Reseña del cómic “Prodigy: La sociedad Ícarus”, de Mark Millar
¿Otro de Millar? ¿El del Millarverso? ¡Pero si hace nada que reseñé The Magic Order 3! ¿Seguro? Pues sí, ¿qué pasa? Son las cosas que tienen las coincidencias temporales, que hay productos que coinciden en el tiempo…
¿Y qué ha salido esta vez de esa turbulenta mente y nave nodriza que tiene Mark Millar en la puta chola? Pues la segunda parte de Prodigy. ¿Segunda parte? ¿Hay reseña de la primera? ¿Pero qué cojones es esto? Nunca he hablado de la primera, ¿verdad? Verdad, pero no importa porque no hace falta. Es un tomo que se lee sin necesidad de haber leído nada previamente. Para ser sinceros, no tenía ni putísima idea de que este fuera un segundo tomo hasta que vi en el lomo el número 2, (¿veis que ponga volumen 2 en alguna parte?) pero ya tengo a un ejército de monos con aguarrás, alcohol, disolventes varios y un edding negro como último recurso, para eliminar tan horrible dígito del lateral. Y, repito, no hace falta leer el primero, aunque lo leeré porque me ha gustado este. (Igual no deberían esmerarse los monitos, ¿no?)
Así que, como iba diciendo, ¿qué ha salido esta vez de esa turbulenta mente y nave nodriza que tiene Mark Millar en la puta chola? Pues una ida de olla la mar de entretenida, como casi todo lo que hace este hombre. Edison Crane es el hombre más inteligente del mundo, un hombre de negocios de éxito, muchimillonario, con casi una propiedad en cada país del mundo, atractivo, buen físico, ganador de un Premio Nobel, un genio compositor, científico, un atleta olímpico y un experto en ocultismo. Un hombre al que los gobiernos llaman para frustrar amenazas terroristas; capaz de procesar por separado ciento cincuenta canales de noticias mientras hace pesas; de contratar matones para que lo maten (o lo intenten) y eso pueda servirle de entrenamiento; de dormir solo cincuenta minutos; de resolver un misterio sin resolver mientras dicta un libro a sus otros yoes de su córtex frontal en los que tiene compartimentado su cerebro; de practicar la escalada mientras lee un libro… Y eso está muy bien: listo, guapo, musculado y rico, pero con cero capacidades para el amor. No se puede ser tan perfecto, ¿no? Aunque hay quien diría que son todo ventajas.
Por lo visto, hasta ahora Crane no ha tenido un rival a la altura. Pero ¿y si no fuera Crane el único hombre tan «genial» ni el octavo más rico? La Sociedad Ícarus se compone de veintiocho miembros más ricos y listos que Crane, pero prefieren no llamar la atención. (Tan jodidamente listos son que uno de ellos decide trasplantarse las manos de un simio,…) No les motiva el dinero, tan solo ganar. Y vuelan demasiado cerca del Sol para conseguirlo…
La Sociedad va a querer usar a Crane para conseguir sus objetivos y este se verá obligado a seguirles el juego si quiere seguir con vida.
Prodigy: La Sociedad Ícarus es una aventura inteligente y autoconclusiva. Una matrioska de giros que contienen a su vez más giros de guion que harán que goces más que un gorrino en un lodazal, y de cuya trama es mejor no contar nada más porque sería chafar sorpresas y constantes cambios de juego y eso no lo puedo consentir. Puede que el esquema que sigue Millar en sus cómics sea algo ya visto y solo busque que sus proyectos sean llevados a la pantalla grande o a la pequeña, pero a mí, de momento, no me cansa para nada y sus cómics se leen en cero coma.
Casi se me olvida el dibujo. Millar siempre escoge buenos dibujantes para sus proyectos, y con Matteo Buffagni ha vuelto a acertar de pleno aunque también es cierto que en eso tiene también mucho que ver el color de Laura Martín.
En resumen. Leedlo. Os va a puto flipar. Millar es una apuesta segura. Siempre. (O casi siempre, vaya, y en este caso es un puto sí).