recordará que siempre hubo un primer amor que nos marcó para siempre, y que la vida nos dio para luego quitárnoslo de golpe. Que nada es tan bello y heroico como parecía en realidad (o quizá sí) y que, no obstante, nos encanta brindar siempre que se puede por los buenos tiempos, aunque éstos tuvieran su aquel.
Y ese es el sugerente título de esta formidable novela, otra que nos regala (de nuevo, millones de gracias) la editorial Sexto Piso para terminar un año tan detestable. Por los buenos tiempos. Un libro que es una bomba y que está escrito, con un temple alucinatorio fantástico, por David Keenan, polifacético escritor escocés que conoce perfectamente el olor de las calles y de la juventud descerebrada y celebrante para la que nunca sale el sol, ni para la que nunca nada es suficiente, aunque hayas hecho saltar por los aires a tu propia madre. Keenan es crítico musical en la prestigiosa revista The Wire y también ha sido productor de radio, músico y gerente de un sello de corte underground. Pero por encima de todo eso, Keenan es un excelente escritor y su latido moderno, crítico, iconoclasta, experimental y gamberro ya ha sido celebrado y premiado en la tierra del Brexit, pues se desarrolla de manera explosiva en una prosa coloquial y apabullante, alocada, juvenil y surrealista que mezcla de maravilla con otras zonas mucho más líricas y profundas, quizá más trabajadas y, sobre todo, plagadas de gran literatura, de melancolía y de pura belleza, que tiene su personal estilo.
Sammy, Tommy, Barnie y Patrick son los cuatro forajidos por los que vamos a brindar al final. Los chavales que, una vez dentro del IRA, llenarán las páginas del libro de sangre y de destrucción. Nos contarán muchos chistes y nos enseñarán sin rubor su catetismo y también, claro, su dolor y su ira interna. Su soledad. Esa incomprensión llena de dulzura que recorre todo el texto. Los gritos de auxilio. Sus desilusiones y su visión del caos que provocan en cada esquina.
Estamos en Ardoyne, un barrio católico del norte de Belfast donde los “chicos del IRA” son los dueños de las calles y del alma de la ciudad. Son los provos, gánsters cutres con greñas y pantalón vaquero que dictan la ley a base de tiros, bombas y navajazos, pero que también son como estrellas de rock. Unos dementes. Admirados y temidos a partes iguales los cuatro protagonistas se verán atrapados en un mundo cada vez más peligroso y donde la ficción y la realidad parecen coexistir sin problema. En Ardoyne, lo mismo te cortan las piernas y te dejan desangrándote en la acera de tu casa en pos de una Irlanda Libre, que te saludan con los buenos días cuando pasas cada mañana por la tienda de comics de la que se han apoderado. Ellos son Los Chicos y te quieren en realidad. Pero no te desvíes o acabarán contigo.
Pero al final, y como suele ocurrir en estos casos, digamos que la resaca viene a ser demasiado fuerte. Es como cuando sales de un sitio oscuro y la luz del sol te ciega, y entonces, unos segundos después, todo parece más claro. Enseguida te das cuenta de que ya no hay nadie por aquí. Que Los Chicos ahora son otros y que el mundo, en realidad, es este y ninguno más. Que la lucha, la revolución, es un fraude y que la fiesta se ha terminado. Y lo peor, majete, es que alguien tiene que pagar la cuenta.
No deje de leer una de las novelas más frescas y atrevidas del año. Una obra llena de simbolismo y de diversión y de muchas cosas más que no le pienso contar. Una novela llena de humanidad, la de unos seres peligrosos y terribles. Llena de sangre. De sangre de vida y de sangre de muerte.
Por los buenos tiempos es pura dinamita. Porque es como un brindis de whisky gran reserva, no es apta para estómagos limpitos. Es un brindis por lo que quedó de nosotros después de todo lo que pasó, de todo lo que nos pasó. Una lectura para bebérsela sin respirar y luego chocar los vasos y no arrepentirse de nada O sí. Una lectura para celebrar que seguimos vivos, coño, vivos a pesar de todo lo que hicimos. O de lo que dejamos de hacer. O de lo que otros nos hicieron antes.
¿Conoce usted un mejor brindis que ese?
Pues eso.
Salud y buenos libros.