En el colegio, odiaba la asignatura de Geografía. Será porque siempre me ha motivado más comprender, y memorizar los ríos y afluentes o los tipos de accidentes geográficos me parecía un aburrimiento. Pero a mí, que me gusta tener cultura general (y mi cabeza está llena de información inútil), me avergüenza no saberme las capitales ni dónde se ubica cada país. Por eso, cuando vi que se publicaba Prisioneros de la geografía. El mundo explicado en 12 sencillos mapas, una adaptación del libro homónimo de Tim Marshall que han ilustrado Grace Easton y Jessica Smith, pensé que era una buena oportunidad para adquirir conocimientos básicos.
Durante treinta años, el reportero Tim Marshall ha recorrido el mundo y se ha dado cuenta de que no se pueden entender los acontecimientos sin prestar atención al paisaje físico donde se desarrollan. De ahí que se decidiera a escribir Prisioneros de la geografía para explicar cómo el entorno influye en las relaciones internacionales. Cinco años después, Grace Easton y Jessica Smith han adaptado su libro para el público más joven: a partir de los aspectos más importantes de la obra original, han dibujado mapas y, a través de ellos, nos cuentan la historia de un país, región o continente. Es obvio que, al tratarse de «12 sencillos mapas», la representación del mundo es selectiva. Los mapas explicados son Rusia, China, EE. UU., Canadá, Europa, África, Oriente Medio, India y Pakistán, Corea y Japón, América Latina, Australia y el Ártico. He echado de menos que no destacara ningún país europeo, pero no voy a negar que somos el continente del que más se ha hablado a lo largo de la historia, así que, por una vez, está bien mirar más allá de nuestras narices.
Aunque en esta adaptación ilustrada las explicaciones son escuetas, sirven para hacerse una idea de grandes conflictos. Por ejemplo, la ocupación china del Tíbet, el enfrentamiento entre Corea del Norte y Corea del Sur o las permanentes guerras en África u Oriente Medio debido en gran parte al trazado de fronteras que los europeos han impuesto según su conveniencia.
He descubierto datos como que el origen de Rusia data de siglo IX, cuando era una agrupación de tribus llamada Rus de Kiev o que los que creen que la capital de Brasil es Río de Janeiro solo están desactualizados, pues fue así hasta la década de 1950.
Me han parecido muy ilustrativos los mapas sobre cómo han variado las fronteras de Polonia entre 1635 y 2002 por ser un punto estratégico entre continentes o el de la triste evolución del deshielo en el Polo Norte en los últimos cuarenta años debido al cambio climático, lo que está suscitando nuevas tensiones entre países que desean adueñarse de los recursos naturales cada vez más accesibles. A pesar de la corta extensión de este libro ilustrado, es sorprendente la cantidad de aspectos que se comentan.
En definitiva, en Prisioneros de la geografía. El mundo explicado en 12 sencillos mapas he encontrado la forma en la que me hubiera gustado que me dieran Geografía en mis años de estudiante: explicando cómo la topografía determina la evolución política, económica e histórica de un país. No se trata de memorizar datos al tuntún, como capital, número de habitantes y moneda de un país, sino de comprender cómo una montaña puede ser la clave de que un lugar haya estado libre de invasiones durante siglos o cómo un clima propicio facilita el desarrollo económico. Prisioneros de la geografía es la prueba de que es necesario comprender el entorno físico para analizar el pasado, el presente y el futuro de los países y de sus relaciones internacionales. Y también de que la geografía puede ser interesante si se explica como es debido.