Presencia Humana nº 2, de Varios Autores
Cuando un descubrimiento llega así, de improviso, suelen suceder dos cosas: que de la sorpresa nos muramos (no literalmente, por favor) de la emoción o que huyamos despavoridos como si viéramos al mismísimo diablo. Los seres humanos no estamos programados para los cambios bruscos. Si ese descubrimiento, para más datos, se da en el metro en pleno viaje, cuando no conoces la ciudad ni los nombres de las paradas sólo sucede una cosa: que acabas pasándote de estación y teniendo que dar la vuelta. Si esto fuera una novela y no una reseña, tendríamos que ver al personaje levantando la cabeza, maldiciendo para sí, saliendo a todo correr del vagón y buscando la entrada al otro andén. Bien, puestos todos en situación os podéis hacer una idea de lo que me sucedió hace poco cuando empecé a leer Presencia Humana. No sólo es que me pasara de estación, eso me ha sucedido en alguna que otra ocasión, sino que ni siquiera me di cuenta de dónde me encontraba porque estaba tan inmerso en los relatos que se nos regalan que para mí ya no había nada más. Ese, y no otro, es el poder de los descubrimientos que te llegan así, como un mazazo, como si los hubieras estado esperando toda la vida y después de haberlos conocido ya nada fuera como te lo habías imaginado. Sucede poco, pero cuando sucede es una subida en nuestro umbral del placer, y cuando algo te absorbe con la suficiente fuerza resulta que da igual que te pierdas en un transporte público, que te cagues en todo porque tienes que dar la vuelta, que pierdas cinco minutos más de tu vida porque en realidad no los has perdido, los has ganado. ¿No me creéis? Yo os diré lo que os vais a encontrar aquí. Después no vais a ser los mismos, avisados estáis.
Este segundo número de Presencia Humana fue un regalo. Lo digo así porque no estaré lo suficientemente agradecido a la persona que me lo entregó. Llevaba tiempo con el ojo echado a esta publicación de Aristas Martínez y cuando la tuve en las manos no pude hacer otra cosa que empezar a leer. Y uno cuando se introduce en el mundo de esta, como reza en su encabezado, revista de creación extraña, sabe que lo que se va a encontrar es algo diferente, algo que ha nacido para quedarse definitivamente y que contiene algo que va a dar mucho que hablar. Así, nada más empezar, nos encontramos con una historia gráfica creada por Ana Galvan de quitarse el sombrero, porque con simples imágenes dice tanto que no puedo más que alabar el gusto, y lo que no es el gusto vaya, en definitiva todo porque ha logrado que me interese por su trabajo más allá de esta publicación. Pero como todo sigue, nos metemos de lleno en un texto de Layla Martínez sobre la relatividad y la física cuántica que ríanse ustedes de los eruditos en el tema, contado con tan buen hacer que uno padece una especie de síndrome de Estocolmo, cuando ve que le tienen atrapado y le gusta. Sigamos, sigamos, que esto no acaba. Ana Ramos, que se marca un gol en la portería contraria con su narración sobre una médica de cabecera a la que no le importa robar libros, o Sara Mesa, que nos crea un mundo alternativo de alucinar donde todo está controlado y el mundo es un vertedero al que vamos abocados todos. Pero como lo bueno aquí parece no terminarse nunca, leo a Aixa de la Cruz y acabo por desmoronarme porque no es posible que ninguno de los relatos flojee. Y sigo muriendo de placer con Marian Womack, mi descubrimiento en este número de la revista, con su relato que es tan vívido y tan enigmático que consigue con las palabras lo que un hipnotizador conseguiría en uno de sus números: que le entreguemos nuestro dinero porque ya nos ha ganado. Hay más, pero esta es una pequeña muestra de lo que podéis encontrar.
Obviamente, cuando uno hace una reseña sobre un libro o revista de relatos, puede correr el riesgo de hablar de lo que cuentan los mismos. Sabéis que no suelo hacerlo, salvo leves pinceladas, porque me parece que cada uno debe descubrir por sí mismo lo que guardan en su interior los argumentos de lo que se nos cuenta. Presencia Humana es un extraño caso hoy en día por un motivo: es la apuesta arriesgada de unos editores que quieren proponer que lo diferente llegue a nuestras vidas para quedarse y no irse jamás. En este mundo editorial donde los clones se reproducen por doquier, hay que admirar que haya propuestas de este tipo. Yo, desde ahora mismo, compro todo aquello que nazca de Aristas Martínez no sólo por lo diferente, que también, sino porque además es una visión de lo editado tan fuera de órbita, o al menos de la órbita que siempre se vende, que a mí no me importaría tener que viajar a otro planeta si ellos estuvieran en él. Siempre he querido algo diferente en mi vida, y por fin, aquí lo tengo.
cómo hacerse con los números
Pues si estas en España, Ella, en cualquier librería puedes hacerte con ella. Si me dices dónde te encuentras te puedo decir la librería que te pille más cercana 🙂
Gracias!