Reseña del cómic “Prime Rose”, de Osamu Tezuka
Un mensaje antibélico se repite en multitud de obras de Osamu Tezuka. La necesidad de un entendimiento entre naciones enfrentadas es la advertencia de un autor que fue testigo de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Ese entendimiento antes de que sea demasiado tarde. Esa obligación de consumar la paz por el bien común, antes de que las rencillas se hereden de padres a hijos. En ocasiones Tezuka es más metafórico, más sutil, y más conciliador. En otras, como en Big X, donde el héroe debe enfrentarse a nazis consumados que sobrevivieron al suicidio de su líder y que pretenden ostentar el poder que una vez poseyeron, la solución es más tajante: ¡A seres de tal calaña ni agua!
En Prime Rose, el nuevo manga que viene a engrosar la Biblioteca Tezuka de Planeta Cómic, el Dios del Manga vuelve a hablarnos de la importancia, y aunque suene a oxímoron, de luchar con todas las armas que se tengan a mano por la paz y de acabar con los conflictos enconados mediante la ofrenda del perdón y la misericordia. De esta forma se embarca en una obra de ciencia ficción titánica de tipo monumental para narrarnos una historia de alzamientos, de venganzas y de guerras absurdas donde la base que cimenta cada una de las situaciones son las relaciones humanas.
Al inicio de Prime Rose Tezuka esboza con rapidez la situación geopolítica con la que vamos a encontrarnos: las naciones de Groman y Kukrit viven enfrentadas. La primera, durante demasiados años, dominadora de la segunda. Coincidiendo en el poder de ambas naciones gobernadores con dos dedos de frente deciden poner fin al conflicto. Pero la paz es como un saltimbanqui haciendo malabarismos en una cuerda floja que no ha sido bien tensada, así que los gobernadores llegan a un trato para mantener la paz: deciden intercambiar a su tercer príncipe y princesa. De esta forma no solo aprenderán las costumbres del otro, si no que la nación contraria no se atreverá a lanzar un ataque sabiendo que uno de los suyos puede morir. Aquí es cuando entra en escena Prime Rose o más comúnmente conocida como Emiya. Ella es la tercera princesa de Groman. Ahora una burguesa de Kukrit en edad de ir al instituto. El viaje de esta heroína, que al principio se muestra arrogante y de carácter explosivo, empieza con la muerte de un ser querido en los campos de trabajo. Unos lugares que pertenecen a la nación en la que ella nació y que no son lo que realmente aparentan ser. Edmund Burke, escritor y político irlandés dijo que para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada. Prime Rose será la mujer que consiga que los hombres buenos hagan algo.
Prime Rose es una historia de historias. Un manga que además aúna varios géneros. Al principio se muestra como un shojo donde la protagonista vive aventurillas de instituto y mantiene una relación amorosa con un muchacho de escala social baja que trae de cabeza a sus padres. La fantasía, esa sensación de espada y brujería, empieza cuando Emiya se enfunda un traje de batalla, que tiene un poco por aquí de Barbarella y otro poco por allá de Red Sonja, y es tomada como pupila por un viejo vagabundo. La ciencia ficción no tarda mucho en reinar entre las viñetas del manga. La distopía orwelliana de manipulación de medios y masas se conjuga con la space opera más aventurera (con referencias intencionadas a Star Wars y Star Trek) para ofrecer un producto con varios niveles de lectura y personajes de profundo calado. Pero aunque Emiya es la protagonista de este titánico cómic, también resulta ser uno de los muchos afluentes de esta narración río. La acción salta de personaje en personaje, poniendo el foco en los dos bandos, mostrando diferentes puntos de vista de un mismo conflicto. Así conoceremos las aspiraciones de Piral, príncipe Gromanés que se encapricha de Emiya y que convierte su afán por conquistarla en una obsesión enfermiza. Gai también cambiará su forma de ver el mundo una vez que se tope con Emiya. Convertido en un samurái solitario que no quiere saber nada de nadie (una suerte de Obi Wan Kenobi sin aspiraciones) descubrirá que todavía puede hacer algo por mejorar el mundo que habita. Emiya es la chispa. Es la influencia que pasa de personaje en personaje y que acaba cambiándolos irremediablemente.
En Prime Rose Osamu Tezuka exprime su tan característico estilo narrativo de una forma sustancial. La miscelánea de personajes, naves, monstruos, razas, edificios y paisajes que pueblan las viñetas del manga lo convierten en un espectáculo visual único. Su estilo de cartoon puede volver a engañar a los más ingenuos, a esos que no conozcan la obra del Dios del Manga, pues la muerte y algunos actos execrables son mostrados sin tapujos. Pero el humor también es una parte importantísima de Prime Rose, un humor que se acentúa de forma sustancial con la aparición de Bunretsu, un muchacho que vendrá a esclarecer ciertos misterios y al que la pubertad le juega extrañas, divertidas y bizarras pasadas.
En definitiva, Prime Rose es una obra monumental y titánica, una obra coral donde las voces y los actos de diferentes e inolvidables personajes dan forma a una historia de ciencia ficción espectacular, visualmente impactante y que invita a la reflexión mucho más allá de su conmovedor clímax.